“El Jefe” Diego: la fase crítica

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

Setenta y dos días después de haber sido secuestrado en su rancho en Querétaro, una fotografía de Diego Fernández de Cevallos y un mensaje escrito por él pidiendo a su familia que ofrezcan el máximo posible por su rescate, se convirtió en la segunda prueba pública de vida y confirmó que las negociaciones para que recupere la libertad se encuentran en una fase delicada, que están empantanadas, y que los siguientes pasos de los negociadores serán cruciales para determinar su suerte.

Pero que no cunda la histeria. Los secuestros de alto impacto realizados por la guerrilla -como es este caso con el poco conocido Ejército de Liberación Nacional, que es un desprendimiento del EPR- tienen el mismo esquema: 1) tras el secuestro, se da la primera prueba de vida entre cinco y siete días de realizado; 2) el primer contacto se da de 15 a 60 días después, para establecer la comunicación –no necesariamente telefónica- y pedir rescate; 3) viene la contrapropuesta de la familia de la víctima; 4) se produce la segunda y hasta una tercera comunicación, con sus contraofertas; 5) si no hay acuerdo sobre el monto, se abre públicamente la negociación.

El secuestro de Fernández de Cevallos fue el 15 de mayo y la primera prueba de vida se dio a través de una fotografía que primero difundió Milenio Televisión el 20 de mayo. No están claras las fechas de las primeras negociaciones, pero el mensaje dado a conocer el lunes junto con la segunda fotografía, tiene fecha de 10 de junio. Aunque el periodo de 20 días parece corto para esa negociación, la segunda prueba de vida que primeramente divulgó el periodista José Cárdenas a través de Twitter, revela que la contraoferta no les gustó nada y que aceleraron la presión pública. Incluso, se sabe que hubo una segunda comunicación el 21 de junio, en vìsperas del juego de Mexico contra Uruguay en la Copa del Mundo.

Fernández de Cevallos le escribe a Diego, su hijo mayor: “No puedo describirte el infierno que vive tu padre y no se cuanto aguante más. Por ello te pido que hagas lo más rápido que puedas tu mayor esfuerzo. ellos tienen todo el tiempo del mundo, no les corre ninguna prisa… Para tu Padre lo que no sea de inmediato no tiene sentido”. Al pasar a la ruta de la presión pública, transmitir drama y provocar alarma, los secuestradores pretender forzar, de acuerdo con secuestros anteriores, que la familia desoiga las recomendaciones de los negociadores y eleven el monto del rescate.

Por ejemplo en 1994, en la parte crítica de la negociación de su secuestro, el banquero Alfredo Harp escribió a sus hijos: “Reitero me urge salir con vida para estar con ustedes y recuperar esta situación, por eso no traten de aceptar recomendaciones, lo único importante es que me saquen de este martirio inmediatamente, el dinero, Dios nos lo dio y si se quiere, es más importante que nos dé vida eterna, como verdadera riqueza, que hay que acumular en esta vida”.

En el primer mensaje público a su familia, Fernández de Cevallos escribió a su hijo: “Me dicen que ya te hicieron una propuesta concreta y que tú nos has contestado en concreto con una contraoferta razonable. Tienes que hacerlo ya, de inmediato. Si no puedes llegar a lo que piden sí puedes hacer un planteamiento que demuestre voluntad de negociar, no evasivas. Cualquier consejo de que le hagas al ‘pobre’ es absurdo y será fatal”.

El objetivo de los secuestradores es desarticular la estrategia de negociación. Hace 16 años escribió Harp desde el cautiverio: “Pese a suplicarles que actuaran con todo el amor que me tienen y con el corazón antes que con la cabeza ordenando, en los términos que yo acordé con mis secuestradores, las instrucciones finales de la negociación, se negaron a hacerlo abandonándome y sacrificándome, negándome incluso el derecho y la capacidad que todo ser humano tiene hasta el último momento por salvar la vida y recuperar la libertad”.

La redacción de los mensajes de Harp y Fernández de Cevallos buscaron presionar moralmente a la familia. Los secuestradores saben que los negociadores les aconsejan ser duros y no ceder, para evitar que el rescate sea exorbitante. Y al hacer públicas las cartas a la familia -usualmente enviadas a ellos previamente y que corresponden al ámbito privado-, buscan construir un clima de opinión desfavorable para los negociadores, a los que pretender arrinconar enfatizando debilitamiento y salud precaria.

“He tenido varios desvanecimientos y mucho dolor en el pecho a pesar del Tenormín y de la aspirina”, escribió Fernández de Cevallos. “Tú sabes que no quedé bien del corazón después de la operación. He perdido peso y mi fatiga es cada día mayor. Por eso el tiempo es determinante… Lo urgente es que hagas una contrapropuesta lo más alta que puedas y estoy seguro que ellos negociarán. Lo urgente es negociar con toda seriedad para gestionar la entrega del dinero y mi libertad”.

Harp apeló: “Lo único que les pedía era su respaldo, que compartieran solidariamente mi determinación de no escatimar recursos, de no ahorrar, pues a final de cuentas, el dinero que les pedía pagar era parte de mi fortuna personal… Ustedes me conocen… a quién se le puede ocurrir que aguante más tiempo aquí, sabiendo de mi carácter hiperactivo. Actúen rápido, denme la oportunidad de recuperar mi vitalidad y ánimo en todas los sentidos y si Dios quiere, realizar planes toda la familia”.

En su misiva, Harp se refirió a los negociadores y pidió relevarlos de la tarea. En la suya, Fernández de Cevallos, al mencionar que “es preferible un gran esfuerzo pronto que ilusionarse con lo que ya no podrá ser después”, le pidió a su hijo apoyarse en “Toño” –probablemente Antonio Lozano Gracia-, y en “Juan” –probablemente Juan Collado-, quienes conocen la lista de clientes y los ingresos de su bufete, para lograr “algo concreto que puedas comprometer”.

Cuando Harp escribió su carta se había cumplido un día el ultimátum de 72 horas que habían dado los secuestradores para ajustar el monto del rescate. Su liberación se dio la noche del 29 de junio, 100 días después de estar retenido. En el caso de Fernández de Cevallos no se sabe de ningún ultimátum, pero sí que hubo un problema en la negociación por cuestión de los montos. En este caso, como fue en el primero, ya se entró a la etapa del diálogo público con la familia.

En el secuestro de Harp, el resultado de esa presión fue positivo para él, al arreglarse el pago de varios millones de dólares. En el de Fernández de Cevallos, por quien se pide un monto superior, su destino hasta ahora está en manos de los negociadores, que están jugando ajedrez con un grupo que sus jaque mates son físicos.

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