El mandarín

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

Una de las fotografías más importantes de todas las que aparecieron el 4 de julio –que por cierto pasó bastante desapercibida-, fue la del senador Manlio Fabio Beltrones al lado de Carlos Lozano, candidato al gobierno de Aguascalientes, con los brazos en alto celebrando el triunfo electoral. Lozano, que le quitó al PAN el poder estatal, salió del Senado pero, sobretodo, de su establo de políticos que le son leales y que responden a sus intereses. El triunfo hidrocálido es totalmente atribuible a un proyecto político de Beltrones quien, dentro del arcoiris del PRI, resultó el dirigente que más victorias pudo sumar directa e indirectamente.

El senador, que entiende el valor de la información, siguió la jornada desde Aguascalientes a través de su computadora portátil en cuya pantalla aparecían todas las encuestas de salida en tiempo real, de todas las contiendas por gubernaturas. Una que tiene un alto valor simbólico para él fue la de Gabino Cué, quien contendió por una alianza opositora al PRI en Oaxaca y ganó. Cué, quien también salió del Senado, le debe a Beltrones haberle abierto los ojos cuando su candidatura caminaba al despeñadero, y sugerirle la puerta que debía tocar si quería concretar su proyecto.

Fue un encuentro fortuito en el jardín del hotel que frecuentan ambos en la ciudad de México, donde Beltrones le dijo que el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, se iba a oponer con todo a la alianza que estaba en sus primeras fases de negociación. “Lo acabo de ver y me lo dijo”, comentó Cué, contrariado por la reacción de Gómez Mont. “Platica con César Nava”, recomendó Beltrones, “no operan bajo el mismo resorte”. Cué, sorprendido por la revelación de la lucha dentro del equipo del presidente Felipe Calderón que acaba de describir en unas cuantas palabras Beltrones, así lo hizo. Nava jugó todo con Cué, y se enfrentó semanas después al secretario.

Beltrones es un político que circula por varias pistas a la vez. En Sinaloa tuvo, como muchos dirigentes priistas, sus lealtades divididas. No pudo evitar –como tampoco otros líderes como la dirigente nacional Beatriz Paredes- que el choque entre el gobernador Jesús Aguilar Padilla y su antecesor Juan Millán rompiera el partido al imponer el primero a su candidato, Jesús Vizcarra, pese a ir abajo en todas las encuestas de preferencias frente al también ex senador Mario López Valdés, más conocido por Malova, quien era el candidato natural.

López Valdés terminó abandonando al PRI, compitió por la alianza PAN-PRD, y metió a los priistas en contradicciones. Beltrones fue uno de ellos. No dejó de ir al cierre de la campaña de Vizcarra, pero el resto del tiempo lo pasó con Malova. ¿Quisiera que le ganara a Vizcarra?, le preguntó un periodista en vísperas de la elección. “Quiero que gane el PRI, pero Malova es mi amigo”, respondió. Su relación con López Valdés fue motivo de crítica sibilina en el campamento del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, entre quienes se dibuja una rivalidad de cara a la nominación del PRI para la Presidencia en 2012.

Beltrones ha sido muy insistente en negarla y en reconocer sus posibilidades reales de acceder a la nominación. Hace ya varios meses en una reunión con varios periodistas, uno le preguntó si competiría contra Peña Nieto. En respuesta automática, dijo que en la realidad que se vivía no había nadie que pudiera arrebatarle la candidatura al gobernador si este decidiera ir por ella. Nunca dijo que no quería; simplemente, que las condiciones no le favorecían. Todavía hoy sostiene que eso no ha cambiado y defiende abiertamente a Peña Nieto de las críticas sobre su falta de experiencia. “Enrique es muy inteligente”, repite Beltrones, “no se equivoquen”.

Ese mensaje, sin embargo, no ha permeado. Sobretodo, en donde también se toman decisiones. Por ejemplo, en la Comisión Permanente, donde el grupo parlamentario mexiquense se quedó con la mayoría de las posiciones y excluyó a un importante número de legisladores beltronistas. El grupo mexiquense define y decide la agenda del PRI en la Comisión a espaldas del resto de sus correligionarios, lo que ya provocó tensiones. Por cada acción de Beltrones hay una reacción mexiquense. Hay iniciativas que envía el Senado que frena la Cámara de Diputados, en una dialéctica de conflicto entre Beltrones y el diputado mexiquense, viejo adversario de él, Emilio Chuayffet, quien en el desafío más notable, presentó una iniciativa de reforma política alterna cuando se discutía la reforma política propuesta por el senador.

La batalla es intramuros, y en varias ocasiones Beltrones ha mostrado la frustración de que muchos no ven que sus propósitos no apuntan sólo y exclusivamente a la candidatura presidencial, sino al cambio político del fondo en el país. “He tirado al baúl mis obsesiones”, le gusta decir para subrayar que el 2012, aunque en su corazón y expectativa de largo plazo, no es su razón de ser. No obstante, el 2012 se le acomodó mejor tras las elecciones del 4 de julio, de donde salió fortalecido como uno de los mandarines del PRI.

A sus victorias directas se le pueden añadir dos indirectas, la de Mariano González Zarur en Tlaxcala, y la de César Duarte en Chihuahua, quienes fueron un proyecto directo de Emilio Gamboa, su amigo y compadre de hace una generación, a quien hizo líder del sector popular del PRI, en remplazo de otro incondicional suyo, Marco Bernal, quien saltó a dirigir la Fundación Colosio. Gamboa, cercano a Peña Nieto, no tiene toda la confianza del gobernador, de acuerdo con algunos colaboradores de él, pues consideran que en un momento de definición, se cargaría hacia Beltrones.

Pero esta batalla, que alimentan mandos subordinados a ellos, es prematura. El resultado del 4 de julio, sin bien ayudó a Beltrones en la correlación de fuerzas dentro del partido, también definió el siguiente campo de batalla real, las elecciones para gobernador en el estado de México el próximo año. Beltrones no necesita hacer nada en contra de Peña Nieto, lo harán sus adversarios, pero tampoco parece que vaya a actuar neutral. Su relación con el gobernador se ha fortalecido en los últimos meses y mantiene una constante comunicación con él. Son los dos titanes dentro del PRI, las grandes cartas para una sucesión presidencial, aunque Beltrones sabe que la mano la tiene, sin lugar a dudas hasta este momento, Peña Nieto.

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