Ofrecer disculpas no es algo común en nuestro país y mucho menos entre nuestra clase política. Raras veces se dan.
De ahí que ayer me haya sorprendido la carta que le envió el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, al presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Raúl Plascencia.
Y no porque se disculpe, en realidad no es el caso, o al menos a mí me quedó esa impresión. Sino porque me pareció muy correcta su postura.
Pero vayamos por partes. Recordarán el incidente que se dio hace unos días a propósito de la expresión “tontos útiles” que Gómez Mont utilizó en un momento de su discurso durante las Jornadas de Prevención de la Tortura el pasado 25 de junio.
Aunque más que incidente, la interpretación de esa frase le acarreó una lluvia de críticas y de reclamos al titular de Bucareli, además del posicionamiento en contra de su visión sobre el papel de quienes se avocan a defender los derechos humanos por parte de todas las comisiones de derechos humanos del país.
El hecho es que este miércoles Gómez Mont envió una carta de Plasencia –misma que divulgó a los medios de comunicación junto con el discurso en cuestión para poder contextualizar su dicho—que bien vale la pena leer. Dice así:
Estimado Raúl,
El día de hoy recibí la carta que me enviaste con fecha 28 de junio. La leo con sorpresa, puesto que su contenido es contrario a la postura que manifestaste después de que yo hice uso de la palabra en nuestro más reciente encuentro.
Ante los destellos de mordacidad de que hace gala, me es necesario comentarte lo siguiente:
Como lo señalé en dicho discurso, soy parte de una generación que durante más de treinta años ha participado en la construcción de instituciones que promueven y fortalecen el respeto de los derechos fundamentales, la cultura de la legalidad y el avance democrático del país. Que en ese contexto, he participado en la creación del sistema nacional de protección de los Derechos Humanos, de la transformación del Poder Judicial Federal y del sistema electoral mexicano. Que lo he hecho convencido que la legitimidad democrática del régimen debe sustentarse, entre otros, en estos pilares. Que aún ahora, tengo el privilegio de seguir impulsando reformas a nuestro marco constitucional en materia de derechos humanos, amparo, régimen político y seguridad nacional sobre las premisas antes mencionadas.
Que nadie puede cuestionar con fundamentos el talante de mis colaboradores en estas áreas y las políticas que estamos impulsando en estas materias.
He leído con cuidado el texto del mensaje cuya versión estenográfica te anexo. En él, no encuentro haber inferido ofensa ni a la Comisión Nacional , ni a las Estatales de Derechos Humanos. Sin prejuicio de lo anterior, reconozco que la expresión de “tontos útiles”, referida en dicho discurso, ha sido utilizada en el pasado por izquierdas y derechas con un tufo autoritario. Nada más lejos de mi formación y de las prácticas y principios a los que he sometido mi vida.
Te pido, que aparte de esta contextualización, me hagas las precisiones que tú estimas ofensivas para valorar si éstas merecen una disculpa o rectificación de mi parte. Me temo que no es a mí a quien debes reclamarle, sino a quienes han hecho interpretaciones de lo que yo dije frente a ti.
En este caso, yo hasta ahora me estoy interpretando a mí mismo.
Hasta aquí la carta. No sé qué opinen ustedes, pero leí el discurso completo de Gómez Mont y no me pareció ofensivo en lo general, si bien la expresión de “tontos útiles” bien se presta a la descalificación. Un error sin duda. Pero por lo demás, el discurso me pareció muy bueno y digno de analizarse a fondo y discutir sus planteamientos.El secretario de Gobernación no menciona cuáles fueron los “destellos de mordacidad” de que hizo gala Raúl Plasencia en la misiva que le envió éste a su vez. Sería interesante conocer su propia carta. Pero a falta de ella, leído el discurso y releída la carta de respuesta, me inclino por reconocer la postura de Gómez Mont.
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