Astillero / Julio Hernández López
Tres PRIstes Tigres
Aliados repudiados
Opciones atadas
Desacreditar lo electoral
La más reciente de las argucias pinoleras pretende convencer auditivamente al respetable público votante de que los gobernadores priístas con los que Calderón mantuvo un trienio de entendimientos son tan malos que resultan preferibles los candidatos sucesorios propuestos por Los Pinos. Tres golpes de intercepción telefónica a sendos mandatarios impresentables con los que el felipismo negoció apoyo para que reconocieran y respaldaran el carácter cuando menos legal de la militarizada toma decembrina de 2006 de la silla presidencial. Cuando menos a dos de ellos, Ulises Ruiz y Mario Marín, el endeble Calderón devolvió el favor en forma de respaldo institucional que les salvara de las crisis derivadas de la represión a la APPO y la secuela del caso Lydia Cacho (al principio de lo que técnicamente se supone será un sexenio, FCH ni siquiera permitía ser fotografiado junto al presuntamente repudiado góber precioso, pero al paso de poco tiempo ya estaba sonriente y amable con quienes así acabaron siendo sus congéneres). Fidel Herrera, que se hizo de la gubernatura veracruzana por márgenes ínfimos de diferencia con el candidato blanquiazul y también en condiciones de fundada sospecha histórica de mapachería, mantuvo un largo pacto de ayuda mutua.
Pero ahora, los deplorables aliados del ayer, los puntales de la ilegítima presidencia felipista, son exhibidos en su esencia como si fuera novedad o como si los hubiera combatido política y judicialmente en momentos no electorales, utilizados los mecanismos federales de espionaje para una desesperada treta de última hora para tratar de cambiar las presuntas tendencias del voto que estarían en camino de dar otras sonoras cachetadas políticas a quien ya perdió ruidosamente en 2009 la cámara federal de diputados y desde entonces se mantiene en un marcado declive que en el fondo es una especie de consulta pública de opinión respecto al desempeño del atribulado Felipe en el ejercicio de lo que le va quedando de poder. Herrera usa el dinero público en promover a sus candidatos y partido de la misma manera que Felipe lo hace; Marín ejerce el poder en lo privado y en lo público de forma parecida (aunque, claro, con variantes) a como sucede en Los Pinos, y Ulises no es diferente en sus métodos de lo que a nivel nacional puede verse en materia de represión, retorcimiento, corrupción y obcecación electorera. La diferencia es que en este tramo del torneo de mañas extremas los tricolores les van ganando a los blanquiazules y por ello el fallido director técnico FC (iniciales que no significan Futbol Club) ha decidido apostar su raquítico pero envenenado resto para tratar de frenar a los adversarios acusándolos de lo mismo que durante años les toleró y aplaudió.
El resultado de los encubrimientos y posteriores develaciones en esas tres entidades carecería de importancia si se recuerda que los abanderados de Los Pinos para relevar a los priístas no están dotados para generar cambios reales sino sólo de apariencia, de bandos, de matices. Difícilmente se puede pensar que Miguel Ángel Yunes vaya a hacer un gobierno menos tramposo, corrupto y cínico que el de Fidel Herrera (aunque probablemente fuera más directamente represivo); Rafael Moreno Valle tal vez no se vea nunca envuelto en episodios de botellas de coñac y empresarios que lo consideren "precioso", pero es un representante del elbismo saqueador, del panismo hipócrita y de los mismos intereses empresariales y de elites políticas que en Puebla apuestan en dos vías, aunque más cargados en realidad a la opción de la continuidad marinista mediante Javier López Zavala; y en Oaxaca difícilmente alguien será peor que Ulises Ruiz, aunque desde ahora Gabino Cué va tan cargado de compromisos con los grupos priístas locales de siempre (excepto la corriente ulisista, aislada ésta, embebida en el ejercicio despótico del poder), tan manejado y defendido por el calderonismo (lo cual necesariamente le ata), tan genérica su oferta, que su eventual llegada al gobierno oaxaqueño sería una pelea diaria de contratistas, prestamistas y financistas en demanda de pagos en especie en la ventanilla afligida e insuficiente del gabinismo socialmente insustancial.
En ese contexto, lo peor (sin importar los resultados electorales en sí) es el avance calderonista en la descalificación pública de lo político y la preparación mental para aplaudir el final de los procesos electorales carísimos e "innecesarios", en cuanto puede verse que todo está podrido y mal manejado. El burro de 2006 hablando de orejas en 2010. De la ilegitimidad de origen a la ilegalidad y la ilegitimidad buscadas para no entregar lo mal habido. El Plan Colombia propuesto por el marine intelectual Castañeda para ser aplicado en México con presencia militar estadunidense también implicaría comicios "patrióticamente" adulterados e incluso, en caso de gran riesgo, la cancelación de esos procesos oportunamente satanizados. La gran mayoría de los gobernadores priístas (y no sólo los tres ya citados, pues el cártel de operaciones electorales está manejado por el mexiquense jefe Al CaPeNi) debería estar en la cárcel, entre otros delitos por los específicamente electorales, pero tampoco puede caerse en la trampa felipista de la convalidación del espionaje telefónico y su uso electoral. La "guerra" contra el narco sirvió para militarizar al país, abatir niveles de libertades, derechos y garantías y prepararse ante insurrecciones sociales previsibles. La "guerra" contra el dinosaurio de tres colores pretende convencer de que la política y lo electoral son innecesarios y que la única salvación posible está en los flancos del panismo o de cancelaciones o golpes de mano.
Y, mientras resulta que primero ha caído el rector del ITESM que los culpables de los asesinatos de estudiantes, ¡hasta mañana, con el gobierno de Nuevo León educando en secundarias para salvarse de las balaceras!
