Álvaro Cepeda Neri
El capitalismo comercial que se manifiesta en los supermercados para el consumo de las clases medias (las populares siguen de clientes con sus marchantes en los tianguis, changarros, comercio ambulante en la jerga sonorense: tanichis o sea modestas tiendas), continúan implantándose a lo largo y ancho del territorio. Son firmas francesas, españolas, estadounidenses y mexicanas. De estas últimas, empresarios locales en los estados incursionan en ese tipo de súper. No hay, entre esos cuasimonopolios que digamos una competencia y la Procuraduría Federal del Consumidor, como el chinito, solamente milando, en tanto los indefensos consumidores son víctimas de constantes aumentos a los precios donde, además, por ser almacenes de autoservicio, el consumidor hace las veces de empleado al autodespacharse, sin siquiera las gracias de los dueños.
Por ejemplo, las cadenas de Wallmart y Soriana han montado un truco comercial para atrapar compradores. Y hasta escenifican un pleito con dimes y diretes en los medios de comunicación para, supuestamente, demostrar que los dos venden más barato. Lo cual es mentira. Como mentira es lo que las tiendas del ISSSTE y del IMSS (Farmacias Del Ahorro... ¡De Dios!, etc.), ofrezcan precios que permitan adquirir productos de la llamada canasta básica, donde el bolsillo de los mexicanos puede asegurar que en verdad esa competencia les permita resolver sus necesidades básicas.
Lo de esas dos empresas es una farsa. Sus dizque rebajas en algunos productos, casi siempre no indispensables, no se dan en aquellos que necesariamente deben adquirir los consumidores. Y las mentadas rebajas se compensan con alzas en otros artículos, al grado de que si los compradores quisieran aprovechar las rebajas de ambos, tendría que andar de uno a otro lado, con el consiguiente gasto en transporte y, ante todo, invirtiendo tiempo que también son gastos. Así que no hay tales ahorros. Los comerciantes, nunca pierden y hasta cuando anuncian remates, todo es un truco contable y son los consumidores los que salen pagando hasta lo que se echa a perder en los supermercados.
La treta de Soriana, Wallmart y el resto de tales empresas, sólo son para tentar a quienes tienen necesidad de comprar. Las tiendas de ropa, por lo general, tienen esos ganchos para el sector femenino, pues son las mujeres quienes se ven impulsadas a “ir de compras”. Van a las llamadas ventas nocturnas para, supuestamente, aprovechar las baratas y el pague sin réditos, en cuyas ofertas los comerciantes son los pillos (a los que cuenta la Biblia en sus Evangelios, que Jesús, El Nazareno, materialmente les echó al suelo sus mercancías, porque profanaron los umbrales del Templo y por engañar a los consumidores). Así que solamente son trucos para tratar de engañar a los consumidores que siempre son las víctimas de la inflación reptante, es decir, los aumentos constantes de precios, haciendo rebajas en los productos con menor demanda.
El capitalismo comercial que se manifiesta en los supermercados para el consumo de las clases medias (las populares siguen de clientes con sus marchantes en los tianguis, changarros, comercio ambulante en la jerga sonorense: tanichis o sea modestas tiendas), continúan implantándose a lo largo y ancho del territorio. Son firmas francesas, españolas, estadounidenses y mexicanas. De estas últimas, empresarios locales en los estados incursionan en ese tipo de súper. No hay, entre esos cuasimonopolios que digamos una competencia y la Procuraduría Federal del Consumidor, como el chinito, solamente milando, en tanto los indefensos consumidores son víctimas de constantes aumentos a los precios donde, además, por ser almacenes de autoservicio, el consumidor hace las veces de empleado al autodespacharse, sin siquiera las gracias de los dueños.
Por ejemplo, las cadenas de Wallmart y Soriana han montado un truco comercial para atrapar compradores. Y hasta escenifican un pleito con dimes y diretes en los medios de comunicación para, supuestamente, demostrar que los dos venden más barato. Lo cual es mentira. Como mentira es lo que las tiendas del ISSSTE y del IMSS (Farmacias Del Ahorro... ¡De Dios!, etc.), ofrezcan precios que permitan adquirir productos de la llamada canasta básica, donde el bolsillo de los mexicanos puede asegurar que en verdad esa competencia les permita resolver sus necesidades básicas.
Lo de esas dos empresas es una farsa. Sus dizque rebajas en algunos productos, casi siempre no indispensables, no se dan en aquellos que necesariamente deben adquirir los consumidores. Y las mentadas rebajas se compensan con alzas en otros artículos, al grado de que si los compradores quisieran aprovechar las rebajas de ambos, tendría que andar de uno a otro lado, con el consiguiente gasto en transporte y, ante todo, invirtiendo tiempo que también son gastos. Así que no hay tales ahorros. Los comerciantes, nunca pierden y hasta cuando anuncian remates, todo es un truco contable y son los consumidores los que salen pagando hasta lo que se echa a perder en los supermercados.
La treta de Soriana, Wallmart y el resto de tales empresas, sólo son para tentar a quienes tienen necesidad de comprar. Las tiendas de ropa, por lo general, tienen esos ganchos para el sector femenino, pues son las mujeres quienes se ven impulsadas a “ir de compras”. Van a las llamadas ventas nocturnas para, supuestamente, aprovechar las baratas y el pague sin réditos, en cuyas ofertas los comerciantes son los pillos (a los que cuenta la Biblia en sus Evangelios, que Jesús, El Nazareno, materialmente les echó al suelo sus mercancías, porque profanaron los umbrales del Templo y por engañar a los consumidores). Así que solamente son trucos para tratar de engañar a los consumidores que siempre son las víctimas de la inflación reptante, es decir, los aumentos constantes de precios, haciendo rebajas en los productos con menor demanda.
Comentarios