El contento de Gómez Mont

Francisco Rodríguez / Índice Político

UN HOMBRE FELIZ. Eso es desde hace dos días el litigante Fernando Gómez Mont. Ha dejado atrás a un grupúsculo de personajes mediocres, que trabajan para que el país tenga un crecimiento económico mediocre y, sobre todo, para que electoralmente sigan al frente los mediocres.

Gómez Mont tiene razón de estar feliz. Ha dejado de estar bajo las chispeantes órdenes de un personaje a todas luces agotado y sobrepasado por un cúmulo de problemas –muchos, creados por él mismo–, lo que ha desembocado en una crisis de liderazgo.

Con la salida de Gómez Mont del palacete de los Covián, el señor Felipe juega ya su última carta sacando a escena a una serie de personajes mediocres y chocantes que sólo despiertan desconcierto e hilaridad en un país que, como México, ya está harta de bromas.

Porque, tambaleante, el destino del país ya no da para mucho más en manos de tanto mediocre. Estamos a la deriva de la disgregación territorial –consecuencia de “las plazas” ya en manos de los delincuentes– y de la pérdida de un mínimo sentido de país. Estamos ante la degradación de las instituciones básicas del Estado, frente al deterioro de los servicios públicos más apreciados.

En manos de los mediocres a quienes ha dejado atrás Fernando Gómez Mont, han transcurrido ya casi cuatro años de vacío, de ridículo internacional, de imposibles e infantiles alianzas, de pactos con quienes no creen en el Estado. Casi cuatro años de falta de respeto a los ciudadanos, de pura propaganda. Casi cuatro años de mala gestión, de inconsciencia e inacción que allanaron el camino a la depresión de una sociedad de suyo polarizada.

A cuatro años seguirán otros dos. Dos años en los que se repetirán las promesas de pleno empleo, de menos impuestos, de ingresos personales casi casi de emancipación, con dinero para todos. Pero serán, acéptelo, dos años de error tras error, a cual más grave. Dos años de negación de la realidad, de “antipatriotas”, de improvisaciones, de continuas rectificaciones. Dos años de frases hechas, del marketing al poder.

Dos años de insensatos “estímulos fiscales” para los ricos que lo pusieron ahí y de despilfarradores planes de emergencia, de rechazos continuos a toda propuesta razonable de reforma.

Nos faltan, ¡todavía!, dos años de absoluta politización de la vida diaria, dos años de una demagógica y vergonzosa oposición, que no aportará nada y se opondrá a todo. Dos años en los que ni uno ni otro se ocupará de forma responsable por el presente y el futuro de este país. Dos años de continuas incoherencias y contradicciones por ambas partes.

Dos años en que los ciudadanos perderán la esperanza porque no verán alternativa.

Cierto. El largo “gobierno” de los mediocres –¡ya diez años!– no ha causado la crisis económica, pero ha sido un colaborador eficiente y necesario en su gran capacidad destructiva, por acción y sobre todo por omisión, al igual que lo han sido los mediocres que les precedieron en la tarea. Ni siquiera entienden muy bien qué ha sucedido, ni cómo es posible que hayamos llegado a esta situación, ni alcanzan a comprender qué ha fallado, ni mucho menos qué se debía hacer entonces ni qué se ha de hacer ahora.

Esta “decena trágica” del dizque gobierno de los mediocres sí ha causado las otras crisis: la institucional, la política, la de seguridad. La crisis de México como nación y como Estado viable.

Al “gobierno” de los mediocres el país se le escapa entre las manos sin saber qué hacer, pues lo único que les preocupa y ocupa es ganar –“haiga sido como haiga sido”– la siguiente elección. Por tal es que vacían las arcas para malgastar, “estimular” y “alcanzar acuerdos”. Vacíos de su propaganda y perdidos sin rumbo.

Gómez Mont se va contento. Ya no pertenece –¡gracias a Dios!, en quien él cree—al grupúsculo de mediocres que sí carga un país desprestigiado y sin crédito, un horizonte oscuro y a muchos millones de mexicanos desencantados con “el cambio”.

El saldo es demoledor. Demasiado tiempo de no hacer nada, de fracasos de aprendiz, de politización absoluta, de pura propaganda, de discursos vacíos y cálculo electoral, de cesiones de poder, de saquear las chequera ajenas, de aumento sin límites del crédito y el endeudamiento, de pactos y más pactos traicionando al país y al ciudadano. Demasiado tiempo sin gobernar y demasiado tiempo con una oposición perdida en el medio de la nada, tan mediocre como el gobierno. Demasiado tiempo de la más absoluta mediocridad…

Contento se va Gómez Mont. Deja atrás toda esta mediocridad.

Índice Flamígero: ¿Dónde está Julio Esponda, socio de Fernando Gómez Mont y de Alberto Zínzer Cieslik en el despacho penalista que, no lo dude usted, volverá a convertirse en el más solicitado por los pillastres de altos vuelos? Dicen los enterados que, desde hace cuatro meses, Esponda está en España, de donde deberá regresar a más tardar a finales de este verano para reincorporarse al bufete que los tres mantienen en la calle Montes Urales de Lomas de Chapultepec, en la capital nacional. Tendrán mucho trabajo...

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