Dialogo, luego existo

Astillero / Julio Hernández López

Dialogo, luego existo

Pago por alianzas

¿AMLO con FC?

FelIFE telefónico


La siguiente estación en la ruta 2012 del tren de la falsa democracia se llama Diálogo. Restaurado en apariencias el tejido de la competencia electoral dirigida, los actores oficialmente autorizados para ejercer el oficio de la representación política podrían concurrir ahora a terapias en busca de legitimación por sí mismos. El más interesado en esos ejercicios de superación personal es el panista que desde 2006 recibe descalificaciones que no ha podido extinguir y que cree llegado el momento de que la crisis por él tan aplicadamente provocada lo lleve en paradójica reciprocidad a momentos de extasiada unidad nacional en torno suyo: la República reunida para firmar frente al reconocido Felipe Calderón pactos de patriotismo necesario para combatir delincuencia desbordada y violencia social: dialogan conmigo, luego existo.

De origen, sin embargo, está deslegitimada esa fotografía política que busca la validación tardía de un funcionario largamente tachado de espurio: el gran circo del Diálogo Nacional sería una forma de pago de la izquierda electorera al favor que el verdadero presidente del comité nacional del PAN le hizo a algunas de esas franquicias partidistas siniestras al aceptar la formación de las alianzas que bajo siglas de una supuesta oposición llevaron a poderes estatales a priístas disfrazados de alternativa de cambio. Por ello es que son perredistas los principales impulsores de esa farsa del frente amplio para la defensa de los más preclaros intereses nacionales. Manuel Camacho, Jesús Ortega y Marcelo Ebrard son los promotores reales de ese encuentro de pluralidades agradecidas que en términos políticos sería el tanque de oxígeno que permitiera al ocupante útil de Los Pinos mantenerse oficialmente al frente del aparato institucional mientras las fuerzas reales de poder negocian y ejercen lo que en fachada asumirá el viajero cantante bohemio que del país ha hecho un gran caldero.

Pero no sólo el Mac Trío perredista ha dado alas al posible acto de dialoguismo con el felipato. El propio Andrés Manuel López Obrador ha abierto una puerta que parecía impensable si se tomara en cuenta el tono de rechazo implacable que hasta ahora había mantenido respecto al vapuleado michoacano blanquiazul. AMLO no se escandalizó ante la genérica invitación a que se parlamentara en colectivo con Calderón, ni invocó las aguas de todos los océanos que jamás lavarían impurezas de origen, ni ejercitó las armas de la sorna: aceptó la posibilidad de sesionar con el espurio al que recientemente pidió ya no atacar tanto (pues él ya no sería el responsable verdadero de la crisis actual, sino un monigote sin fuerza al que por eso mismo el tabasqueño ya ni siquiera desea llamar pelele), aunque condicionó esa eventualidad al ofrecimiento de promesas firmes de corrección en temas como la política económica, y se mostró sorprendentemente proclive a la conjugación de los lugares comunes de la enajenación mediática y política que pretende forzar a los dispares, a los contrarios, a comparecer sonrientes ante convocatorias de patrioterismo que llaman a deponer diferencias y a olvidar agravios en aras, oh, sí, de ¡Méxicoooo!, ¡Poor Mexicoooo (poor, sólo es un alargamiento de vocales en español, no una descripción en inglés)! ¿AMLO sentado en un diálogo colectivo con Calderón, haiga sido como haiga sido la convocatoria y los compromisos de correcciones y cambios que hiciera el antes llamado espurio y pelele? Bueno. Ver para creer, así sea en grado de tentativa.

Los priístas, sin embargo, son los taimadamente reacios al dialoguismo de escaparate. Profesionales del regateo, expertos en el chantaje, dicen que sí pero no precisan cuándo; se suman a la intención pero no a su realización concreta. Se declaran ofendidos por las heridas de guerra que recibieron en las elecciones recién pasadas sin aceptar que resultaron altamente beneficiados con la consolidación de feudos y con la "alternancia" que con jugadores prestados ahora presume el perreanismo que genera ternura con sus proclamas de victorias hipotecadas. Ulises Ruiz, por ejemplo, conmueve al respetable público al acusar a sus opositores de aplicarle… (je, je) guerra sucia. El mismísimo jefe Peña Nieto se pone gallito (o gaviotito) al enfrentar a los aliancistas según eso tan exitosos que ya están pensando en extender la fórmula unitaria del agua y el aceite a otras entidades con comicios en cartera, como el propio estado de México, donde una derrota del tricolor significaría, según eso, la caída del puntero en la facturación de propaganda electrónica rumbo a 2012. Dice Quique el valiente que los priístas no tienen miedo a esas alianzas.

En el carrusel de visiones distorsionadas aparecen los duros del panismo calderónico utilizando el bagaje de protesta que desde 2006 han adjudicado al lopezobradorismo, así satanizado y difamado: Miguel Ángel Yunes se atreve a invocar en Veracruz el voto por voto y en Durango José Rosas Aispuro sostiene similar pancarta. En ambos casos las diferencias numéricas son tan pequeñas que empujan a demandar lo que el felipismo groseramente ha negado hasta convertirlo en estigma. El panismo-calderonismo ya acepta que puede haber elecciones de Estado, que los gobernantes pueden influir tramposamente en los resultados, que los comicios pueden ser firmemente impugnados aunque en su realización hubieran participado los ciudadanos y que el recuento de votos disipa dudas y da legitimidad. Por lo pronto, el mismo FC ejerce funciones de IFE telefónico: mediante llamadas a los presuntos triunfadores extiende constancias de mayoría con clave LADA y, absteniéndose de esas sentencias electromagnéticas, deja en la indefinición pública, y alienta a continuar en el litigio, a quienes participan en plazas como, en el caso, Veracruz y Durango.
Y, mientras Calderón entiende a su conveniencia que el desenvolvimiento electoral del pasado domingo es una forma de aprobar el funcionamiento institucional y de rechazar la violencia, ¡hasta mañana, con Obama impugnando la ley Arizona y entrando en conflicto abierto con la gobernadora Brewer

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