Fernando Belaunzarán
Después de las elecciones del domingo, el regreso del PRI a Los Pinos dejó de ser destino inevitable. Ese el dato más relevante de una jornada en la que la atención se centró, con justa razón, en la suerte de las alianzas, no sólo por el gran revuelo que armaron al juntar a los adversarios que tan mal terminaron en la elección presidencial o porque pudieron arrebatar plazas con alto valor simbólico y emblemático a los cacicazgos como son las de Oaxaca y Puebla sino porque se dio un punto de quiebre en el camino de la sucesión presidencial y eso no sólo afectará la política nacional sino también la vida interna de los partidos, pues la elección aceleró los tiempos y el 2012 ya nos alcanzó a todos.
Es verdad que hubo un fuerte impulso ciudadano a favor de la alternancia, el cual se manifestó con una afluencia masiva a las urnas y un notorio voto de castigo a los gobiernos salientes. Pero sería engañarse pensar que los resultados hubieran sido los mismos sin alianzas. Después de las elecciones del 2006 se generó una tendencia nacional favorable al PRI a costa del debilitamiento de los dos polos que prácticamente empataron la elección presidencial.
No es que el partido del viejo régimen haya hecho algo para mejorar sino que ha sabido aprovechar los errores y las fallas ajenas. El PRI es el beneficiario de cierto desengaño por la democracia producido por el no cumplimiento de las expectativas que trajo consigo una transición no consolidada y, por si eso fuera poco, también lo está siendo por la falta de resultados de la actual administración y el agravamiento de los problemas, pues la oposición de izquierda que debió ser la que capitalizará los yerros e insuficiencias del gobierno al haber sido la otra opción en el 2006, se autoanuló al aislarse, dividirse y confrontarse con sectores que la apoyaron. Ante la ineptitud de una parte y la irresponsabilidad de la otra, muchos mexicanos decidieron voltear hacia el pasado, con algo de amnesia, es cierto, pero con el instinto de buscar la isla conocida en el mar de la incertidumbre en el que el país parece naufragar.
Esa circunstancia, potenciada además por un contexto mediático favorable que incluso ha promovido sin pudor alguno la imagen del gobernador priísta del Estado de México para colocarlo en una posición privilegiada en la lucha por la sucesión presidencial, ha puesto al PRI, y a la amenaza de regresión que representa, como el partido a vencer, no sólo en los estados en los que gobierna con caciques premodernos sino también en donde es oposición y, por supuesto, en la próxima elección presidencial.
Si bien las alianzas sirvieron y fueron indispensables para derrotar al PRI en sus bastiones y, con ello, equilibrar el terreno rumbo al 2012, pues por desgracia es costumbre vigente que los gobernadores operen con recursos y pongan sus estructuras al servicio de su partido, lo cierto es que en ese año -y no puede ser de otra manera- el PRD y el PAN correrán en pistas separadas. Si las luchas facciosas de Andrés Manuel López Obrador y Manuel Espino en busca de las candidaturas presidenciales de sus partidos no lo impiden, las alianzas izquierda-derecha tendrán su epílogo en las elecciones del año próximo y su momento estelar, el relevo en el Estado de México, será también su despedida.
Las alianzas funcionaron como factor de cambio, como aglutinador del ánimo social de sacar a la casta que usufructuaba el poder en su beneficio y a favor de una transformación democrática que signifique mayor justicia y más libertades para la población y que acabe con el binomio corrupción-impunidad que durante décadas ha sido el sino de los gobiernos en esas entidades. Es decir, funcionaron como coaliciones opositoras y, en esa medida, pudieron ser congruentes con los objetivos de la izquierda que se plantea transformar condiciones de autoritarismo e injusticia.
