Astillero / Julio Hernández López
- Narro y De la Fuente
- ¿Alianza con Ebrard?
El rector de la UNAM, José Narro Robles, ha ido ocupando el espacio declarativo que los descalificados líderes de la izquierda institucionalizada han ido dejando y, ya acomodado en ese desierto conceptual, ha producido discursos y declaraciones que en términos generales resultan plausibles. Valor especial ha tenido la invariable defensa activa de las universidades públicas ante una administración federal que no ha encontrado hasta ahora las condiciones propicias para desarrollar una "guerra" académica que reduzca la importancia de esas casas de estudio y termine favoreciendo las opciones privadas de las que marcadamente ese gobierno ha nutrido sus filas ejecutivas.
La valía oratoria antes descrita tiene, sin embargo, una adscripción política futurista que cada vez resulta más evidente. El doctor Narro proviene y forma parte de la corriente política que tiene como principal figura a José Ramón de la Fuente, el ex secretario de Salud del gabinete de Ernesto Zedillo que justamente por instrucciones del entonces presidente de la República se encargó de "pacificar" la UNAM luego de una prolongada y accidentada huelga. De la Fuente es un político mediático que ha cultivado las suficientes relaciones políticas como para sostener la aspiración de ocupar nuevos y mejores cargos, y cuenta con una notable aceptación en segmentos de clase media urbana que aprecian su talante, aparentemente alejando del desgastado perfil de los políticos tradicionales. El punto operativamente débil de De la Fuente proviene de la fortaleza de fondo que le da esa falta de adscripción partidista (podría decirse que fue priista en tanto zedillista, pero sobrarían quienes jurarían que el Ernesto de 1994 a 2000 fue todo menos un verdadero militante tricolor). De no existir el virtual secuestro de la postulación de candidaturas por parte de los partidos amafiados para mantener para ellos el negocio de la política, De la Fuente habría participado ya en anteriores comicios y seguramente habría ocupado cargos de representación popular.
Rumbo a 2012, De la Fuente ha vuelto a montar el tenderete de las opciones ciudadanas y promueve grupos de universitarios que le candidatean a la Presidencia de la República, en un esfuerzo que pareciera tener muy claro que los espacios viables ya están ocupados por personajes en pugna interna dentro de los partidos de los que son militantes, acaso animados esos impulsores del ex rector por la posibilidad de colocar a su guía en una posición secundaria pero igualmente gananciosa, como podría ser una senaduría, un acomodo en el próximo gabinete presidencial o la jefatura del gobierno capitalino...
Precisamente ayer, en un acto con más tonos de activismo político que de reflexión histórica, el rector Narro (es decir, una voz inscrita en el curso de las aspiraciones de De la Fuente) recibió una medalla de manos de Marcelo Ebrard y pronunció un discurso que critica la agravada situación actual, demanda nuevos modelos políticos y plantea, según el reporte de Notimex, una especie de adelantada amnesia histórica, pues "se debe abandonar la búsqueda de culpables en la historia para definir tareas para el futuro". Ese enfoque muestra con claridad el estilo que ha permitido a la corriente de De la Fuente mantener empaque virtual a costa de eludir compromisos reales. Pose, declaración y sonoridad mientras se nada entre aguas, hoy enmedio de las versiones de que en el seno del perredismo chucho y el aliancismo camachista se ve con simpatía la posibilidad de que Ebrard sea candidato a Los Pinos y el ex rector a la gubernatura de la capital del país. En ese contexto ya dominado por lo electoral, el doctor Narro debería cuidar que las palabras institucionales del conductor de la Máxima Casa de Estudios no parezcan motivadas por razones grupales. México no merece lo que está sufriendo, ha dicho con razón el rector, pero también ha de evitarse el que segmentos directivos de la UNAM parezcan metidos en los sufrimientos futuristas, porque esa universidad tampoco lo merece.
- Narro y De la Fuente
- ¿Alianza con Ebrard?
El rector de la UNAM, José Narro Robles, ha ido ocupando el espacio declarativo que los descalificados líderes de la izquierda institucionalizada han ido dejando y, ya acomodado en ese desierto conceptual, ha producido discursos y declaraciones que en términos generales resultan plausibles. Valor especial ha tenido la invariable defensa activa de las universidades públicas ante una administración federal que no ha encontrado hasta ahora las condiciones propicias para desarrollar una "guerra" académica que reduzca la importancia de esas casas de estudio y termine favoreciendo las opciones privadas de las que marcadamente ese gobierno ha nutrido sus filas ejecutivas.
La valía oratoria antes descrita tiene, sin embargo, una adscripción política futurista que cada vez resulta más evidente. El doctor Narro proviene y forma parte de la corriente política que tiene como principal figura a José Ramón de la Fuente, el ex secretario de Salud del gabinete de Ernesto Zedillo que justamente por instrucciones del entonces presidente de la República se encargó de "pacificar" la UNAM luego de una prolongada y accidentada huelga. De la Fuente es un político mediático que ha cultivado las suficientes relaciones políticas como para sostener la aspiración de ocupar nuevos y mejores cargos, y cuenta con una notable aceptación en segmentos de clase media urbana que aprecian su talante, aparentemente alejando del desgastado perfil de los políticos tradicionales. El punto operativamente débil de De la Fuente proviene de la fortaleza de fondo que le da esa falta de adscripción partidista (podría decirse que fue priista en tanto zedillista, pero sobrarían quienes jurarían que el Ernesto de 1994 a 2000 fue todo menos un verdadero militante tricolor). De no existir el virtual secuestro de la postulación de candidaturas por parte de los partidos amafiados para mantener para ellos el negocio de la política, De la Fuente habría participado ya en anteriores comicios y seguramente habría ocupado cargos de representación popular.
Rumbo a 2012, De la Fuente ha vuelto a montar el tenderete de las opciones ciudadanas y promueve grupos de universitarios que le candidatean a la Presidencia de la República, en un esfuerzo que pareciera tener muy claro que los espacios viables ya están ocupados por personajes en pugna interna dentro de los partidos de los que son militantes, acaso animados esos impulsores del ex rector por la posibilidad de colocar a su guía en una posición secundaria pero igualmente gananciosa, como podría ser una senaduría, un acomodo en el próximo gabinete presidencial o la jefatura del gobierno capitalino...
Precisamente ayer, en un acto con más tonos de activismo político que de reflexión histórica, el rector Narro (es decir, una voz inscrita en el curso de las aspiraciones de De la Fuente) recibió una medalla de manos de Marcelo Ebrard y pronunció un discurso que critica la agravada situación actual, demanda nuevos modelos políticos y plantea, según el reporte de Notimex, una especie de adelantada amnesia histórica, pues "se debe abandonar la búsqueda de culpables en la historia para definir tareas para el futuro". Ese enfoque muestra con claridad el estilo que ha permitido a la corriente de De la Fuente mantener empaque virtual a costa de eludir compromisos reales. Pose, declaración y sonoridad mientras se nada entre aguas, hoy enmedio de las versiones de que en el seno del perredismo chucho y el aliancismo camachista se ve con simpatía la posibilidad de que Ebrard sea candidato a Los Pinos y el ex rector a la gubernatura de la capital del país. En ese contexto ya dominado por lo electoral, el doctor Narro debería cuidar que las palabras institucionales del conductor de la Máxima Casa de Estudios no parezcan motivadas por razones grupales. México no merece lo que está sufriendo, ha dicho con razón el rector, pero también ha de evitarse el que segmentos directivos de la UNAM parezcan metidos en los sufrimientos futuristas, porque esa universidad tampoco lo merece.
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