Eduardo Ibarra Aguirre
Si algo evidencia como un extraordinario demagogo al inquilino principal de Los Pinos, es el gasto realizado en propaganda y “difusión de mensajes”, con independencia del uso de los abundantes “tiempos oficiales”, al gastar en los primeros tres años 11 mil 341 millones de pesos, monto que se incrementará a 16 mil 500 millones de pesos si se incluye lo presupuestado para 2010.
Con las multimillonarias cifras oficiales, pese al decreto de “austeridad” que Felipe (del Sagrado Corazón) de Jesús Calderón Hinojosa firmó el 3 de diciembre de 2006, en buena medida por la hambruna de legitimidad y la estrategia de “rebasar por la izquierda” a Andrés Manuel López Obrador, el señor habrá gastado durante 2006-2010 un promedio superior a los 11.33 millones de pesos cada día, contra 7.45 millones de pesos que gastó diariamente Vicente Fox Quesada y Martha María Sahagún Jiménez, la autodenominada pareja presidencial que mal gobernó al país con las televisoras del duopolio a la mano –a cambio de jugosas concesiones y prebendas--, la corrupción como método para aceitar la maquinaria oficial y familiar, amén de la impunidad para los que pavimentaron el camino a Las cabañitas.
Los 16 mil 500 millones de pesos que se habrán gastado al concluir el año, si su alteza serenísima no decide otra cosa, superará los 14 mil millones de pesos que gastó el beneficiario del voto útil, también conocido como El alto vacío (Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega dixit).
Con todo y los 5 mil millones de pesos que erogará durante 2010 en propaganda, indebidamente llamada comunicación social y usada para premiar a los medios aliados y castigar a los críticos, el jefe y amigo del grupo gobernante se queja con amargura que enternece, en México y el extranjero, de los graves problemas de percepción ciudadana que padece frente a los que publicita como notables resultados en la Guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado, en seguridad pública, crecimiento económico, inversión extranjera y empleos.
Sólo que con la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de considerar que podrán ser acusados de fraude los charlatanes y embaucadores, Calderón Hinojosa debiera ser mínimamente precavido, aunque los ministros que con 500 mil pesos mensuales son los mejor pagados de México, no se atrevan a tocarlo ni con el pétalo de una palabra.
Mas esa impunidad no la tiene garantizada Javier Aguirre Onaindía, quien sin el menor recato convoca a los mexicanos, con más palabrería y voluntarismo que argumentos, a convertirnos en triunfadores, tal y como lo marca el discurso de Calderón. Ya tendrá ocasión El vasco, sin ningún parentesco con quien esto escribe, de demostrarlo mínimamente en Sudáfrica, donde no se superará la medianía que caracteriza a la Selección Nacional, aunque el negocio para unos cuantos sea gigantesco. Veremos, entonces, que canal del duopolio se atreve a transmitir el anuncio.
Con tales anuncios y anunciantes, con la agobiante propaganda sobre el avance de los buenos y el reculamiento de los malos en la guerra de Calderón para legitimarse en la Presidencia, hacerle el trabajo sucio al gobierno de Estados Unidos y sus millones de adictos, aterrorizar a la ciudadanía y criminalizar a los movimientos sociales, no hay presupuesto que alcance para modificar las negativas percepciones ciudadanas, tampoco directores de campañas propagandísticas --estadunidenses, españoles o exbaterista de Timbiriche metamorfoseado-- que puedan sobreponerse al peor propagandista de su obra de gobierno o de desgobierno y que es el mismísimo Felipe del Sagrado Corazón de Jesús, empecinado como está en difundir a los cuatro vientos su papel de comandante supremo de las fuerzas armadas y enseguida escandalizarse por la mala imagen que México cosechó tras la siembra realizada.
Si algo evidencia como un extraordinario demagogo al inquilino principal de Los Pinos, es el gasto realizado en propaganda y “difusión de mensajes”, con independencia del uso de los abundantes “tiempos oficiales”, al gastar en los primeros tres años 11 mil 341 millones de pesos, monto que se incrementará a 16 mil 500 millones de pesos si se incluye lo presupuestado para 2010.
Con las multimillonarias cifras oficiales, pese al decreto de “austeridad” que Felipe (del Sagrado Corazón) de Jesús Calderón Hinojosa firmó el 3 de diciembre de 2006, en buena medida por la hambruna de legitimidad y la estrategia de “rebasar por la izquierda” a Andrés Manuel López Obrador, el señor habrá gastado durante 2006-2010 un promedio superior a los 11.33 millones de pesos cada día, contra 7.45 millones de pesos que gastó diariamente Vicente Fox Quesada y Martha María Sahagún Jiménez, la autodenominada pareja presidencial que mal gobernó al país con las televisoras del duopolio a la mano –a cambio de jugosas concesiones y prebendas--, la corrupción como método para aceitar la maquinaria oficial y familiar, amén de la impunidad para los que pavimentaron el camino a Las cabañitas.
Los 16 mil 500 millones de pesos que se habrán gastado al concluir el año, si su alteza serenísima no decide otra cosa, superará los 14 mil millones de pesos que gastó el beneficiario del voto útil, también conocido como El alto vacío (Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega dixit).
Con todo y los 5 mil millones de pesos que erogará durante 2010 en propaganda, indebidamente llamada comunicación social y usada para premiar a los medios aliados y castigar a los críticos, el jefe y amigo del grupo gobernante se queja con amargura que enternece, en México y el extranjero, de los graves problemas de percepción ciudadana que padece frente a los que publicita como notables resultados en la Guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado, en seguridad pública, crecimiento económico, inversión extranjera y empleos.
Sólo que con la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de considerar que podrán ser acusados de fraude los charlatanes y embaucadores, Calderón Hinojosa debiera ser mínimamente precavido, aunque los ministros que con 500 mil pesos mensuales son los mejor pagados de México, no se atrevan a tocarlo ni con el pétalo de una palabra.
Mas esa impunidad no la tiene garantizada Javier Aguirre Onaindía, quien sin el menor recato convoca a los mexicanos, con más palabrería y voluntarismo que argumentos, a convertirnos en triunfadores, tal y como lo marca el discurso de Calderón. Ya tendrá ocasión El vasco, sin ningún parentesco con quien esto escribe, de demostrarlo mínimamente en Sudáfrica, donde no se superará la medianía que caracteriza a la Selección Nacional, aunque el negocio para unos cuantos sea gigantesco. Veremos, entonces, que canal del duopolio se atreve a transmitir el anuncio.
Con tales anuncios y anunciantes, con la agobiante propaganda sobre el avance de los buenos y el reculamiento de los malos en la guerra de Calderón para legitimarse en la Presidencia, hacerle el trabajo sucio al gobierno de Estados Unidos y sus millones de adictos, aterrorizar a la ciudadanía y criminalizar a los movimientos sociales, no hay presupuesto que alcance para modificar las negativas percepciones ciudadanas, tampoco directores de campañas propagandísticas --estadunidenses, españoles o exbaterista de Timbiriche metamorfoseado-- que puedan sobreponerse al peor propagandista de su obra de gobierno o de desgobierno y que es el mismísimo Felipe del Sagrado Corazón de Jesús, empecinado como está en difundir a los cuatro vientos su papel de comandante supremo de las fuerzas armadas y enseguida escandalizarse por la mala imagen que México cosechó tras la siembra realizada.
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