En ese sentido, para el PRD sería un despropósito que las alianzas quisieran usarse como instrumentos de continuidad de gobiernos no sólo contrarios sino deficientes como es el caso de la administración federal. Así que en la elección presidencial habrá al menos tres opciones competitivas. Pero entonces, la pregunta es cómo la izquierda puede derrotar al PRI y evitar tanto la regresión autoritaria como la continuidad desastrosa, pues, tal y como se refleja en todos los sondeos, hoy ese partido y su más viable candidato aparecen como la opción más fuerte, pues más allá de la operación de los gobernadores en los estados, está, como quedó claro en las últimas elecciones, la opinión ciudadana.
El triunfo de la izquierda sólo será posible si se cumplen dos condiciones: su unidad, por supuesto, pero también y quizás más importante, convertirse en una opción atractiva que recupere a sus votantes perdidos del 2006, entusiasme a los jóvenes y atraiga a otros sectores sociales, empezando por la clase media con la que debe reconciliarse, y de esa manera. No será fácil, pues en los últimos 3 años se ha generado un voto de rechazo producto de un extremismo que privilegió el deseo de venganza sobre las necesidades de la gente y del Estado mexicano, así como de la división y las prácticas burocráticas que han alejado al PRD de amplios sectores sociales.
La solución, desde mi punto de vista, puede y debe venir de la sociedad que, como nunca, es necesario que se haga presente. El gran desgaste de un sistema político endógeno que ha sido claramente rebasado por los problemas nacionales hace urgente más allá de un simple cambio de siglas en el gobierno, una verdadera sacudida al régimen para cambiarlo y hacerlo funcional. El escenario es inmejorable para una irrupción ciudadana en la gran definición del 2012 y que recupere el entusiasmo social a favor del cambio, para la cual la izquierda política debe estar abierta y mostrarse sensible, no para pretender encabezarla sino para sumarse a ella.
Veo dos personajes que pudieran encabezar un fenómeno de esa magnitud: José Woldenberg, el demócrata más consistente del país y el digno presidente del IFE de las elecciones de la alternancia; y Juan Ramón de la Fuente que hizo resurgir a la UNAM en su momento más difícil desde los años 30 del siglo pasado, y cuyo prestigio y capacidad pueden y deben servir a México en estos momentos críticos. Lo que es un hecho es que el 2012 está en el aire y espero que caiga con la cara izquierda al sol.
De paso...
Furia. España es digno y justo campeón del Mundial. Fue el equipo que desplegó mejor futbol durante toda la competencia y si perdió el primer partido y los demás, exceptó uno, los resolvió con la mínima diferencia en partidos que se complicaron y resultaron ser cardiacos a pesar de haberlos dominado fue por su inagotable capacidad de fallar opciones claras de gol frente al marco, lo cual quizás explique, por herencia, esa misma característica en la selección mexicana. Felicidades a España y pienso con alegría en lo mucho que le debo y le debe México al gran exilio español que llegó con la tragedia de la derrota de la República Española a cuestas por parte de un golpe de Estado fascista… Una foto publicada en Reforma el pasado 4 de julio, en la que un servidor aparece viendo el futbol mundialista con Antonio Solá, generó un intento de linchamiento moral de pestiulente tufo macartista en mi contra por parte de la jihad pejista. Al controvertido publicista español lo conocí una semana antes en el marco de un acuerdo entre el PRD y el PAN en la elección para gobernador en Tlaxcala y tuvo la gentileza de invitarnos a su mesa a Carole Simonne, reportera del periódico Reforma, y a mí después de que nos perdimos el primer tiempo del juego de España en contra de Paraguay de cuartos de final por estar buscando un establecimiento con Sky, lo cual le agradezco mucho pues la culminación del partido valió realmente la pena. Por supuesto que reconozco que si bien la campaña de guerra sucia contra mi entonces candidato, Andrés Manuel López Obrador diseñada por él fue exitosa, también fue muy perniciosa para la democracia y contribuyó a exacerbar los ánimos y sembró el odio entre los mexicanos. Pero considero que uno de los peores