Jesusa Cervantes
Las elecciones del pasado 4 de julio no desbancaron al PRI de su posición como primera fuerza electoral del país, aunque los resultados sí impactarán en los diferentes grupos políticos priistas rumbo a las elecciones del año próximo y en las presidenciales del 2012.
El experimento de las alianzas PRD-PAN que dio tres gubernaturas, modifica la configuración electoral del país pero no afecta la supremacía que el PRI mantiene en el Congreso de la Unión, lugar de donde el próximo candidato presidencial de ese partido sacará gran parte de su fuerza.
Actualmente, en la Cámara de Diputados el PRI y su aliado el Partido Verde suman 258 escaños, lo que les da la mayoría simple y la posibilidad de cambiar leyes a su antojo, además de marcar la agenda del país.
Del otro lado, suponiendo que la alianza se traslade al Poder Legislativo, con la precaria representación que tiene el PRD (71 legisladores) y los 143 diputados del PAN, apenas suman 214 votos, insuficientes para generar presión en discusiones tan importantes como las del Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos para el 2011.
Hasta antes del 4 de julio, la mayoría de los diputados priistas estaban “alineados” con el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. Sin embargo, ahora, con la pérdida de Oaxaca, Puebla y Sinaloa, cuyos actuales gobernadores son incondicionales del mexiquense, el candidato de Televisa, que parecía ir solo en la carrera presidencial, podría perder el apoyo de 39 legisladores de esos estados.
La razón es muy simple, al no tener un gobernador priista que los cohesione en un solo interés, esos legisladores tendrán la vía libre para transitar por donde quieran y vender caro su voto.
En el Senado de la República, el PRI de Manlio Fabio Beltrones, por el contrario, se consolidó, pues por medio de candidatos allegados a él, no sólo arrebató al PAN la gubernatura de Aguascalientes, sino que, además, recuperó Baja California, el emblemático bastión panista. En ese estado ganó los cinco municipios: Tijuana, Mexicali, Ensenada, Tecate y Rosarito.
Ahora, a los escasos 45 diputados incondicionales que tiene en Cámara de Diptuados, Beltrones podría sumar a su causa los 39 legisladores de Oaxaca, Puebla y Sinaloa que quedarán “huérfanos” a partir del 1 de septiembre.
De acuerdo con comentarios que han surgido dentro del propio grupo legislativo del PRI en San Lázaro, será difícil que esos 39 “huerfanitos” se alineen nuevamente a Peña Nieto, pues el pasado 4 de julio vieron que no pudo. A Beatriz Paredes, dirigente nacional del PRI y también aspirante presidencial, difícilmente se unirán, pues no sólo no pudo frenar las alianzas PAN-PRD, sino que, además, expuso al PRI a un desgaste innecesario cuando se descubrió el famoso pacto Peña Nieto-Gobernación.
Pero la última palabra aún no está dicha. Todavía falta ver si el PRI retiene Veracruz y Durango, de no ser así habría otros 25 legisladores que pensarán mucho antes de darle nuevamente su apoyo incondicional a Enrique Peña Nieto.
Por todo esto, el gran perdedor de las elecciones del pasado 4 de julio no fue el PRI, sino más bien Peña Nieto, el precandidato que parecía ir solo en su carrera por la Presidencia. Pero la gran tragedia para el joven priista no termina ahí, todavía le falta una de las pruebas más difíciles: la elección de gobernador en su estado, el próximo año. Y si como ya han advertido PAN y PRD, hacen otra alianza, sus posibilidades de que retenga para el PRI esa emblemática entidad se reducen mucho más, y se desmoronaría de tajo su ambición presidencial.
De perder el Estado de México –la “joya de la corona” de las elecciones locales--, la fidelidad a Peña Nieto de los 45 diputados de esa entidad también estaría a prueba.
Quizá por eso, mientras todo mundo hacía pronósticos para ver quién ganaría el 4 de julio, Beltrones insistió en que “en lo que se debería estar pensando es en el 5 de julio”.
Si Beltrones logra, si no equiparar, por lo menos, reducir la gran ventaja de respaldo que Peña Nieto tiene entre los diputados, eso se verá en los próximos días, cuando se discuta en un posible periodo extraordinario de sesiones la Ley Nacional de Seguridad.
Hay que recordar que dicha ley fue operada por Beltrones en el Senado de la República y frenada por un sector castrense respaldado por algunos simpatizantes de Peña Nieto.
Votar dicha ley en periodo extraordinario será prueba de que el segundo aspirante a la candidatura vuelve a entrar a la carrera que Peña Nieto parecía estar ganando sin problema alguno.
Sin embargo, entre los propios priistas sigue rondando una pregunta que no ha tenido respuesta. ¿Quién está detrás de Peña Nieto y de Beltrones? Algunos siguen pensando que es el mismísimo Carlos Salinas de Gortari.
No hay que perder de vista los efectos que tendrá el 4 de julio en el PRI de la Cámara de Diputados, el cual parece que dejó de ser totalmente peñista.
