La sombra del Peje

Cortesía de Diego Petersen Farra / Internacionalista

Cuando más festejaban PAN y PRD el éxito de sus alianzas, se les apareció el fantasma de López Obrador. Fiel a su estilo, Andrés Manuel les midió el tiempo y fue hasta el miércoles que decidió dar su opinión sobre los resultados del domingo y lo hizo de la mejor manera posible para desestabilizar al perredismo: destapándose.
Si López Obrador se presenta como candidato por cualquier partido, asegura entre 15 y 20% de la votación. Para el PT o Convergencia, cuyo peso en las alianzas nunca se valúa en más de tres por ciento y que solos podrían hasta perder el registro, la mitad de esto es un porcentaje que en su vida habían soñado lograr.

Andrés Manuel sí puede llegar a 20%, el problema es que no va a pasar de ahí. La paradoja del voto pejista está en que lo que es muchísimo para los chiquitos representaría un fracaso para el PRD. El único incentivo posible para que el PT y Convergencia no lancen a López Orador es que una alianza de izquierda pudiera ganar la Presidencia de la República, y en este momento ese personaje no ha aparecido en el escenario. Sin duda Marcelo Ebrard es el mejor candidato que tiene el PRD, pero no está en la punta.

En los largos y tediosos anuncios de cinco minutos que tienen los partidos en la radio, el PT comenzó ya una campaña a la presidencia para AMLO. La campaña del "se tiene" (en el anuncio dice todo lo que "se tiene que hacer", así en impersonal y transitivo, para que este país sea maravilloso) pretende impulsar desde ahora un proyecto de gobierno y forzar a la izquierda a adoptar un programa. Es decir, en cualquier escenario, incluyendo la remota posibilidad de que aceptara no competir por la presidencia y apoyar a un candidato único de la izquierda, López Obrador va a imponer su visión y va a impedir el desarrollo de una izquierda moderna. El lopezobradorismo tiende cada vez más a un renacimiento de la izquierda echeverrista, de un Estado protector de los grupos vulnerables (lo cual tiene enormes virtudes y un gran defecto; que a la larga todo grupo social es de alguna manera vulnerable y no hay Estado ni Hacienda que alcancen) y se aleja de la visión de una izquierda moderna, de una economía de mercado donde el papel social del Estado se concibe fundamentalmente como gestor y corrector de la igualdad de oportunidades.

Donde debe haber fiesta es en las oficinas del PRI y en el Palacio de Gobierno de Toluca. Después de todas las malas noticias del inicio de semana por las derrotas en Puebla, Oaxaca y Sinaloa, la aparición de López Obrador en escena es música para los oídos tricolores: si Andrés Manuel compite por la Presidencia, el PRI va en caballo de hacienda rumbo a Los Pinos.

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