Serenata al 2012

Francisco Rodríguez / Índice Político

Con mi agradecimiento a José Alfredo Jiménez, permanente fuente de inspiración del presidente en turno del Senado

EN LA PANTALLA aparece “ensarapado” –as usual–, zigzagueante por la mareadota que en el Senado le acaban de propinar, con una botella en la diestra y la lira en la siniestra, el bigotón “Jesús” Carlos Navarrete. Deja el licor sobre una maceta de la avenida Parque Lira, se cuelga de la guitarra y se planta ante una ventana de la residencia que fuera presidencial y hoy ha sido degradada a simplemente “Pinos”. La cámara se acerca, medium shot, y se escucha desentonar al número tres de Los Chuchos:

“Estoy tan lejos de ti / y a pesar de la enorme distancia / te siento juntito a mi / corazón corazón, alma con alma / y siento en mi ser tus pesos / no importa que estés tan lejos. / Estoy pensando en Leonor / y a lo loco platico contigo / te cuento de mi dolor / y aunque me hagas feliz / no te lo digo / y vuelvo a sentir tus pesos / no importa que estés tan lejos. / El cielo empieza a clarear / y mis ojos se llenan de sueño / contigo voy a soñar / porque quieran o no / yo soy tu dueño / y siempre tendré tus pesos / no importa que estés tan lejos. / Estoy pensando en tu amor…” Black out.

La pantalla se ha ennegrecido, para enseguida iluminarse y mostrar cómo se acerca, retorciéndose el ralo mostacho, el siempre oportuno –que no oportunista, jejeje–, Jesús Ortega, quien se suma a la “cantata” que, ahora en dúo, dedican a lo que fuera la Hacienda de La Hormiga… y no por Carlos Salinas, sino porque así se llamaba antes de que don Lázaro Cárdenas le impusiera el nombre de Los Pinos:

“Si nos dejan, / nos vamos a querer toda la vida, / Si nos dejan, / nos vamos a vivir a Calderolandia / Yo creo podemos ver el nuevo amanecer de un nuevo DIA. / Yo pienso que tú y yo / podemos ser felices todavía. / Si nos dejan / buscamos un rincón lejos de El Peje / Si nos dejan / hacemos en las nubes tu campaña. / Y ahí juntitos los dos / cerquita de Greg / será lo que soñamos / Si nos dejan te llevo de la mano con el diezmo / y ahí nos vamos…” Nuevo apagón.

Vuelve a iluminarse la pantalla, para mostrar como sale desde “un rincón de la cantina”, ejem, ejem, perdón: detrás de una ventana de Los Pinos, un envalentonado César Nava, también con la lira en mano… como en aquellos tiempos de la añorada secretaría particular:

“No mamenacen / no mamenacen / no mamenacen… / cuando estén decididos a romper las alianzas / pos agarren su rumbo y a la ver… eda tropical. / Pero no mamenacen / no mamenacen / no mamenacen… / ya están grandecitos / ya entienden la vida / ya saben lo que hacen…” Sin transición, se abre el ángulo de la cámara y en la pantalla se ve ahora, despeinado, en camiseta medio percudida, a Felipe Calderón abriendo otra ventana de esa suerte de mansión embrujada –todos sus ocupantes acaban locos, pero multimillonarios–, que es el asiento alterno del Ejecutivo Federal (el original es el Palacio Nacional):

También cantando, desentona Calderón:

“Se van porque yo quiero que se vayan / a la hora que yo quiera los detengo / yo sé que mi dinero les hace falta / porque quieran o no / yo soy su dueño. / Yo quiero que regresen con Beltrones / no quiero que conozcan mucha gente / yo quiero que les tienten con más lana / para que me comparen hoy como siempre. / Si encuentran un PT que los reciba / o sienten que solitos “ya las pueden” / entonces yo daré la media vuelta / y me iré como Fox / cuando mate a más narcos”.

Panea la cámara sobre los rostros de Navarrete, Ortega y Nava.

Y cuando el respetable esperaba que, al unísono se soltaran –dos guitarreros y Ortega como maraquero–, con aquello de “Llegó borracho el borracho”, el trío “Los Aliados” inicia otro canto, como de arrepentimiento por haber despertado al ocupante de Los Pinoles, cual el ingenio popular llama a la casona que sirve de fachada a las cabellerizas en las que, desde 2001, ahora moran aquellos a quienes todos dicen “el señor”:

“En el último trago nos vamos / para ver a qué sabe el exilio / sin poner ni un centavo nosotros / esta noche no vamos a limosnearte / esta noche solito te quedas. / Que difícil tener que dejarte / a merced de Peñita y ‘La Gorda’ / nada te han enseñado los años / siempre caes en los mismos errores / otra vez a brindar con priístas / y a llorar por las nuevas derrotas. / Tómate esta botella, Felipe / y en el último trago, nos pagas / esperamos que no haya testigos / por si acaso te diera vergüenza. / Si algún día sin querer tropezamos / no te agaches ni hables de frente / simplemente la mano nos damos / y después tú te cuentas los dedos…”

Empieza a amanecer. Clarea el día. El sueño de “Jesús” Carlos Navarrete de alcanzar la Presidencia en 2012 se difumina. Como les sucede a todas las cortinas de humo, ¿qué no?

Índice Flamígero: Y ahora un tango, La Comparsita: ¿Qué diablos hacía el presidente de la CNDH, un tal señor Plascencia, en Tijuana el anterior fin de semana? ¿Tomaba nota del migrante mexicano muerto tras la brutal golpiza que le propinaran oficiales de Estados Unidos? No, señor. Fue a una cena de postín ofrecida por Jorge Hank Rhon para celebrar los primeros 20 años de sus empresas. Hace pocos meses, el mismo señor Plascencia había negado tener relaciones de ningún tipo con el hijo de El Profesor. Pero evidentemente mintió.

Comentarios