Tres PRIstes Tigres
Aliados repudiados
Opciones atadas
Desacreditar lo electoral
La más reciente de las argucias pinoleras pretende convencer auditivamente al respetable público votante de que los gobernadores priístas con los que Calderón mantuvo un trienio de entendimientos son tan malos que resultan preferibles los candidatos sucesorios propuestos por Los Pinos. Tres golpes de intercepción telefónica a sendos mandatarios impresentables con los que el felipismo negoció apoyo para que reconocieran y respaldaran el carácter cuando menos legal de la militarizada toma decembrina de 2006 de la silla presidencial. Cuando menos a dos de ellos, Ulises Ruiz y Mario Marín, el endeble Calderón devolvió el favor en forma de respaldo institucional que les salvara de las crisis derivadas de la represión a la APPO y la secuela del caso Lydia Cacho (al principio de lo que técnicamente se supone será un sexenio, FCH ni siquiera permitía ser fotografiado junto al presuntamente repudiado góber precioso, pero al paso de poco tiempo ya estaba sonriente y amable con quienes así acabaron siendo sus congéneres). Fidel Herrera, que se hizo de la gubernatura veracruzana por márgenes ínfimos de diferencia con el candidato blanquiazul y también en condiciones de fundada sospecha histórica de mapachería, mantuvo un largo pacto de ayuda mutua.
Pero ahora, los deplorables aliados del ayer, los puntales de la ilegítima presidencia felipista, son exhibidos en su esencia como si fuera novedad o como si los hubiera combatido política y judicialmente en momentos no electorales, utilizados los mecanismos federales de espionaje para una desesperada treta de última hora para tratar de cambiar las presuntas tendencias del voto que estarían en camino de dar otras sonoras cachetadas políticas a quien ya perdió ruidosamente en 2009 la cámara federal de diputados y desde entonces se mantiene en un marcado declive que en el fondo es una especie de consulta pública de opinión respecto al desempeño del atribulado Felipe en el ejercicio de lo que le va quedando de poder. Herrera usa el dinero público en promover a sus candidatos y partido de la misma manera que Felipe lo hace; Marín ejerce el poder en lo privado y en lo público de forma parecida (aunque, claro, con variantes) a como sucede en Los Pinos, y Ulises no es diferente en sus métodos de lo que a nivel nacional puede verse en materia de represión, retorcimiento, corrupción y obcecación electorera. La diferencia es que en este tramo del torneo de mañas extremas los tricolores les van ganando a los blanquiazules y por ello el fallido director técnico FC (iniciales que no significan Futbol Club) ha decidido apostar su raquítico pero envenenado resto para tratar de frenar a los adversarios acusándolos de lo mismo que durante años les toleró y aplaudió.
El resultado de los encubrimientos y posteriores develaciones en esas tres entidades carecería de importancia si se recuerda que los abanderados de Los Pinos para relevar a los priístas no están dotados para generar cambios reales sino sólo de apariencia, de bandos, de matices. Difícilmente se puede pensar que Miguel Ángel Yunes vaya a hacer un gobierno menos tramposo, corrupto y cínico que el de Fidel Herrera (aunque probablemente fuera más directamente represivo); Rafael Moreno Valle tal vez no se vea nunca envuelto en episodios de botellas de coñac y empresarios que lo consideren "precioso", pero es un representante del elbismo saqueador, del panismo hipócrita y de los mismos intereses empresariales y de elites políticas que en Puebla apuestan en dos vías, aunque más cargados en realidad a la opción de la continuidad marinista mediante Javier López Zavala; y en Oaxaca difícilmente alguien será peor que Ulises Ruiz, aunque desde ahora Gabino Cué va tan cargado de compromisos con los grupos priístas locales de siempre (excepto la corriente ulisista, aislada ésta, embebida en el ejercicio despótico del poder), tan manejado y defendido por el calderonismo (lo cual necesariamente le ata), tan genérica su oferta, que su eventual llegada al gobierno oaxaqueño sería una pelea diaria de contratistas, prestamistas y financistas en demanda de pagos en especie en la ventanilla afligida e insuficiente del gabinismo socialmente insustancial.
En ese contexto, lo peor (sin importar los resultados electorales en sí) es el avance calderonista en la descalificación pública de lo político y la preparación mental para aplaudir el final de los procesos electorales carísimos e "innecesarios", en cuanto puede verse que todo está podrido y mal manejado. El burro de 2006 hablando de orejas en 2010. De la ilegitimidad de origen a la ilegalidad y la ilegitimidad buscadas para no entregar lo mal habido. El Plan Colombia propuesto por el marine intelectual Castañeda para ser aplicado en México con presencia militar estadunidense también implicaría comicios "patrióticamente" adulterados e incluso, en caso de gran riesgo, la cancelación de esos procesos oportunamente satanizados. La gran mayoría de los gobernadores priístas (y no sólo los tres ya citados, pues el cártel de operaciones electorales está manejado por el mexiquense jefe Al CaPeNi) debería estar en la cárcel, entre otros delitos por los específicamente electorales, pero tampoco puede caerse en la trampa felipista de la convalidación del espionaje telefónico y su uso electoral. La "guerra" contra el narco sirvió para militarizar al país, abatir niveles de libertades, derechos y garantías y prepararse ante insurrecciones sociales previsibles. La "guerra" contra el dinosaurio de tres colores pretende convencer de que la política y lo electoral son innecesarios y que la única salvación posible está en los flancos del panismo o de cancelaciones o golpes de mano.
Y, mientras resulta que primero ha caído el rector del ITESM que los culpables de los asesinatos de estudiantes, ¡hasta mañana, con el gobierno de Nuevo León educando en secundarias para salvarse de las balaceras!
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