Itinerario Político / Ricardo Alemán
La interrogante parece ociosa. No lo es, porque cuando el crimen mata a un periodista no sólo ciegan la vida de ciudadanos y trabajadores de los medios, sino que silencia una voz que reporta, documenta, denuncia, revela, señala y critica la virtud y el vicio de todas las formas del poder; sea público, político, religioso, empresarial… y de los poderes fácticos, como el poder criminal.
El trabajo periodístico produce un bien conocido como información, cuya propiedad es social -es decir, de todos los ciudadanos-, y que al mismo tiempo es la mejor herramienta de todos para exhibir las virtudes y los vicios de todas las formas del poder. Por eso, cuando levantan, secuestran, desaparecen o matan a un periodista --sea del medio que se trate--, a todos los ciudadanos nos arrebatan bienes, derechos y libertades fundamentales en democracia; como el derecho a estar informados y la libertad de expresión.
¿Por qué matan periodistas? ¿Quién los mata?
La respuesta a la doble pregunta permite entender que detrás del secuestro, desaparición, levantón y crimen de periodistas se localiza la complicidad indisoluble de criminales y autoridades, cuya sociedad es condición para el florecimiento del crimen. Es decir, que la complicidad de servidores públicos y criminales sólo es posible en la oscuridad, la opacidad, la desinformación… Para esa sociedad, el periodismo es veneno.
En realidad el ejercicio del periodismo -el que reporta, documenta, denuncia, revela, señala y critica-, es uno de los más peligrosos enemigos de los criminales organizados y sus aliados, los corruptos policías –sean municipales, estatales o federales-, los corruptos alcaldes, gobernadores, diputados locales, federales, senadores, funcionarios del más alto nivel…
Los periodistas son desaparecidos, secuestrados o muertos, porque ponen en peligro la oculta complicidad entre autoridades y delincuentes. Ahora bien, los periodistas son desaparecidos o muertos por sicarios a sueldo de barones del crimen, mientras sus socios; alcaldes, gobernadores, legisladores o gobernantes en general, hacen todo para que nadie investigue nada. Eso explica por qué no se aclaran y menos castigan narco-crímenes contra periodistas.
Pero el efecto va más allá. Con balas callan a los periodistas, pero al mismo tiempo los criminales y sus socios pretenden el control de los medios. Quieren que esos medios difundan su mensaje de terror; quieren usar a los medios contra el Estado, contra los ciudadanos. Y no están lejos de lograrlo.
EN EL CAMINO
En efecto Ciro, la CNDH y su presidente no sólo son tontos, sino inútiles. Lo nuevo es que no es novedad… Y una buena. La Lotería, la institución más antigua del Estado, lanzará hoy La Lotería Mexicana. Un acierto… Estamos con ustedes, siempre solidarios, porque el periodismo no tiene más protección que el propio periodismo. Los esperamos con vida.
La interrogante parece ociosa. No lo es, porque cuando el crimen mata a un periodista no sólo ciegan la vida de ciudadanos y trabajadores de los medios, sino que silencia una voz que reporta, documenta, denuncia, revela, señala y critica la virtud y el vicio de todas las formas del poder; sea público, político, religioso, empresarial… y de los poderes fácticos, como el poder criminal.
El trabajo periodístico produce un bien conocido como información, cuya propiedad es social -es decir, de todos los ciudadanos-, y que al mismo tiempo es la mejor herramienta de todos para exhibir las virtudes y los vicios de todas las formas del poder. Por eso, cuando levantan, secuestran, desaparecen o matan a un periodista --sea del medio que se trate--, a todos los ciudadanos nos arrebatan bienes, derechos y libertades fundamentales en democracia; como el derecho a estar informados y la libertad de expresión.
¿Por qué matan periodistas? ¿Quién los mata?
La respuesta a la doble pregunta permite entender que detrás del secuestro, desaparición, levantón y crimen de periodistas se localiza la complicidad indisoluble de criminales y autoridades, cuya sociedad es condición para el florecimiento del crimen. Es decir, que la complicidad de servidores públicos y criminales sólo es posible en la oscuridad, la opacidad, la desinformación… Para esa sociedad, el periodismo es veneno.
En realidad el ejercicio del periodismo -el que reporta, documenta, denuncia, revela, señala y critica-, es uno de los más peligrosos enemigos de los criminales organizados y sus aliados, los corruptos policías –sean municipales, estatales o federales-, los corruptos alcaldes, gobernadores, diputados locales, federales, senadores, funcionarios del más alto nivel…
Los periodistas son desaparecidos, secuestrados o muertos, porque ponen en peligro la oculta complicidad entre autoridades y delincuentes. Ahora bien, los periodistas son desaparecidos o muertos por sicarios a sueldo de barones del crimen, mientras sus socios; alcaldes, gobernadores, legisladores o gobernantes en general, hacen todo para que nadie investigue nada. Eso explica por qué no se aclaran y menos castigan narco-crímenes contra periodistas.
Pero el efecto va más allá. Con balas callan a los periodistas, pero al mismo tiempo los criminales y sus socios pretenden el control de los medios. Quieren que esos medios difundan su mensaje de terror; quieren usar a los medios contra el Estado, contra los ciudadanos. Y no están lejos de lograrlo.
EN EL CAMINO
En efecto Ciro, la CNDH y su presidente no sólo son tontos, sino inútiles. Lo nuevo es que no es novedad… Y una buena. La Lotería, la institución más antigua del Estado, lanzará hoy La Lotería Mexicana. Un acierto… Estamos con ustedes, siempre solidarios, porque el periodismo no tiene más protección que el propio periodismo. Los esperamos con vida.
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