Fidel Samaniego
"Nosotros ya no vamos a esperar. Nosotros vamos al doce -al año 2012- ya, que quede claro", dijo Andrés Manuel López Obrador a Carlos Puig.
Y con esas catorce palabras puso nerviosos a unos, inquietos a otros, despertó el apoyo, la euforia, la esperanza de los suyos, y el repudio, los ataques, las ofensas de los que están en su contra.
Porque habrá que decirlo una vez más, no es Andrés Manuel un hombre que le sea indiferente a la opinión pública. Para él, con él, no hay medias tintas: lo adoran o lo odian.
Luego, en intencionado plural, en la entrevista radiofónica, al descartar que pretenda fundar un nuevo partido político, López Obrador señaló: "buscaremos uno que nos registre, que esté de acuerdo a nuestros principios".
-¿Puede ser el PRD?-, le preguntó el conductor del noticiario.
-...el PT o Convergencia-, respondió el controvertido político tabasqueño.
-¿Puede ser el PAN?
-¡No, ahí no!... ¡Zafo!... dicen los jóvenes.
Insistió entonces que en el año 2012 enfrentará a la mafia en el poder con sus dos partidos, el PAN y el PRI. Intencionado plural con el que habló sobre sus aspiraciones, digo, porque en la misma entrevista, como ya lo había señalado en otras ocasiones, Andrés Manuel López Obrador aseguró que tiene entre 15 y 20 millones de seguidores, integrantes de su movimiento organizados en más de 20 mil comités municipales.
Es decir, cuando apunta que buscarán un partido que registre su candidatura, y que enfrentarán al PRI y al PAN, se refiere a esas personas, y a quienes siguen con él y que están en el escenario político, incluídos militantes y personajes del PRD, desde luego no la dirigencias formal, no Jesús Ortega y su grupo que, dijo Andrés Manuel, aunque aparentemente ganaron Oaxaca, Puebla y Sinaloa, perdieron al aliarse con los causantes de la tragedia nacional.
López Obrador, el que provoca tempestades. Cuando era jefe de gobierno del Distrito Federal, ante las preguntas sobre si buscaría la Presidencia de la República en el 2006, insistía: "A mi que me den por muerto" aunque en realidad estaba vivo, se pasaba de vivo.
Cometió errores en su campaña, el PAN y el gobierno lanzaron una dura campaña de miedo, dirigida a los ciudadanos, señalando que era "un peligro para México". Y pese a todo, según las cifras oficiales quedó apenas a medio punto porcentual, alrededor de 200 mil votos de Felipe Calderón.
Y desde entonces, sin duda, no ha dejado de estar activo. Ha recorrido todo el país. Durante cuatro meses visitó todos los municipios de Oaxaca con el hoy candidato triunfador Gabino Cué. Publicó dos libros.
Supuestamente, a instancias de Manuel Camacho, habría llegado a un acuerdo con Marcelo Ebrard para que a mediados del año 2011, de acuerdo a diversas encuestas de intención de voto se determinara que uno de ellos sería el candidato de unidad de la izquierda y que el otro le apoyaría.
Hasta ahora, las encuestas ubican a López Obrador por encima de Ebrard. Pero en las recientes elecciones estatales, Marcelo estuvo involucrado, presente, invirtió capital político, ganó. Y ya lo habíamos señalado aquí, sus colaboradores más cercanos contaban que para él el 2012 inició el lunes pasado. También, desde luego tiene su estrategia.
Posiblemente ante ello, y frente a la idea de que el ala perredista de Jesús Ortega aliada con Ebrard se había fortalecido, López Obrador relanzó su precandidatura, dijo que no esperarán.
Uno y otros, en declaraciones posteriores han asegurado que el pacto no se ha roto, que habrá unidad. "No le daremos gusto a la derecha" dijo López Obrador. Cuauhtémoc Cárdenas propuso que la candidatura se defina en votación ya sea de la militancia o abierta a toda la ciudadanía.
Pero lo cierto es que esas catorce palabras de Andrés Manuel impactaron.
Llama la atención que quienes dicen que está acabado, que está mal de sus facultades mentales, incluso opinadores, columnistas, sean los que más virulentamente reaccionan, redoblan los ataques en su contra. Podría suponerse que ante alguien que ya no representa peligro electoral, la respuesta sería la indiferencia.
Preocupante sí, para la izquierda que haya pugna, que rompan López Obrador y Ebrard.
¿Chocarán, negociarán?
La respuesta está en el viento humedo, bajo la tormenta.
