Raúl Trejo Delarbre
Hace una semana, José Francisco Blake Mora estaba más interesado por conservar el empleo que ya tenía que por llegar a uno nuevo. Hoy en día, como es ampliamente sabido, despacha en Bucareli para asombro de muchos y desazón de algunos más.
Los motivos del presidente Felipe Calderón para colocar al hasta hace dos días secretario de gobierno de Baja California en el ministerio de mayor importancia política en este país, han tenido que ser conjeturados por los comentaristas. En su discurso al darle posesión, el miércoles por la tarde, el presidente dijo que la trayectoria política de Blake “es larga”, pero además de varios cargos locales su única responsabilidad fuera de Baja California ha sido como diputado federal en la misma Legislatura que Calderón, entre 2000 y 2003.
El mérito que destacó el presidente fue el papel de Blake en el combate al crimen organizado. La insistencia en esa cualidad que le atribuye al nuevo secretario de Gobernación, permite suponer que fungiría como una suerte de coordinador nacional de seguridad pública.
Pero esa secretaría tiene muchas otras responsabilidades. Por mucha injerencia que el presidente quiera asumir en la conducción de los asuntos específicamente políticos, requerirá del respaldo que Gobernación suele aportar en esos temas. Y allí es donde existen reservas acerca de las habilidades del licenciado Blake.
Apenas el pasado 4 de julio, el Partido Acción Nacional experimentó en Baja California una de sus derrotas más significativas: perdió en los cinco municipios del estado y sus candidatos únicamente ganaron 13 de las 16 diputaciones de mayoría. La molestia de algunos de los panistas más significativos en esa entidad era tal que le exigieron al gobernador José Guadalupe Osuna Millán la destitución de Blake Mora.
Y no era para menos. De acuerdo con testimonios que abundan en la prensa local, el secretario de gobierno intervino intensamente tanto en la designación de los candidatos del PAN como, luego, en las campañas electorales.
La nota de portada en la edición más reciente del semanario Zeta identifica a Francisco Blake Mora entre “Los responsables de la derrota” panista. La directora de ese prestigiado semanario, Adela Navarro Bello, y el periodista Sergio Haro Cordero, escribieron así acerca de Blake:
“Desde la Secretaría de Gobierno se ha convertido en el poder tras el trono tanto en el gobierno como en el Partido Acción Nacional. Por debajo de la mesa, con bajo perfil, ha movido los hilos de la política panista hasta imponer candidatos, negociar con los partidos de oposición, y utilizar el presupuesto, el de finanzas y el de desarrollo social, en busca de votos. La lógica indica que luego de la derrota debería ser el primero en renunciar, pero el Gobernador actúa más por capricho al mantenerlo, que con dignidad al despedirlo”.
Por eso apenas hace unos días el interés esencial de Blake era desmentir que, debido al fracaso panista en las elecciones, saldría del gabinete estatal. El gobernador Osuna Millán ya había salido a defenderlo: “no podemos hacer a Blake responsable de una derrota, voy a revisar todas las dependencias, sus programas y sus perfiles por supuesto. Pero no se le echen encima al Blake como si fuera el causante”. Para Osuna, el retroceso electoral de su partido se debía al viraje de los bajacalifornianos de clase media que habrían dejado de interesarse en Acción Nacional.
La escasez o incluso el descrédito de sus credenciales como operador político, suscitan inquietud acerca del desempeño de Blake en Gobernación. Su inexperiencia política, aunque también puede ser expresión de avidez en ese terreno, lo llevó a organizar en mayo de 2008 una fiesta de cumpleaños para la cual, según se publicó entonces, las comisiones municipales de servicios públicos debieron aportar una contribución obligatoria.
Si el presidente Calderón hubiera destacado en los años recientes como estratega político, o por elegir adecuadamente a sus colaboradores, podríamos decir simplemente que ante el curriculum del nuevo titular de Gobernación habría que ofrecer el beneficio de la duda. Pero ante un tropiezo político tras otro y puesto que los errores en el gobierno afectan más allá de la cúpula política, la designación del licenciado Blake suscita una fundada preocupación.
Hace más de dos siglos un afamado tocayo de nuestro nuevo funcionario federal escribió sendos poemarios a los que denominó “canciones de inocencia” y “canciones de experiencia”. Decía el inglés William Blake que tales extremos constituyen los lados opuestos del alma humana. Pronto veremos cuál de los dos define al nuevo secretario de Gobernación.
