El dinosaurio herido

Martha Anaya

Si días antes del proceso electoral los priistas estaban en pie de guerra y habían increpado a Felipe Calderón por su fallida estrategia contra el narco, por las alianzas de su partido con el PRD, por su intromisión en las elecciones, por el uso partidista de las instituciones, por sus mensajes “en cadena nacional”, etcétera, etcétera.., ahora no sólo harán sonar los tambores de guerra y pintarán sus rostros sino que irán con todo contra él.

Y no es que el PRI se haya derrumbado este 4 de julio a nivel nacional, ni tampoco que hayan perdido la posibilidad de lograr el triunfo en el 2012, pero de confirmarse las tendencias que muestran los conteos preliminares de estas elecciones –particularmente en Oaxaca, Puebla y Sinaloa–, sí recibieron un fuerte golpe en lugares simbólicos, emblemáticos y de importante semillero de votos.

Es cierto, la elección no termina hasta que termina y veremos algunas de ellas definirse en tribunales, pero es de preverse que los priistas arremeterán como nunca contra el presidente de la República si no logran contener las ansias panistas y aliancistas que van también por Aguascalientes, Tlaxcala, Durango, Hidalgo y Veracruz, aún y cuando las tendencias no les favorecen hasta ahora.

La crispación ha comenzado en las filas del tricolor. Estado de shock en la sede nacional del PRI. Más que elocuente el rostro de Beatriz Paredes la noche domingo por más que anunciara su triunfo “contundente” en buena parte del país, de haber recuperado tres entidades (Aguascalientes, Zacatecas, Tlaxcala) y de confirmarse como la mayor fuerza electoral.

Pero más allá de eso, que es absolutamente cierto e importante, el dinosaurio se siente herido. Herido en su amor propio, herido donde más les duele.

Panistas, perredistas y convergentes, en cambio, festejan ya los triunfos que creen tener en la bolsa más los que pudieran arrebatar en tribunales. Hacen mutis frente a derrotas graves, como la debacle del PRD en Zacatecas y rechazan derrotas en entidades blanquiazules como Aguascalientes y Tlaxcala.

El golpear al PRI en Oaxaca era para ellos su meta mayor. Si a ello le sumaban Puebla, miel sobre hojuelas. Y si por añadidura les cae Sinaloa, ¡increíble!

Manuel Camacho Solís, estratega mayor de las alianzas que enfrentaron al PRI este domingo, volvió a los candeleros y sabe su juego. Un juego que aún no termina.

Pero miremos el panorama con un poco de distancia. Preguntémonos qué pasará en términos de gobernabilidad del país si efectivamente la oposición arrebata al PRI al menos dos estados: Oaxaca y Puebla.

¿Admitirán tranquilamente esas derrotas? ¿Participarán en el diálogo convocado por Calderón para enfrentar al crimen organizado? ¿Apoyarán al Presidente en las reformas pendientes?

¡Por supuesto que no! No le allanarán el camino ni tantito. El dinosaurio está herido y como tal reaccionará. Los coletazos no se harán esperar y los dos años por venir bien podrán convertirse en una pesadilla para Calderón.

Será el costo de haber herido al dinosaurio.

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