lastres de la política en México es llevar las diferencias políticas e ideológicas al plano personal y llegar al absurdo antidemocrático de proscribir el diálogo entre adversarios. Uno puede confrontarse políticamente con muchas personas, pero eso no debe obstar para tener con ellos una relación de respeto y civilidad. Sin embargo la reacción alucinante de algunos cancerberos de la “pureza” hace ver no sólo el déficit de cultura democrática que padecemos sino también un salida tramposa: para no hacer autocrítica se magnifican las malas artes de los otros. Sin duda que la campaña negra contra AMLO en 2006 pesó en el resultado, pero no tanto como su soberbia… No subestimó la fuerza que todavía mantiene López Obrador. Por eso es que creo que se deben hacer todos los esfuerzos para que cumpla su palabra y haya un solo candidato de la izquierda en 2012 y éste sea el que mayores posibilidades tenga de ganar. En ese sentido me preocupa que se oponga a la alianza en el Edomex, pues entonces el PRI, Peña Nieto y todos los poderes fácticos que lo apoyan lo pueden usar para salvar la estratégica plaza a favor de su favorito. Los que él llama “la mafia”, mágicamente se pueden convertir en sus aliados… Para ser justos, hay que decir que la estrategia electoral que reclama AMLO sí se aplico en las pasadas elecciones. En el estado de Veracruz, el único al que acudió el ex jefe de Gobierno a apoyar a un candidato a gobernador, se enfrentó la opción de la izquierda, PRD-PT-Convergencia, frente a los candidatos del PRI y del PAN. El candidato del DIA, respaldado por López Obrador, obtuvo el 11% de los votos, con lo cual no dejo de reconocer la gran cantidad de anomalías que se registraron en dicha elección… Ver las derrotas de Ulises Ruíz y de Mario Marín es una satisfacción que bien vale soportar los anatemas de los “puros”… Falleció el controvertido dueño de los Yankees de Nueva York, la franquicia más ganadora del beisball de la Grandes Ligas, George Steinbrenner. Le rindo un merecido tributo por el gran éxito que tuvo al comprar y rescatar a tan legendario equipo, no obstante que a los Yankees los alucino casi como al América. Palabra de mediaroja…
Después de las elecciones del domingo, el regreso del PRI a Los Pinos dejó de ser destino inevitable. Ese el dato más relevante de una jornada en la que la atención se centró, con justa razón, en la suerte de las alianzas, no sólo por el gran revuelo que armaron al juntar a los adversarios que tan mal terminaron en la elección presidencial o porque pudieron arrebatar plazas con alto valor simbólico y emblemático a los cacicazgos como son las de Oaxaca y Puebla sino porque se dio un punto de quiebre en el camino de la sucesión presidencial y eso no sólo afectará la política nacional sino también la vida interna de los partidos, pues la elección aceleró los tiempos y el 2012 ya nos alcanzó a todos.
Es verdad que hubo un fuerte impulso ciudadano a favor de la alternancia, el cual se manifestó con una afluencia masiva a las urnas y un notorio voto de castigo a los gobiernos salientes. Pero sería engañarse pensar que los resultados hubieran sido los mismos sin alianzas. Después de las elecciones del 2006 se generó una tendencia nacional favorable al PRI a costa del debilitamiento de los dos polos que prácticamente empataron la elección presidencial.
No es que el partido del viejo régimen haya hecho algo para mejorar sino que ha sabido aprovechar los errores y las fallas ajenas. El PRI es el beneficiario de cierto desengaño por la democracia producido por el no cumplimiento de las expectativas que trajo consigo una transición no consolidada y, por si eso fuera poco, también lo está siendo por la falta de resultados de la actual administración y el agravamiento de los problemas, pues la oposición de izquierda que debió ser la que capitalizará los yerros e insuficiencias del gobierno al haber sido la otra opción en el 2006, se autoanuló al aislarse, dividirse y confrontarse con sectores que la apoyaron. Ante la ineptitud de una parte y la irresponsabilidad de la otra, muchos mexicanos decidieron voltear hacia el pasado, con algo de amnesia, es cierto, pero con el instinto de buscar la isla conocida en el mar de la incertidumbre en el que el país parece naufragar.