SUMARIO: Las elecciones en Baja California, en las que intervino ostensiblemente, muestran un fallido oficio político del nuevo titular de Gobernación
Hace una semana, José Francisco Blake Mora estaba más interesado por conservar el empleo que ya tenía que por llegar a uno nuevo. Hoy en día, como es ampliamente sabido, despacha en Bucareli para asombro de muchos y desazón de algunos más.
Los motivos del presidente Felipe Calderón para colocar al hasta hace dos días secretario de gobierno de Baja California en el ministerio de mayor importancia política en este país, han tenido que ser conjeturados por los comentaristas. En su discurso al darle posesión, el miércoles por la tarde, el presidente dijo que la trayectoria política de Blake “es larga”, pero además de varios cargos locales su única responsabilidad fuera de Baja California ha sido como diputado federal en la misma Legislatura que Calderón, entre 2000 y 2003.
El mérito que destacó el presidente fue el papel de Blake en el combate al crimen organizado. La insistencia en esa cualidad que le atribuye al nuevo secretario de Gobernación, permite suponer que fungiría como una suerte de coordinador nacional de seguridad pública.
Pero esa secretaría tiene muchas otras responsabilidades. Por mucha injerencia que el presidente quiera asumir en la conducción de los asuntos específicamente políticos, requerirá del respaldo que Gobernación suele aportar en esos temas. Y allí es donde existen reservas acerca de las habilidades del licenciado Blake.
Apenas el pasado 4 de julio, el Partido Acción Nacional experimentó en Baja California una de sus derrotas más significativas: perdió en los cinco municipios del estado y sus candidatos únicamente ganaron 13 de las 16 diputaciones de mayoría. La molestia de algunos de los panistas más significativos en esa entidad era tal que le exigieron al gobernador José Guadalupe Osuna Millán la destitución de Blake Mora.
Y no era para menos. De acuerdo con testimonios que abundan en la prensa local, el secretario de gobierno intervino intensamente tanto en la designación de los candidatos del PAN como, luego, en las campañas electorales.
La nota de portada en la edición más reciente del semanario Zeta identifica a Francisco Blake Mora entre “Los responsables de la derrota” panista. La directora de ese prestigiado semanario, Adela Navarro Bello, y el periodista Sergio Haro Cordero, escribieron así acerca de Blake:
“Desde la Secretaría de Gobierno se ha convertido en el poder tras el trono tanto en el gobierno como en el Partido Acción Nacional. Por debajo de la mesa, con bajo perfil, ha movido los hilos de la política panista hasta imponer candidatos, negociar con los partidos de oposición, y utilizar el presupuesto, el de finanzas y el de desarrollo social, en busca de votos. La lógica indica que luego de la derrota debería ser el primero en renunciar, pero el Gobernador actúa más por capricho al mantenerlo, que con dignidad al despedirlo”.
Por eso apenas hace unos días el interés esencial de Blake era desmentir que, debido al fracaso panista en las elecciones, saldría del gabinete estatal. El gobernador Osuna Millán ya había salido a defenderlo: “no podemos hacer a Blake responsable de una derrota, voy a revisar todas las dependencias, sus programas y sus perfiles por supuesto. Pero no se le echen encima al Blake como si fuera el causante”. Para Osuna, el retroceso electoral de su partido se debía al viraje de los bajacalifornianos de clase media que habrían dejado de interesarse en Acción Nacional.
La escasez o incluso el descrédito de sus credenciales como operador político, suscitan inquietud acerca del desempeño de Blake en Gobernación. Su inexperiencia política, aunque también puede ser expresión de avidez en ese terreno, lo llevó a organizar en mayo de 2008 una fiesta de cumpleaños para la cual, según se publicó entonces, las comisiones municipales de servicios públicos debieron aportar una contribución obligatoria.
Si el presidente Calderón hubiera destacado en los años recientes como estratega político, o por elegir adecuadamente a sus colaboradores, podríamos decir simplemente que ante el curriculum del nuevo titular de Gobernación habría que ofrecer el beneficio de la duda. Pero ante un tropiezo político tras otro y puesto que los errores en el gobierno afectan más allá de la cúpula política, la designación del licenciado Blake suscita una fundada preocupación.
Hace más de dos siglos un afamado tocayo de nuestro nuevo funcionario federal escribió sendos poemarios a los que denominó “canciones de inocencia” y “canciones de experiencia”. Decía el inglés William Blake que tales extremos constituyen los lados opuestos del alma humana. Pronto veremos cuál de los dos define al nuevo secretario de Gobernación.
SUMARIO: Las elecciones en Baja California, en las que intervino ostensiblemente, muestran un fallido oficio político del nuevo titular de Gobernación
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