Sí, bien pensado, si hay un momento para que un rockero o un melómano de verdad saque la cartera ése es este lunes 21 de junio, día en que inicia la preventa de boletos para el concierto The Wall comandado por su creador Roger Waters.
The Wall, el majestuoso disco de Pink Floyd que Alan Parker transformaría en película en 1982, será presentado por Waters en todo el mundo sumando más de 75 conciertos con la finalidad de celebrar el 30 aniversario de la edición del disco, que fue lanzado a finales de 1979 y que se convertiría a la postre en un disco de época.
Su parada en México está fechada para el próximo sábado 18 de diciembre en el Palacio de los Deportes de esta ciudad. Una noche que será emocionante y para el recuerdo, un recuerdo que se arraigará firmemente en nuestra memoria ya desde el siguiente día, el 19 de diciembre, un domingo pletórico de nostalgia.
Ese domingo, aquellas personas de todas las edades y de al menos cinco generaciones distintas que hayan asistido se despertarán cansados y con cierta nostalgia pero plenos, sí, llenos de eso que sólo el arte y los más sinceros sentimientos pueden provocar en nosotros, la experiencia de lo sublime, eso que también un concierto de rock puede alcanzar en ese momento único y de éxtasis religioso en el que perdemos los contornos personales y se conforma una marea de cuerpos imantados con el poder de la empatía y el grito.
Ese domingo, los melómanos desayunarán con una sonrisa extraña y con una suerte de paz inherente fruto de haber presenciado, palpado y asistido a un concierto histórico.
¿Y por qué estamos tan seguros de que lo será?, ¿por qué tanto entusiasmo?
Basta decir: Pink Floyd, The Wall, Roger Waters, para confiar y confirmar el entusiasmo. Además, se tate quizá, según las propias palabras de Waters, de la último gira que dé.
Tras meses de meticulosa planificación, Waters ha actualizado el ambiente y el estilo del show para garantizar que la encarnación en vivo de The Wall corresponda con el gran espectáculo teatral que lo hizo tan legendario.
Y Waters se va a entregar completo. A propósito de esto, en una entrevista realizada hace unos días con el conductor de radio inglés Jim Ladd (quien mencionó que se trata de la gira más ambiciosa en la historia para una banda de rock y que si bien se conserva la misma música del disco las tecnologías han permitido que el mensaje del mismo evolucione) Waters afirmó sentirse “muy emocionado”.
Ladd, le preguntó: En la primera noche que estarás frente a la gente, ¿qué pasará por tu mente?
“Estaré muy emocionado de ver su respuesta, porque, por ejemplo, si incluso cuando alguien entra a un estudio mientras estamos grabando ahí puedes ver esos ojos frescos llenos de asombro, puedes reconocerlos y entender más sobre lo que tú has creado, ahora ¡imagínate ver lo mismo en 50,000 ojos!”, contestó Waters.
El concierto promete pasar a la historia por varios motivos, desde el esperado reencuentro del músico con el público, Waters, un viejo lobo de mar, sobre un escenario que él domina plenamente y donde sin duda vivirá el recuerdo de los ya ausentes (Syd Barreth, Richard Wright).
También por la resignificación o actualización de los poderosos contenidos del disco original en un mundo en el que los individuos y las naciones siguen construyendo muros a su alrededor, más la actitud rebelde de un hombre de más de 60 años que no ha perdido el rock, actitud que engarzará perfecto con las generaciones más jóvenes que no habían nacido cuando Pink Floyd recaba éxito en el mundo entero pero que pueden dejarse inundar por la potencia y por la poesía de una obra de arte que avanza en la representación y llega a ser más que un disco, más que una película y más que un espectáculo.
Se convierte en un testimonio de lo más preciado (el ímpetu) de la época de posguerras, partiendo de sus motivos hasta sus representaciones, para dialogar con el siglo XXI en sus contenidos y en sus formas, y sobre todo para no perder de vista lo verdaderamente importante: el deseo de reconstrucción. Como ocurre al final de la película con los niños recogiendo sus propios ladrillos (si lo interpretamos de forma positiva).
No es casualidad que el concierto comience con el muro derrumbado y empiecen a apilarse los primeros ladrillos.
El espacio ya tiene ubicación: el Domo de Cobre. La convocatoria es que usted se convierta en un ladrillo de una construcción gloriosa en donde el sonido y la luz se confundan en su brillo humano.
Córrale porque se acaban.
The Wall
Palacio de los Deportes
18 de diciembre de 2010
$429.00 a $3,757.00 por Ticketmaster.
Para curiosos
* La gira del disco The Wall de los años 1980 y 1981 se llevó a cabo en directo sólo en dos ciudades norteamericanas, una en Londres y otra en Alemania, de una gira de 31 conciertos en total, debido a la complejidad de su montaje escénico.
* Esta gira abarca 35 ciudades estadounidenses, y será un escenario parecido al original de 1980 pero no tan gigante.
* Como en el escenario original de la gira de The Wall, ahora Waters y compañía tocarán buena parte del concierto detrás de un muro entre ellos y el público.
* El montaje original fue espectacular, pero a la banda le costó muy caro, tanto que las pérdidas fueron millonarias.
* El concepto surgió cuando Roger Waters, después de que en un concierto de la gira In the Flesh de 1977, le escupiera en la cara a un fan por no permanecer calladoy de ahí se le ocurrió la idea de construir un muro entre él y el público, pero más tarde se arrepintió de ello.
* El disco ha vendido, según The New York Times, más de 20 millones de copias en todo el mundo. Es el segundo disco más vendido de Pink Floyd después de The Dark Side of the Moon.
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