Esa circunstancia, potenciada además por un contexto mediático favorable que incluso ha promovido sin pudor alguno la imagen del gobernador priísta del Estado de México para colocarlo en una posición privilegiada en la lucha por la sucesión presidencial, ha puesto al PRI, y a la amenaza de regresión que representa, como el partido a vencer, no sólo en los estados en los que gobierna con caciques premodernos sino también en donde es oposición y, por supuesto, en la próxima elección presidencial.
Si bien las alianzas sirvieron y fueron indispensables para derrotar al PRI en sus bastiones y, con ello, equilibrar el terreno rumbo al 2012, pues por desgracia es costumbre vigente que los gobernadores operen con recursos y pongan sus estructuras al servicio de su partido, lo cierto es que en ese año -y no puede ser de otra manera- el PRD y el PAN correrán en pistas separadas. Si las luchas facciosas de Andrés Manuel López Obrador y Manuel Espino en busca de las candidaturas presidenciales de sus partidos no lo impiden, las alianzas izquierda-derecha tendrán su epílogo en las elecciones del año próximo y su momento estelar, el relevo en el Estado de México, será también su despedida.
Las alianzas funcionaron como factor de cambio, como aglutinador del ánimo social de sacar a la casta que usufructuaba el poder en su beneficio y a favor de una transformación democrática que signifique mayor justicia y más libertades para la población y que acabe con el binomio corrupción-impunidad que durante décadas ha sido el sino de los gobiernos en esas entidades. Es decir, funcionaron como coaliciones opositoras y, en esa medida, pudieron ser congruentes con los objetivos de la izquierda que se plantea transformar condiciones de autoritarismo e injusticia.
En ese sentido, para el PRD sería un despropósito que las alianzas quisieran usarse como instrumentos de continuidad de gobiernos no sólo contrarios sino deficientes como es el caso de la administración federal. Así que en la elección presidencial habrá al menos tres opciones competitivas. Pero entonces, la pregunta es cómo la izquierda puede derrotar al PRI y evitar tanto la regresión autoritaria como la continuidad desastrosa, pues, tal y como se refleja en todos los sondeos, hoy ese partido y su más viable candidato aparecen como la opción más fuerte, pues más allá de la operación de los gobernadores en los estados, está, como quedó claro en las últimas elecciones, la opinión ciudadana.
El triunfo de la izquierda sólo será posible si se cumplen dos condiciones: su unidad, por supuesto, pero también y quizás más importante, convertirse en una opción atractiva que recupere a sus votantes perdidos del 2006, entusiasme a los jóvenes y atraiga a otros sectores sociales, empezando por la clase media con la que debe reconciliarse, y de esa manera. No será fácil, pues en los últimos 3 años se ha generado un voto de rechazo producto de un extremismo que privilegió el deseo de venganza sobre las necesidades de la gente y del Estado mexicano, así como de la división y las prácticas burocráticas que han alejado al PRD de amplios sectores sociales.
La solución, desde mi punto de vista, puede y debe venir de la sociedad que, como nunca, es necesario que se haga presente. El gran desgaste de un sistema político endógeno que ha sido claramente rebasado por los problemas nacionales hace urgente más allá de un simple cambio de siglas en el gobierno, una verdadera sacudida al régimen para cambiarlo y hacerlo funcional. El escenario es inmejorable para una irrupción ciudadana en la gran definición del 2012 y que recupere el entusiasmo social a favor del cambio, para la cual la izquierda política debe estar abierta y mostrarse sensible, no para pretender encabezarla sino para sumarse a ella.
Veo dos personajes que pudieran encabezar un fenómeno de esa magnitud: José Woldenberg, el demócrata más consistente del país y el digno presidente del IFE de las elecciones de la alternancia; y Juan Ramón de la Fuente que hizo resurgir a la UNAM en su momento más difícil desde los años 30 del siglo pasado, y cuyo prestigio y capacidad pueden y deben servir a México en estos momentos críticos. Lo que es un hecho es que el 2012 está en el aire y espero que caiga con la cara izquierda al sol.
