Resultado electoral y sucesión presidencial

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Los resultados electorales de anteayer implican la aceleración y el replanteamiento de la sucesión presidencial, tanto por las consecuencias de las alianzas contra natura ideológica y política, como por los toma y da acá de las plazas que se ganaron y se perdieron. Lo único cierto es que contra todo pronóstico el PRI no arrasó, sólo mantuvo el paso.

El Revolucionario Institucional recupera los gobiernos estatales de Aguascalientes, Tlaxcala y Zacatecas, pero a cambio pierde Puebla, Oaxaca y Sinaloa, más lo que pueda llevarse a tribunales electorales o la manera en que decidan hacer uso de la Fepade. En lo que se refiere a presidencias municipales y congresos locales, el recuento último permitirá a los analistas percibir las auténticas preferencias electorales, pues son las autoridades más cercanas a los inscritos en el padrón electoral que participó el último domingo.

Este breve repaso de lo ocurrido, permite percibir que las preferencias electorales para la elección presidencial se han modificado y habrán de modificarse todavía más, porque así lo señalan las alianzas, y porque estamos incapacitados para medir en cuánto incidieron los anuncios presidenciales referentes a la tenencia y algunas modificaciones en la manera de aplicarse las tasas impositivas; es decir, el perfil del candidato de Felipe Calderón Hinojosa tendría que redefinirse en la medida en que los beneficios fiscales funcionaron o no como estrategia electorera para modificar de última hora el criterio del elector, además de establecerse en ese perfil en cuáles de las entidades federativas tuvieron un peso de consideración en las decisiones del votante.

Si la estrategia de la zanahoria fiscal funciona para que el PAN pueda mantenerse en la Presidencia de la República, el candidato pudiese ser Ernesto Cordero; de lo contrario, el presidente Calderón ha mostrado debilidad por los proyectos y programas de salud pública, desde que impuso la cuarentena por la influenza, hasta el diseño estratégico para combatir la obesidad, lo que favorecería la candidatura de José Ángel Córdova Villalobos.

El resultado de las alianzas PAN-PRD también modifica las perspectivas de Andrés Manuel López Obrador, porque a los electores parece gustarles una izquierda teñida de azul, lo que significa que el voto duro que lo ha llevado en andas desde el 2005 ha menguado, y seguirá disminuyendo conforme se acerque el momento de elegir a un presidente de la República con una propuesta diferente, ajena al hambre, el desempleo y la violencia, a la sangre y la inseguridad, distante de la paz de los sepulcros.

¡Y claro! También modifica las nostalgias, quimeras y realidades de la cúpula priista, porque el fenómeno Enrique Peña Nieto no será suficiente para recuperar la silla presidencial. Naturalmente pueden empeñarse en ello, como lo hicieron con Roberto Madrazo, y en el pecado llevarán la penitencia.

Si el Revolucionario Institucional quiere demostrar su decisión de cambio, la madurez alcanzada por la derrota política, lo primero que han de hacer sus verdaderos, auténticos dirigentes, es transformar su instituto político y adecuarlo a las exigencias y realidades de los compromisos contraídos con el libre comercio, la globalización y una serie de acuerdos internacionales que parecen estar por sobre la soberanía constitucional, por lo que la Constitución necesita reformarse, y crear una serie de leyes secundarias que permitan a la nación cumplir con decoro los acuerdos bilaterales y multilaterales que los dirigentes han adquirido en su nombre.

Por lo pronto, los documentos básicos del PRI necesitan de una profunda reforma, para hacer coherente el quehacer político y administrativo de sus afiliados con la plataforma ideológica y sus estatutos, totalmente ajenos a la realidad que hoy vive México.

Si el presidente constitucional Felipe Calderón, los representantes de los otros dos poderes federales, los líderes de los institutos políticos y los titulares de los poderes fácticos mantienen los oídos sordos a lo expresado en las urnas el domingo último, la nación entera continuará como está, en la zozobra, dando tumbos, mostrándose como ciudad abierta para ser víctima fácil de la delincuencia organizada y de los audaces mercenarios de la economía, esos directivos tan bien descritos por Bruno Traven en Rosa Blanca; para constatar que están vigentes, sólo es necesario repasar quiénes y cómo iniciaron la última catástrofe económica mundial, de la que todavía no se emerge.

Herman Melville está a punto de convencerme para estar de acuerdo con él, y ver a México como lo vio en Moby Dick: un país víctima. Siempre una víctima, tanto de los de adentro como de los de afuera. De eso se quejan los electores hace muchos años, y nadie parece querer escucharlos.

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