Mercenarios, comisionistas, espías

Francisco Rodríguez / Índice Político

CORRÍAN LOS ÚLTIMOS días de abril próximo pasado cuando, en Xalapa, el candidato de Felipe Calderón –que no del PAN– al gobierno de Veracruz anunciaba un programa de seguridad elaborado por los israelíes David Tsur y Victor Maor, a quienes tenía a su lado. Tanto tiempo dedicado a tareas policíacas para el panismo, ¿y hasta ahora es que recurre a expertos en el tema, dos ex militares que muy probablemente estuvieron adscritos a la Mossad? Los planes de Genaro García Luna –entre otros, la jalada esa de la policía nacional– ¿no satisfacen a Miguel Ángel Yunes Linares?

No. Lo de la seguridad es lo de menos. El tema, efectivamente, es el que menos preocupa al todavía director general del ISSSTE –recuérdese que tiene licencia al cargo, pues piensa regresar a ocuparlo el próximo mes de agosto–, quien libra una batalla personal en contra del gobernador Fidel Herrera, arrastrando en ella al muy influenciable señor Felipe Calderón. De hecho, fue Yunes quien subió al ocupante de Los Pinos al ring de Veracruz.

Con este par de israelíes expertos en contrainteligencia –espionaje, pues–, Yunes ha abierto una puerta al peligroso mundo de la guerra, esta sí de a deveritas, que en el mundo libra el Estado judío en contra de ciertas naciones árabes.

Sólo para que usted se dé una idea, agencias estadounidenses recién han filtrado que los explosivos –que siempre sí son– hallados apenas en la capitalina colonia Roma, bien podrían haber sido destinados a células musulmanas que actúan en Estados Unidos.

Desde que la Mossad pasó a operar en América Latina en la década de los 60’s, en virtud de la alianza estratégica entre los sionistas y Estados Unidos de los mal llamados Cuerpos de Paz, se inició el arribo de miembros de la agencia de espionaje israelí a suelos del subcontinente con la justificación de enseñar a los pueblos latinoamericanos en técnicas agrícolas. Con esta pantalla, los enviados del Mossad desarrollaron una fuerte guerra sicológica contra Cuba y otras alternativas progresistas en la región, fundamentalmente dirigidas por su Sección de Servicios Especiales (Metsada), quienes crearon las bases para una estrecha cooperación con las fuerzas armadas de varias naciones latinoamericanas, las que recibieron instrucción para cometer asesinatos selectivos, contrainsurgencia, técnicas de tortura y represión, actos de sabotaje, creación de grupos paramilitares, así como técnicas psicológicas de desinformación.

El Mossad destinó una parte considerable de los casi 2 mil oficiales con los que contaba en ese momento para sus actividades en América Latina, dejando la tarea de la represión a los palestinos y agresión a los pueblos árabes a otras secciones de su estructura y al servicio de contrainteligencia israelí conocido como Shabak.

La oscura participación del Mossad en Centroamérica tiene varios capítulos que han sido denunciados en múltiples ocasiones, fundamentalmente dirigidos a brindar apoyo logístico a las dictaduras de la región y a entrenar a los servicios especiales de las mismas en técnicas de contrainsurgencia y represión.

El en el caso de Guatemala, luego de que quedó al desnudo la complicidad de los sionistas con la dictadura militar de Pinochet, a la que vendió innumerables armas sofisticadas y ofreció ayuda para que mantuviera una de las más crueles represiones conocidas en el Hemisferio Occidental, la ayuda del Mossad y del gobierno sionista se incrementó a partir de 1978, luego de que los Estados Unidos suspendieran aparentemente la ayuda militar a esta nación por la bochornosa de los derechos humanos contra el pueblo guatemalteco. Ese mismo año, Guatemala recibió de los sionistas 11 aviones Arawa, 10 blindados RBY-MK, 15 mil fusiles Galil, centenares de morteros de 81 mm, bazucas, lanzagranadas, tres guardacostas Dabier, un sistema de transmisiones tácticas, un circuito de radares y así como 120 toneladas de municiones.

En julio de 1977 un suceso relacionado con el traficante de armas de origen mexicano Marcos Katz –hoy copropietario de la línea de aviación Aeromar–, volvió a destapar la participación de Israel en Centroamérica. La denuncia oportuna del diario israelí Haaretz, en relación con su participación en el alquiler de un avión argentino, decomisado en Barbados, con más de veinte toneladas de armas y municiones con destino al gobierno de Guatemala, siguiendo la ruta Tel Aviv-Portugal-Barbados-Guatemala, sacó a la luz las abultadas ventas bélicas del sionismo a los militares de facto en esa nación centroamericana.

Esa es historia reciente. Esa es, también, la puerta que Yunes Linares ha abierto en Veracruz para todo México. Mercenarios israelíes, comisionistas de ventas de armamento, espías… que no expertos en “seguridad”.

Índice Flamígero: Debate electoral ríspido en Veracruz. Entre toda la mierda que salió de su boca, Miguel Ángel Yunes anunció que tenía preparada una sorpresa para el final del encuentro. Y la soltó desde sus intestinos: un polígrafo o detector de mentiras –manejado, trucado, obviamente por israelíes— al que se sometería e invitaba a su contrincante Javier Duarte a que también lo hiciera. Infantiloide repetía: “a la salida nos vemos… a la salida nos vemos”.

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