Las palabrotas... ¡del secretario de Educación!

Álvaro Cepeda Neri

Con eso de que los panistas borran sus pecados yendo al confesionario y sus delitos quedan en el limbo de la impunidad, pues hasta les da por usar lo que comúnmente llamamos “palabrotas”. Como la palabra: pinche, que en el diccionario realmente significa: ayudante de cocina, en la jerga del mal hablar a la mexicana, se le da una variante despectiva y casi siempre de insulto. La mayoría pronuncia: pinchi y su utilización cotidiana es para menospreciar, pero con una carga de odio. El secretario de Educación Pública, panista recalcitrante de los del estilo a la Manuel Espino, bravucón, buscapleitos y quien aspira a ser el candidato del PAN a la sucesión calderonista (protegido, dice, por la poderosísima jefe de la Oficina de la Presidencia, que “inmortalizó” el salinista José Córdoba), le ha dado por imitar a Peña Nieto y Ebrard, yendo a las campañas electorales de los panistas.

Lujambio se fue a Veracruz para apoyar al ex priísta Miguel Ángel Yunes, y en un mitin se puso a gritar por tres ocasiones lo de pinche para burlarse del desgobernador espiado por la Oficina de la Presidencia y el CISEN de Gobernación (o sea por doña Patricia Flores, Elizondo y Gómez-Mont), el tal Fidel Herrera. Se le olvidó al calderonista o pasó por alto que por su cargo debe usar un lenguaje más educado y no la jerga del carretonero, para dar el ejemplo. Nada le importó y para ser aplaudido, dado que su discurso de apoyo, era aburrido, expresó que Fidel y su candidato dijeron estar en la plenitud de su poder, para cuestionarlos con: “¿Cuál plenitud? ¿Cuál pinche poder?... más allá del pinche poder... y que están en plenitud del pinche poder” (Reforma: 28/VI/10).

De inmediato los panistas del mitin le respondieron con un nutrido aplauso, lo cual provocó que Lujambio hiciera gala de que la palabra pinche (en el sentido de burla), es de su uso común y que así ha de tratar a sus subalternos; o al menos cuando está en su despacho, sentado frente al escritorio que fue de José Vasconcelos y sabe que los maestros de la disidencia están alrededor del edificio de la secretaría, les ha de lanzar uno que otro pinche. Y que en sus acuerdos con su jefe Calderón, los dos se ponen a pinchear a sus adversarios y enemigos. Para tratar de disculparse, Lujambio al final del mitin dijo que no era su manera de hablar y que solamente estaba repitiendo la jerga de Fidel.

Usar “palabrotas” es muy común en el hablar cotidiano de no pocos mexicanos; pero, que en un acto público el titular de la dependencia de ¡Educación!, justificando utilizarlas para imitar al desgobernador jarocho, y hacer un acto mediocremente burlón, no es lo que se espera de quien más obligado está, cuando menos en público, a expresarse con corrección. Se trata de mejorar cada vez más el uso del lenguaje, aunque en este caso los panistas son muy dados a las llamadas groserías (como fue el caso de María Luisa Calderón, hermana de quien ya sabe el lector, que siendo senadora le daba rienda suelta a las palabrotas, mismas que según cuentan, a los Calderón se les da con facilidad.

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