La rebelión de las masas

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

Pensar esta pasada jornada electoral únicamente en términos del cambio de la correlación de fuerzas -por la vía de las alianzas-, es un ejercicio reduccionista que no refleja el comportamiento ciudadano durante el Superdomingo. Los resultados están gritando que hubo una revuelta ciudadana contra la mayoría de los 12 gobiernos que se pusieron en juego, más allá de los partidos que representaban. Es decir, no fueron carismas, programas sociales, estrategias o guerras sucias los principales factores de modulación de voto, sino el claro hartazgo hacia el poder establecido. Como nunca antes se había visto en cantidad y calidad, la mitad de los gobierno estatales cambiarán de partido y los votantes propinaron grados de castigo diferenciados en la alternancia.

El comportamiento electoral fue heterogéneo y no pueden trazarse patrones generales ni establecerse premisas globales. En cuatro estados donde hubo cambio de gobierno, los electores castigaron a sus gobernantes: Aguascalientes, Puebla, Tlaxcala y Zacatecas. En esos casos, los electores votaron por la oposición y, además, les entregaron el Congreso local, con lo cual pueden empezar a construir un gobierno sin obstáculos legislativos. Sin embargo, el nivel de repudio a sus gobernadores fue varió.

De estas cuatro entidades, los gobernadores más castigados fueron la perredista Amalia García en Zacatecas, y el panista Luis Armando Reynoso Femat en Aguascalientes, donde los electores prácticamente le entregaron todos los poderes, estatales, municipales y el Congreso al PRI. Ambos gobernadores se caracterizaron por haber generado fracturas profundas dentro de su partido y su base electoral durante el proceso, además de verse envueltos directa o indirectamente en acusaciones relacionadas con el abuso de poder y la corrupción.

En Puebla, los electores escogieron a Rafael Moreno Valle y le dieron también el respaldo con una ligera ventaja de tres diputados del PAN y del PRD sobre el PRI en el Congreso local. Tlaxcala estuvo más cerrado y el gobernador panista Héctor Ortiz fue menos castigado que el priista Mario Marín, donde el electorado poblano le quitó el respaldo al PRI en el Congreso local y los municipios. En Tlaxcala, donde el priista Mariano González tendrá dos diputados más que la oposición, al igual que Moreno Valle, el proceso de negociación con el legislativo será más complejo que en los dos casos anteriores. Pero no más, empero, que en otras entidades.

Por ejemplo en Oaxaca y Sinaloa. Las resonantes victorias aliancistas de Gabino Cué en Oaxaca, y Mario López Valdés en Sinaloa, no tuvieron correspondencia con el respaldo de los votantes en el Congreso local, donde los nuevos mandatarios tendrán contrapesos. En el caso de Oaxaca, con el 96% del voto computado -sin posibilidad de un giro significativo-, el PRI conquistó prácticamente la totalidad del Congreso, con sólo dos legisladores del PRD que respaldarán inequívocamente el proyecto de gobierno de Cué. En Sinaloa, donde el PRI se partió en dos y varios ex gobernadores priistas respaldaron a López Valdés, el Congreso apuntaba para una mayoría de 6 diputados del PRI sobre los de la alianza.

Elecciones cerradas para gobernador tuvieron también diferencias abiertas en el Congreso local, como en Durango y Veracruz. Aunque los cómputos perfilan las victorias de los priistas Jorge Herrera y Javier Duarte, respectivamente -la diferencia de votos y el total computado hacen difícil un cambio en la tendencia y abren la puerta a la lucha postelectoral-, en los congresos locales el PRI no tiene mayor problema. Los duranguenses le otorgaron una ventaja al PRI sobre sus opositores en el Congreso de casi dos por uno, mientras que en Veracruz la diferencia del PRI sobre la oposición es de casi tres por uno.

No hay todavía información suficiente para poder determinar el porqué de ese comportamiento similar en las dos entidades con peculiaridades distintas. En ambos casos se puede argumentar un desgaste de los gobernadores actuales, Ismael Hernández en Durango, y Fidel Herrera en Veracruz, pero en este último estado, a diferencia del primero, no hubo una fractura en el PRI de donde saliera el candidato de oposición. En Durango José Rosas Aispuro abandonó el PRI por inconformidad con la selección del candidato para gobernador, y se fue con una alianza que sufrió merma al no contar con el apoyo del PT, que tiene en esa entidad su bastión. En Veracruz, donde Herrera tiene más de 80% de aprobación, hay indicios de una desmovilización priista que afectó a Duarte, sin tenerse claro aún las razones de esa paralización en zonas donde se nutrió de votos el panista Miguel Ángel Yunes.

En Hidalgo se dio uno de los fenómenos más interesantes de la elección, donde la aliancista Xóchitl Gálvez, sin apoyo real de la estructura de los partidos que la nominaron, con sus propios errores por desconocimiento de operaciones electorales, frente a un vacío en los medios de comunicación y ante una maquinaria priista que se sustenta en poderes caciquiles, llegó al 45% de votación, a menos de seis puntos del candidato priista, Francisco Olvera, respaldado plenamente por el gobernador Miguel Osorio Chong. Casi la mitad de los votantes expresaron malestar con el gobierno, aunque a nivel de diputados le dieron una ventaja de 5 a 1 al PRI sobre la oposición. El caso de Gálvez se parece en forma y fondo al de Cué hace seis años ante Ulises Ruiz en Oaxaca.

La lectura analítica de los partidos y sus estrategas de lo que sucedió este domingo debe despojar a todos de espejismos y análisis superficiales, como sugieren las primeras declaraciones de replicar automáticamente las alianzas. Esa estrategia funciona, pero como lo prueban los datos preliminares de los resultados, no es únicamente mediante la suma de fuerzas y votos como se tiene éxito. Habrá que desdoblar el comportamiento del electorado y revisar el hartazgo o satisfacción hacia los gobernantes, para replantear tácticas y estrategias. Las lecciones que deja el electorado este domingo son muy importantes para todos los partidos y todos los gobernantes. Quien las procese y aprenda de ellas, podrá mantenerse en el poder o conquistarlo. Quien siga utilizando categorías de análisis obsoletas, como hay todavía muchos, están viviendo tiempos que se están agotando ante ojos que no quieren ver.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Si Xochitl Galvez No es Gobernadora, la proponemos para Presidenta en 2012.