La intriga del jefe Diego

José Gil Olmos

La difusión de la segunda foto de Diego Fernández de Cevallos secuestrado y de las cartas en las que suplica a su hijo que pague el rescate a sus plagiarios, es un nuevo fragmento de este rompecabezas de intrigas, misterios y complicidades que se ha tejido alrededor de este acontecimiento cuyo final aún está en suspenso.

Después de que fuera secuestrado entre el 14 y el 15 de mayo en su rancho de Querétaro, muchas versiones han surgido sobre la identidad de los plagiarios y los motivos que tuvieron para retenerlo.

La última versión o pieza de este escabroso crucigrama es el supuesto correo electrónico que recibió el periodista José Cárdenas y que, si nos atenemos a los hechos, podría ser una filtración de la Procuraduría General de la República (PGR) para presionar a la familia a que acceda a las peticiones de un rescate de 50 millones de dólares.

El pasado viernes 23, Cárdenas escribió en su columna del diario El Universal que tenía datos del secuestro de El Jefe Diego. En un estilo completamente ambiguo e incierto, escribió que “circulaba en pasadizos del gabinete de seguridad nacional” la información de que lo había secuestrado el grupo guerrillero Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo (TDR-EP) al mando del comandante José Arturo, a quien identificaba con el nombre de Constantino Alejandro Canseco Ruiz.

Usando siempre una preposición condicional, dijo “que la liberación de Diego está prevista entre septiembre y noviembre”, pero “que antes le harán un juicio revolucionario”.

Sin embargo, esta información, la foto y las cartas, al parecer, no salieron del correo electrónico de los secuestradores hacia lacuenta de twitter del periodista José Cárdenas, como él mismo lo afirmó, sino que ya estaba en manos de la PGR y de ahí fue filtrada.

La especie de que el secuestro de Fernández de Cevallos la realizó un “grupo guerrillero extremista” había circulado entre algunos políticos un par de semanas antes. Incluso se mencionaba desde entonces que se trataba de un operativo llevado a cabo por una “escisión del EPR”, el cual tenía la estructura y capacidad para retener al panista durante mucho tiempo.

Algunos de los enterados indicaron que habían visto los correos electrónicos enviados a la familia y que estaban “correctamente escritos”; incluso con un lenguaje rebuscado. “Es gente preparada”, fue la observación.

Además, precisaron que no eran 30 millones de dólares, sino 50, los que estaban pidiendo los plagiarios; y que la familia estaba vendiendo bienes para juntar la cantidad requerida para la liberación.

En su nota del martes 27, el reportero del diario La Jornada, Alfredo Méndez, ofreció un dato esclarecedor.

“La Jornada consultó anoche a funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR), quienes revelaron que el abogado Antonio Lozano Gracia entregó el manuscrito original de la carta difundida ayer al titular de la dependencia, Arturo Chávez Chávez, entre el 15 y el 19 de junio pasados.”

Es decir, que desde hace más de un mes, el gobierno de Felipe Calderón ya tenía la información sobre la situación en que se encontraba Diego Fernández de Cevallos, de las súplicas que le hacía a su hijo que lleva su mismo nombre para juntar la cantidad exigida y de las intenciones de los secuestradores de no ceder en el monto demandado para la liberación.

De ser cierto que fueron los “secuestradores misteriosos” los que le enviaron a José Cárdenas la foto y la carta, vía twitter, habría que cuestionar qué ganan con esto, si desde hace un mes no han recibido noticias de la familia de Fernández de Cevallos de las peticiones para su liberación.

En todo caso, es a la PGR la que le interesa desatorar este problema porque se ha quedado al margen de la negociación del secuestro de uno de los políticos más importantes del sistema, lo cual pone en entredicho la capacidad del gobierno.

Sin embargo, cabe la posibilidad de que otra instancia del gobierno, quizá la Secretaría de Seguridad Pública a cargo de Genaro García Luna, le interese involucrarse también en el asunto y haya filtrado la información para reventar cualquier adelanto de negociación. El “fuego amigo” ha sido una constante en el gobierno de Felipe Calderón.

En el caso del secuestro de Diego Fernández de Cevallos la intriga palaciega y la inquina de los grupos al interior del gobierno es la que ha reinado.

La ausencia de información concreta o también la administración que se ha hecho de la misma, pues la carta de El Jefe Diego fechada desde el 10 de junio se dio a conocer después de la elección del 4 de julio y en medio del escándalo de la masacre en Coahuila, sólo ha ocasionado especulaciones.

De ser cierto que los secuestró un grupo guerrillero, faltaría que se lo reivindicara, como siempre lo han hecho en el pasado. Pero esto no ha ocurrido.

Mientras tanto, ocurren hechos lamentables, el informador cobra demasiado protagonismo y trata de convertirse en la noticia cuando el sujeto principal de la historia sigue maniatado y, según sus secuestradores, hablando de su fortuna, de sus negocios, de sus relaciones personales y de las políticas también. Información que puede resultar atractiva para cualquiera porque El Jefe Diego es parte de un importante grupo político que ha manejado al país por muchos años y que tiene las vinculaciones más impúdicas con los grupos de poder que se mueven en las sombras.

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