Hay demasiado mito en torno a la maestra Elba Esther Gordillo, quien vendió cara su alianza en 2006 cuando le entregó el magisterio oficial al entonces candidato Felipe Calderón.
La elección presidencial mostró que el respaldo de los maestros se notó en dos circunscripciones en el norte del país, pero que en las tres restantes votaron por Andrés Manuel López Obrador.
La fama la quedó, dentro de la picaresca de la política nacional, y se ha trasladado hasta las elecciones del domingo pasado, donde le adjudican la victoria del aliancista Rafael Moreno Valle en Puebla, y la cerrada contienda de Miguel Ángel Yunes en Veracruz. Pero no es para tanto.
Sí apoyo a Moreno Valle de manera importante, pero hay otros factores significativos en su victoria, como los pleitos internos en el PRI que detonaron su resurgimiento, y el apoyo del PAN estatal que se cuadró ante los designios del centro y lo respaldó.
Con Yunes, pese a que jugó en alianza con el partido de Gordillo, Nueva Alianza, no hubo un respaldo más allá del local. La maestra, en cambio, perdió fichas en Sinaloa y no le está yendo nada bien en Durango, donde hasta se podría anular la elección. Es decir, sí hay fuerza política, pero no tanta como lo perciben fuera de donde se tejen y manejan las cosas del poder.
La elección presidencial mostró que el respaldo de los maestros se notó en dos circunscripciones en el norte del país, pero que en las tres restantes votaron por Andrés Manuel López Obrador.
La fama la quedó, dentro de la picaresca de la política nacional, y se ha trasladado hasta las elecciones del domingo pasado, donde le adjudican la victoria del aliancista Rafael Moreno Valle en Puebla, y la cerrada contienda de Miguel Ángel Yunes en Veracruz. Pero no es para tanto.
Sí apoyo a Moreno Valle de manera importante, pero hay otros factores significativos en su victoria, como los pleitos internos en el PRI que detonaron su resurgimiento, y el apoyo del PAN estatal que se cuadró ante los designios del centro y lo respaldó.
Con Yunes, pese a que jugó en alianza con el partido de Gordillo, Nueva Alianza, no hubo un respaldo más allá del local. La maestra, en cambio, perdió fichas en Sinaloa y no le está yendo nada bien en Durango, donde hasta se podría anular la elección. Es decir, sí hay fuerza política, pero no tanta como lo perciben fuera de donde se tejen y manejan las cosas del poder.
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