"Nosotros ya no vamos a esperar. Nosotros vamos al doce -al año 2012- ya, que quede claro", dijo Andrés Manuel López Obrador a Carlos Puig.
Y con esas catorce palabras puso nerviosos a unos, inquietos a otros, despertó el apoyo, la euforia, la esperanza de los suyos, y el repudio, los ataques, las ofensas de los que están en su contra.
Porque habrá que decirlo una vez más, no es Andrés Manuel un hombre que le sea indiferente a la opinión pública. Para él, con él, no hay medias tintas: lo adoran o lo odian.
Luego, en intencionado plural, en la entrevista radiofónica, al descartar que pretenda fundar un nuevo partido político, López Obrador señaló: "buscaremos uno que nos registre, que esté de acuerdo a nuestros principios".
-¿Puede ser el PRD?-, le preguntó el conductor del noticiario.
-...el PT o Convergencia-, respondió el controvertido político tabasqueño.
-¿Puede ser el PAN?
-¡No, ahí no!... ¡Zafo!... dicen los jóvenes.
Insistió entonces que en el año 2012 enfrentará a la mafia en el poder con sus dos partidos, el PAN y el PRI. Intencionado plural con el que habló sobre sus aspiraciones, digo, porque en la misma entrevista, como ya lo había señalado en otras ocasiones, Andrés Manuel López Obrador aseguró que tiene entre 15 y 20 millones de seguidores, integrantes de su movimiento organizados en más de 20 mil comités municipales.
Es decir, cuando apunta que buscarán un partido que registre su candidatura, y que enfrentarán al PRI y al PAN, se refiere a esas personas, y a quienes siguen con él y que están en el escenario político, incluídos militantes y personajes del PRD, desde luego no la dirigencias formal, no Jesús Ortega y su grupo que, dijo Andrés Manuel, aunque aparentemente ganaron Oaxaca, Puebla y Sinaloa, perdieron al aliarse con los causantes de la tragedia nacional.
López Obrador, el que provoca tempestades. Cuando era jefe de gobierno del Distrito Federal, ante las preguntas sobre si buscaría la Presidencia de la República en el 2006, insistía: "A mi que me den por muerto" aunque en realidad estaba vivo, se pasaba de vivo.
Cometió errores en su campaña, el PAN y el gobierno lanzaron una dura campaña de miedo, dirigida a los ciudadanos, señalando que era "un peligro para México". Y pese a todo, según las cifras oficiales quedó apenas a medio punto porcentual, alrededor de 200 mil votos de Felipe Calderón.
Y desde entonces, sin duda, no ha dejado de estar activo. Ha recorrido todo el país. Durante cuatro meses visitó todos los municipios de Oaxaca con el hoy candidato triunfador Gabino Cué. Publicó dos libros.
Supuestamente, a instancias de Manuel Camacho, habría llegado a un acuerdo con Marcelo Ebrard para que a mediados del año 2011, de acuerdo a diversas encuestas de intención de voto se determinara que uno de ellos sería el candidato de unidad de la izquierda y que el otro le apoyaría.
Hasta ahora, las encuestas ubican a López Obrador por encima de Ebrard. Pero en las recientes elecciones estatales, Marcelo estuvo involucrado, presente, invirtió capital político, ganó. Y ya lo habíamos señalado aquí, sus colaboradores más cercanos contaban que para él el 2012 inició el lunes pasado. También, desde luego tiene su estrategia.
Posiblemente ante ello, y frente a la idea de que el ala perredista de Jesús Ortega aliada con Ebrard se había fortalecido, López Obrador relanzó su precandidatura, dijo que no esperarán.
Uno y otros, en declaraciones posteriores han asegurado que el pacto no se ha roto, que habrá unidad. "No le daremos gusto a la derecha" dijo López Obrador. Cuauhtémoc Cárdenas propuso que la candidatura se defina en votación ya sea de la militancia o abierta a toda la ciudadanía.
Pero lo cierto es que esas catorce palabras de Andrés Manuel impactaron.
Llama la atención que quienes dicen que está acabado, que está mal de sus facultades mentales, incluso opinadores, columnistas, sean los que más virulentamente reaccionan, redoblan los ataques en su contra. Podría suponerse que ante alguien que ya no representa peligro electoral, la respuesta sería la indiferencia.
Preocupante sí, para la izquierda que haya pugna, que rompan López Obrador y Ebrard.
¿Chocarán, negociarán?
La respuesta está en el viento humedo, bajo la tormenta.
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