Carlos Ramírez / Indicador Político
En el búnker de Andrés Manuel López Obrador, deben de estar disfrutando aún como Manuel Camacho Solís resultó hoy chamaqueado como en 1993 con una candidatura presidencial.
Si en 1993 no jugó con las reglas y se quedó esperando el dedazo de Carlos Salinas que benefició a Luis Donaldo Colosio, hoy quiso jugar con las reglas y fue desplazado por el madruguete de López Obrador en contra de Marcelo Ebrard.
El viernes 26 de noviembre de 1993, Camacho se fue a refugiar a la ciudad de Cuernavaca para redactar su “discurso de aceptación” de la candidatura del PRI a la presidencia de la república. Ese mismo día, el PRI nacional citó a toda la cúpula del poder en las oficinas centrales del PRI, precisamente para anunciar el nombre del candidato.
Camacho estaba seguro de que iba a ser el nominado. Por eso dejó a Marcelo Ebrard a cargo de la oficina del Departamento del Distrito Federal. Todavía el sábado, Camacho buscó algunas señales de Salinas, pero no supo interpretar la realidad. Días antes, Salinas le había anunciado a Colosio que sería el candidato. El domingo 28 la cúpula priísta reveló públicamente el nombre de Colosio.
Y Camacho hizo su berrinche. Se regresó furioso de Cuernavaca. Salinas le había fallado. A pesar de haber jugado con las reglas, Camacho se salió de la rutina, no felicitó a Colosio y le echó en cara a Salinas su renuncia. Luego de una tensa reunión en el despacho presidencial de Los Pinos, Camacho fue obligado por Salinas --las complicidades del poder-- a quedarse en el gabinete como secretario de Relaciones Exteriores y Ebrard de subsecretario. Si deveras hubiera sido coherente, Camacho debió de haber roto definitivamente con Salinas.
Pero el poder, --el presupuesto-- es el poder.
Dos y medio sexenios después, Camacho fue chamaqueado por segunda ocasión. López Obrador dejó entrever que se subordinaría al manejo de Camacho de la candidatura del PRD-PT-PC para el 2012, pero el domingo pasado el tabasqueño se asumió como precandidato presidencial. De nueva cuenta Camacho hizo su berrinche, porque López Obrador le movió todo su tablero de ajedrez y lo convirtió en un tablero de “El Coyote”. La jugada de Camacho era la de convertir a López Obrador en un sencillo aspirante presidencial controlado, para tener un año de tiempo y espacio en la colocación del verdadero candidato de Camacho: Marcelo Ebrard.
Lo malo de todo es que Salinas y López Obrador le jugaron abierto a Camacho. En 1993 todo estaba preparado para que el candidato fuera Colosio. Se lo dijeron de diferentes formas a Camacho, pero se negó a entender la realidad. En estos años, López Obrador dejó muy claro, en escenarios públicos y sin engaños, que su objetivo es ser candidato presidencial en el 2012. De nueva cuenta, Camacho ignoró la realidad.
En dos ocasiones Camacho ha sido víctima del método Salinas: Engañarlo con la verdad a la hora de definir candidaturas presidenciales. Sólo un político ingenuo pudo creer que López Obrador se sometería a la autoridad política de Camacho. Y sólo Camacho parece haber sido el político que creyó que el tabasqueño recorrería casi tres veces todos los municipios, haciendo campaña y creando una estructura de representatividad para cedérsela a la imagen mediática de Ebrard.
Lo peor para Camacho como el Gran Operador del Destape de la Autodenominada Izquierda, es que el juego ya quedó claro y el esquema de una encuesta para escoger al mejor posicionado, --cualquier cosa que ello signifique-- fue destruido por López Obrador. Aunque esté a la cola de las preferencias dentro de un año, López Obrador no abandonará su condición de candidato presidencial. Y tendrá amarrado al PT, cuyo índice electoral podría llegar a niveles insospechados sólo por apoyar al tabasqueño.
A lo largo de estos meses, el entorno político de López Obrador llegó a la conclusión anticipada que Camacho no iba a jugar limpio y que su juego de la encuesta y el “mejor posicionado” era para contener durante un año a López Obrador, en tanto que Ebrard usaba impunemente los recursos públicos del gobierno del DF para su promoción personal. Por eso hubo varios intentos de Camacho para detener las giras del tabasqueño. Sin embargo, López Obrador simplemente desdeñó el papel de Camacho.
Camacho no era la mejor figura política para operar la nominación del candidato de la alianza PRD-PT-PC. Su papel desafortunado --para decir lo menos-- en 1993 y 1994, y su esfuerzo de usar la crisis en Chiapas en 1994 para su promoción personal como candidato alterno o sustituto, le restaban méritos para una operación en uno de los espacios más ingobernables del espectro político. Los sectores alrededor del PRD necesitaban de una figura de consenso y sobre todo sin un pasado
tormentoso. .
Lo malo para el PRD, es que ya se quedó sin forma para definir la candidatura presidencial. A veces sin ironía aunque sí con condescendencia, López Obrador le sigue dando a Camacho por su lado al explicar que no fue destape y que se ceñirá a los “compromisos”, pero sigue muy campante su campaña como candidato a la presidencia para el 2012.
Lo que falta es saber qué camino tomará el PRD: El de los (ex) salinistas Camacho y Ebrard o el de López Obrador. Ahí definirá el PRD su existencia.
