La autorización a Calderón para mentir

Álvaro Cepeda Neri

En uno de los más famosos que leídos (y mucho menos analizados y criticados, como lo hicieron en su obra póstuma Karl R. Popper y nuestro pensador Guillermo Héctor Rodríguez) Diálogos de Platón (cuyo nombre fue: Aristocles, pero el alias se debió a que el griego, enemigo de la democracia, era un hombre robusto y de amplios hombros), los políticos que tienden a ser autoritarios, recibieron la autorización para mentir a los gobernados. Precisamente en el diálogo El político, es donde Aristocles-Platón, extendió ese certificado para los seguidores de la autocracia, el reverso de la democracia.

Así que no hay ninguna novedad, por lo que se refiere al panista Calderón, de estar constantemente mintiendo. Y más ahora durante las vísperas electorales, cuando hasta por cadena nacional (de radio y televisión) soltó su diarrea de falsedades, como la de que, aparentemente, suprimía impuestos, pero sólo difirió su pago, de mensual a cada año fiscal; presumía de la creación de empleos, cuando no son sino sustitución de los trabajadores que han sido dados de baja. La otra mentira, dizque cancelar la tenencia en los automotores, cuando solamente los compradores de automóviles nuevos no lo pagarán un año, pues les ordenaron a las automotrices asimilarlo (y ellos, mañosamente, para no perder, como todo comerciante, lo agregarán al precio, al contado o a crédito, de la compra).

El asunto es que Calderón y los suyos anduvieron muy activos, “dadivosos” y oportunistas, para ver si lograban llevar agua a su molino electoral. Prometieron hasta darnos indulgencias, no obstante que eran tan burdas sus malas intenciones, que los mexicanos no caímos en sus redes. También los ministros de la Suprema Corte le hicieron el juego a los calderonistas, con sus fallos al 50 por ciento positivos y 50 por ciento negativos. Un ejemplo de veras tramposo, fue que se habían creado más de medio millón de empleos, callando que desde el año pasado, se han perdido, por despidos y cierre de empresas (comercios, restaurantes, turismo, industrias, etc.), más de 4 millones que, adicionados al déficit, que viene desde el foxismo, tenemos más de 20 millones sin trabajo formal.

Es muy fácil para Calderón mentir, con o sin Platón, pues es sólo cuestión de soltar la lengua desde la tribuna autoritaria del presidencialismo panista. A cuatro años casi de su período, los mexicanos sabemos, en su mayoría y en su minoría en relación a la militancia partidista y preferencias electorales, que el calderonismo ha estado mintiendo. Y metida en el barranco de la inseguridad la sociedad padece, además, desempleo, encarecimiento de alimentos y aumento de impuestos, como de los precios de bienes y servicios gubernamentales, a la par de alzas en el mercado de productos del sector privado. Las mentiras de Calderón, que le son perdonadas en sus confesiones, rezando algunos padresnuestros, no lo salvan de la condena política por su mal gobierno que arrastró ya al país al desastre en todos los frentes.

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