De paso...
Furia. España es digno y justo campeón del Mundial. Fue el equipo que desplegó mejor futbol durante toda la competencia y si perdió el primer partido y los demás, exceptó uno, los resolvió con la mínima diferencia en partidos que se complicaron y resultaron ser cardiacos a pesar de haberlos dominado fue por su inagotable capacidad de fallar opciones claras de gol frente al marco, lo cual quizás explique, por herencia, esa misma característica en la selección mexicana. Felicidades a España y pienso con alegría en lo mucho que le debo y le debe México al gran exilio español que llegó con la tragedia de la derrota de la República Española a cuestas por parte de un golpe de Estado fascista… Una foto publicada en Reforma el pasado 4 de julio, en la que un servidor aparece viendo el futbol mundialista con Antonio Solá, generó un intento de linchamiento moral de pestiulente tufo macartista en mi contra por parte de la jihad pejista. Al controvertido publicista español lo conocí una semana antes en el marco de un acuerdo entre el PRD y el PAN en la elección para gobernador en Tlaxcala y tuvo la gentileza de invitarnos a su mesa a Carole Simonne, reportera del periódico Reforma, y a mí después de que nos perdimos el primer tiempo del juego de España en contra de Paraguay de cuartos de final por estar buscando un establecimiento con Sky, lo cual le agradezco mucho pues la culminación del partido valió realmente la pena. Por supuesto que reconozco que si bien la campaña de guerra sucia contra mi entonces candidato, Andrés Manuel López Obrador diseñada por él fue exitosa, también fue muy perniciosa para la democracia y contribuyó a exacerbar los ánimos y sembró el odio entre los mexicanos. Pero considero que uno de los peores lastres de la política en México es llevar las diferencias políticas e ideológicas al plano personal y llegar al absurdo antidemocrático de proscribir el diálogo entre adversarios. Uno puede confrontarse políticamente con muchas personas, pero eso no debe obstar para tener con ellos una relación de respeto y civilidad. Sin embargo la reacción alucinante de algunos cancerberos de la “pureza” hace ver no sólo el déficit de cultura democrática que padecemos sino también un salida tramposa: para no hacer autocrítica se magnifican las malas artes de los otros. Sin duda que la campaña negra contra AMLO en 2006 pesó en el resultado, pero no tanto como su soberbia… No subestimó la fuerza que todavía mantiene López Obrador. Por eso es que creo que se deben hacer todos los esfuerzos para que cumpla su palabra y haya un solo candidato de la izquierda en 2012 y éste sea el que mayores posibilidades tenga de ganar. En ese sentido me preocupa que se oponga a la alianza en el Edomex, pues entonces el PRI, Peña Nieto y todos los poderes fácticos que lo apoyan lo pueden usar para salvar la estratégica plaza a favor de su favorito. Los que él llama “la mafia”, mágicamente se pueden convertir en sus aliados… Para ser justos, hay que decir que la estrategia electoral que reclama AMLO sí se aplico en las pasadas elecciones. En el estado de Veracruz, el único al que acudió el ex jefe de Gobierno a apoyar a un candidato a gobernador, se enfrentó la opción de la izquierda, PRD-PT-Convergencia, frente a los candidatos del PRI y del PAN. El candidato del DIA, respaldado por López Obrador, obtuvo el 11% de los votos, con lo cual no dejo de reconocer la gran cantidad de anomalías que se registraron en dicha elección… Ver las derrotas de Ulises Ruíz y de Mario Marín es una satisfacción que bien vale soportar los anatemas de los “puros”… Falleció el controvertido dueño de los Yankees de Nueva York, la franquicia más ganadora del beisball de la Grandes Ligas, George Steinbrenner. Le rindo un merecido tributo por el gran éxito que tuvo al comprar y rescatar a tan legendario equipo, no obstante que a los Yankees los alucino casi como al América. Palabra de mediaroja…
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