En el búnker de Andrés Manuel López Obrador, deben de estar disfrutando aún como Manuel Camacho Solís resultó hoy chamaqueado como en 1993 con una candidatura presidencial.
Si en 1993 no jugó con las reglas y se quedó esperando el dedazo de Carlos Salinas que benefició a Luis Donaldo Colosio, hoy quiso jugar con las reglas y fue desplazado por el madruguete de López Obrador en contra de Marcelo Ebrard.
El viernes 26 de noviembre de 1993, Camacho se fue a refugiar a la ciudad de Cuernavaca para redactar su “discurso de aceptación” de la candidatura del PRI a la presidencia de la república. Ese mismo día, el PRI nacional citó a toda la cúpula del poder en las oficinas centrales del PRI, precisamente para anunciar el nombre del candidato.
Camacho estaba seguro de que iba a ser el nominado. Por eso dejó a Marcelo Ebrard a cargo de la oficina del Departamento del Distrito Federal. Todavía el sábado, Camacho buscó algunas señales de Salinas, pero no supo interpretar la realidad. Días antes, Salinas le había anunciado a Colosio que sería el candidato. El domingo 28 la cúpula priísta reveló públicamente el nombre de Colosio.
Y Camacho hizo su berrinche. Se regresó furioso de Cuernavaca. Salinas le había fallado. A pesar de haber jugado con las reglas, Camacho se salió de la rutina, no felicitó a Colosio y le echó en cara a Salinas su renuncia. Luego de una tensa reunión en el despacho presidencial de Los Pinos, Camacho fue obligado por Salinas --las complicidades del poder-- a quedarse en el gabinete como secretario de Relaciones Exteriores y Ebrard de subsecretario. Si deveras hubiera sido coherente, Camacho debió de haber roto definitivamente con Salinas.
Pero el poder, --el presupuesto-- es el poder.
Dos y medio sexenios después, Camacho fue chamaqueado por segunda ocasión. López Obrador dejó entrever que se subordinaría al manejo de Camacho de la candidatura del PRD-PT-PC para el 2012, pero el domingo pasado el tabasqueño se asumió como precandidato presidencial. De nueva cuenta Camacho hizo su berrinche, porque López Obrador le movió todo su tablero de ajedrez y lo convirtió en un tablero de “El Coyote”. La jugada de Camacho era la de convertir a López Obrador en un sencillo aspirante presidencial controlado, para tener un año de tiempo y espacio en la colocación del verdadero candidato de Camacho: Marcelo Ebrard.
Lo malo de todo es que Salinas y López Obrador le jugaron abierto a Camacho. En 1993 todo estaba preparado para que el candidato fuera Colosio. Se lo dijeron de diferentes formas a Camacho, pero se negó a entender la realidad. En estos años, López Obrador dejó muy claro, en escenarios públicos y sin engaños, que su objetivo es ser candidato presidencial en el 2012. De nueva cuenta, Camacho ignoró la realidad.
En dos ocasiones Camacho ha sido víctima del método Salinas: Engañarlo con la verdad a la hora de definir candidaturas presidenciales. Sólo un político ingenuo pudo creer que López Obrador se sometería a la autoridad política de Camacho. Y sólo Camacho parece haber sido el político que creyó que el tabasqueño recorrería casi tres veces todos los municipios, haciendo campaña y creando una estructura de representatividad para cedérsela a la imagen mediática de Ebrard.
Lo peor para Camacho como el Gran Operador del Destape de la Autodenominada Izquierda, es que el juego ya quedó claro y el esquema de una encuesta para escoger al mejor posicionado, --cualquier cosa que ello signifique-- fue destruido por López Obrador. Aunque esté a la cola de las preferencias dentro de un año, López Obrador no abandonará su condición de candidato presidencial. Y tendrá amarrado al PT, cuyo índice electoral podría llegar a niveles insospechados sólo por apoyar al tabasqueño.
A lo largo de estos meses, el entorno político de López Obrador llegó a la conclusión anticipada que Camacho no iba a jugar limpio y que su juego de la encuesta y el “mejor posicionado” era para contener durante un año a López Obrador, en tanto que Ebrard usaba impunemente los recursos públicos del gobierno del DF para su promoción personal. Por eso hubo varios intentos de Camacho para detener las giras del tabasqueño. Sin embargo, López Obrador simplemente desdeñó el papel de Camacho.
Camacho no era la mejor figura política para operar la nominación del candidato de la alianza PRD-PT-PC. Su papel desafortunado --para decir lo menos-- en 1993 y 1994, y su esfuerzo de usar la crisis en Chiapas en 1994 para su promoción personal como candidato alterno o sustituto, le restaban méritos para una operación en uno de los espacios más ingobernables del espectro político. Los sectores alrededor del PRD necesitaban de una figura de consenso y sobre todo sin un pasado
tormentoso. .
Lo malo para el PRD, es que ya se quedó sin forma para definir la candidatura presidencial. A veces sin ironía aunque sí con condescendencia, López Obrador le sigue dando a Camacho por su lado al explicar que no fue destape y que se ceñirá a los “compromisos”, pero sigue muy campante su campaña como candidato a la presidencia para el 2012.
Lo que falta es saber qué camino tomará el PRD: El de los (ex) salinistas Camacho y Ebrard o el de López Obrador. Ahí definirá el PRD su existencia.
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