Álvaro Cepeda Neri
No solamente el Papa Juan Pablo II (cuya canonización ha sido suspendida), tapó las perversidades sexuales del dueño de los Legionarios de Cristo, sus concubinatos con dos mujeres con quienes procreó tres hijos, sino que, además, lo protegieron los esposos Foxes: Mart(h)a y Vicente, un par de bribones. Ella, que con sus hijos, los hermanos Bribiesca se dedicaron a enriquecerse al amparo del poder presidencial, es además socia mayoritaria de Excélsior con Olegario Vázquez Raña. Ese personaje es Marcial Maciel quien gestionó el divorcio eclesiástico de la Sahagún y Fox para que volvieran a matrimoniarse como Dios manda en contra del precepto de la iglesia y El Vaticano: de que lo que Dios une que no lo separe el hombre.
Maciel también era amparado por millonarios mexicanos, españoles, alemanes e italianos, quienes le donaron millones de dólares, pesos, marcos, pesetas y otras monedas, que están en los bancos y que hasta ahora se ha ocultado el monto; pero, se calcula que rebasa los 3 mil millones de dólares. El caso es que hasta Zedillo protegió al pederasta dirigente de Los Millonarios de Cristo y los cuales, ante el destape de la cloaca, lo maldicen y refunden en el infierno, como si en este lugar pudieran convivir dos demonios. Entre sus cómplices estuvo, pues, Zedillo, ahora asesor de las empresas estadounidenses que privatizó y que le pagan, mensualmente, 100 mil dólares que le cuidan diez soldados y un teniente-coronel, que le asignaron por haber sido inquilino de Los Pinos.
En su cinismo, el ex secretario particular de Zedillo, Liébano Sáenz Ortiz, actualmente jefe de la oficina para encuestas de Peña Nieto (el acelerado montielista que busca autoimponerse como candidato del PRI a la presidencia de la República), declaró que le mostraron documentos sobre los abusos sexuales de Marcial, y confiesa que ni caso les hizo (no sin antes informarle a Zedillo y éste, a su vez, ordenarle que se olvidara del asunto). Quiere eso decir que la mancuerna Zedillo-Liébano, sabedores de cómo abusaba de los seminaristas y de cómo se enriquecía, le dieron cobijo a ese delincuente.
Zedillo se la daba de come-curas (y coleccionaba figuras de Juárez, para dárselas de juarista, pero privatizó los homenajes al Estadista). Pero Liébano, que es muchísimo, de golpe de pecho y hasta asiste como organista a una iglesia, obviamente que prefirió proteger a Maciel, para no cometer un “pecado”. Su confesión lo hace otro bribón con responsabilidades penales, porque debió turnar el expediente a la PGR para las averiguaciones. Pero él y Zedillo optaron por echar a la basura lo que les informaron. Empero, a pesar de Juan Pablo II, del mismo sucesor Benedicto XVI, de los legionarios, de los ricos, de Zedillo y de Liébano, sabemos que Marcial Maciel fue un perverso que, con el resto de los pederastas, han puesto en grave riesgo de un cisma al Vaticano. Y en nuestro país, una vez más la impunidad enseña a dos de sus beneficiarios: Marcial Maciel y a Liébano Sáenz.
No solamente el Papa Juan Pablo II (cuya canonización ha sido suspendida), tapó las perversidades sexuales del dueño de los Legionarios de Cristo, sus concubinatos con dos mujeres con quienes procreó tres hijos, sino que, además, lo protegieron los esposos Foxes: Mart(h)a y Vicente, un par de bribones. Ella, que con sus hijos, los hermanos Bribiesca se dedicaron a enriquecerse al amparo del poder presidencial, es además socia mayoritaria de Excélsior con Olegario Vázquez Raña. Ese personaje es Marcial Maciel quien gestionó el divorcio eclesiástico de la Sahagún y Fox para que volvieran a matrimoniarse como Dios manda en contra del precepto de la iglesia y El Vaticano: de que lo que Dios une que no lo separe el hombre.
Maciel también era amparado por millonarios mexicanos, españoles, alemanes e italianos, quienes le donaron millones de dólares, pesos, marcos, pesetas y otras monedas, que están en los bancos y que hasta ahora se ha ocultado el monto; pero, se calcula que rebasa los 3 mil millones de dólares. El caso es que hasta Zedillo protegió al pederasta dirigente de Los Millonarios de Cristo y los cuales, ante el destape de la cloaca, lo maldicen y refunden en el infierno, como si en este lugar pudieran convivir dos demonios. Entre sus cómplices estuvo, pues, Zedillo, ahora asesor de las empresas estadounidenses que privatizó y que le pagan, mensualmente, 100 mil dólares que le cuidan diez soldados y un teniente-coronel, que le asignaron por haber sido inquilino de Los Pinos.
En su cinismo, el ex secretario particular de Zedillo, Liébano Sáenz Ortiz, actualmente jefe de la oficina para encuestas de Peña Nieto (el acelerado montielista que busca autoimponerse como candidato del PRI a la presidencia de la República), declaró que le mostraron documentos sobre los abusos sexuales de Marcial, y confiesa que ni caso les hizo (no sin antes informarle a Zedillo y éste, a su vez, ordenarle que se olvidara del asunto). Quiere eso decir que la mancuerna Zedillo-Liébano, sabedores de cómo abusaba de los seminaristas y de cómo se enriquecía, le dieron cobijo a ese delincuente.
Zedillo se la daba de come-curas (y coleccionaba figuras de Juárez, para dárselas de juarista, pero privatizó los homenajes al Estadista). Pero Liébano, que es muchísimo, de golpe de pecho y hasta asiste como organista a una iglesia, obviamente que prefirió proteger a Maciel, para no cometer un “pecado”. Su confesión lo hace otro bribón con responsabilidades penales, porque debió turnar el expediente a la PGR para las averiguaciones. Pero él y Zedillo optaron por echar a la basura lo que les informaron. Empero, a pesar de Juan Pablo II, del mismo sucesor Benedicto XVI, de los legionarios, de los ricos, de Zedillo y de Liébano, sabemos que Marcial Maciel fue un perverso que, con el resto de los pederastas, han puesto en grave riesgo de un cisma al Vaticano. Y en nuestro país, una vez más la impunidad enseña a dos de sus beneficiarios: Marcial Maciel y a Liébano Sáenz.
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