Las elecciones del pasado 4 de julio no desbancaron al PRI de su posición como primera fuerza electoral del país, aunque los resultados sí impactarán en los diferentes grupos políticos priistas rumbo a las elecciones del año próximo y en las presidenciales del 2012.
El experimento de las alianzas PRD-PAN que dio tres gubernaturas, modifica la configuración electoral del país pero no afecta la supremacía que el PRI mantiene en el Congreso de la Unión, lugar de donde el próximo candidato presidencial de ese partido sacará gran parte de su fuerza.
Actualmente, en la Cámara de Diputados el PRI y su aliado el Partido Verde suman 258 escaños, lo que les da la mayoría simple y la posibilidad de cambiar leyes a su antojo, además de marcar la agenda del país.
Del otro lado, suponiendo que la alianza se traslade al Poder Legislativo, con la precaria representación que tiene el PRD (71 legisladores) y los 143 diputados del PAN, apenas suman 214 votos, insuficientes para generar presión en discusiones tan importantes como las del Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos para el 2011.
Hasta antes del 4 de julio, la mayoría de los diputados priistas estaban “alineados” con el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. Sin embargo, ahora, con la pérdida de Oaxaca, Puebla y Sinaloa, cuyos actuales gobernadores son incondicionales del mexiquense, el candidato de Televisa, que parecía ir solo en la carrera presidencial, podría perder el apoyo de 39 legisladores de esos estados.
La razón es muy simple, al no tener un gobernador priista que los cohesione en un solo interés, esos legisladores tendrán la vía libre para transitar por donde quieran y vender caro su voto.
En el Senado de la República, el PRI de Manlio Fabio Beltrones, por el contrario, se consolidó, pues por medio de candidatos allegados a él, no sólo arrebató al PAN la gubernatura de Aguascalientes, sino que, además, recuperó Baja California, el emblemático bastión panista. En ese estado ganó los cinco municipios: Tijuana, Mexicali, Ensenada, Tecate y Rosarito.
Ahora, a los escasos 45 diputados incondicionales que tiene en Cámara de Diptuados, Beltrones podría sumar a su causa los 39 legisladores de Oaxaca, Puebla y Sinaloa que quedarán “huérfanos” a partir del 1 de septiembre.
De acuerdo con comentarios que han surgido dentro del propio grupo legislativo del PRI en San Lázaro, será difícil que esos 39 “huerfanitos” se alineen nuevamente a Peña Nieto, pues el pasado 4 de julio vieron que no pudo. A Beatriz Paredes, dirigente nacional del PRI y también aspirante presidencial, difícilmente se unirán, pues no sólo no pudo frenar las alianzas PAN-PRD, sino que, además, expuso al PRI a un desgaste innecesario cuando se descubrió el famoso pacto Peña Nieto-Gobernación.
Pero la última palabra aún no está dicha. Todavía falta ver si el PRI retiene Veracruz y Durango, de no ser así habría otros 25 legisladores que pensarán mucho antes de darle nuevamente su apoyo incondicional a Enrique Peña Nieto.
Por todo esto, el gran perdedor de las elecciones del pasado 4 de julio no fue el PRI, sino más bien Peña Nieto, el precandidato que parecía ir solo en su carrera por la Presidencia. Pero la gran tragedia para el joven priista no termina ahí, todavía le falta una de las pruebas más difíciles: la elección de gobernador en su estado, el próximo año. Y si como ya han advertido PAN y PRD, hacen otra alianza, sus posibilidades de que retenga para el PRI esa emblemática entidad se reducen mucho más, y se desmoronaría de tajo su ambición presidencial.
De perder el Estado de México –la “joya de la corona” de las elecciones locales--, la fidelidad a Peña Nieto de los 45 diputados de esa entidad también estaría a prueba.
Quizá por eso, mientras todo mundo hacía pronósticos para ver quién ganaría el 4 de julio, Beltrones insistió en que “en lo que se debería estar pensando es en el 5 de julio”.
Si Beltrones logra, si no equiparar, por lo menos, reducir la gran ventaja de respaldo que Peña Nieto tiene entre los diputados, eso se verá en los próximos días, cuando se discuta en un posible periodo extraordinario de sesiones la Ley Nacional de Seguridad.
Hay que recordar que dicha ley fue operada por Beltrones en el Senado de la República y frenada por un sector castrense respaldado por algunos simpatizantes de Peña Nieto.
Votar dicha ley en periodo extraordinario será prueba de que el segundo aspirante a la candidatura vuelve a entrar a la carrera que Peña Nieto parecía estar ganando sin problema alguno.
Sin embargo, entre los propios priistas sigue rondando una pregunta que no ha tenido respuesta. ¿Quién está detrás de Peña Nieto y de Beltrones? Algunos siguen pensando que es el mismísimo Carlos Salinas de Gortari.
No hay que perder de vista los efectos que tendrá el 4 de julio en el PRI de la Cámara de Diputados, el cual parece que dejó de ser totalmente peñista.
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