Rubén Cortés
Por supuesto que el sexenio cumplirá su tiempo constitucional hasta 2012. Sin embargo, este gobierno ya se acabó en cuanto a acuerdos políticos para conseguir las reformas estructurales que necesita el país y para culminar su programa estrella de recuperar la seguridad pública.
Ayer, finalmente, el presidente Felipe Calderón no pudo conseguir una anuencia tácita del principal partido de oposición para superar con “unidad y diálogo” el momento más difícil de la vida republicana desde el crimen de Luis Donaldo Colosio en 1994.
Y sin el PRI será imposible sacar adelante toda idea que dependa de acuerdos políticos, pues tiene la bancada mayoritaria en la Cámara y el Senado, gobierna en 19 de los 32 estados y lleva 40 puntos de ventaja en las encuestas para ganar las presidenciales de 2012.
De hecho, fue gracias al PRI que Felipe Calderón encontró vigencia como Presidente, cuando su triunfo electoral no fue reconocido (y sigue sin ser reconocido) por el PRD, pero los legisladores priistas hicieron el quórum necesario para que rindiera protesta.
Pero ayer el PRI le advirtió que, si sabe contar, no cuente más con ese partido: la gota que derramó el vaso fue lo que entendió como una estrategia oficial de lucro con el asesinato de su candidato a gobernador en Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú.
El PRI se cansó de Calderón. Eso fue, hablando en plata, lo que le dijo ayer Beatriz Paredes, en los que han sido los discursos más claros y directos de la líder tricolor, una política hecha a la vieja usanza priista de cuidar formas y fondos.
Primero, Calderón pidió en cadena nacional:
–Los invito a dialogar para definir entre todos cuál debe ser esa respuesta, porque es momento de que se expresen las inquietudes de todos los actores, especialmente los políticos, a fin de fortalecer la estrategia del Estado por la seguridad pública.
Después, Paredes respondió:
–Nosotros no usamos los duelos para hacer cadenas nacionales, para ver si esto tiene algún sentido de reivindicación política, de políticas públicas que evidentemente son inexplicables.
Luego, Calderón insistió:
–No les pido actos de martirio o de heroísmo, sino simplemente pido apoyo decidido y comprensión. A las autoridades, gobernantes, políticos, les pido corresponsabilidad, y propongo diálogo y apertura para encontrar siempre los mejores caminos para cumplir con nuestro deber.
Y Paredes terminó:
–Siempre hemos estado dispuestos a dialogar, pero con liderazgos legítimos y no fruto del oportunismo, que bregan en la borrasca de aguas tormentosas para ver si recomponen sus posicionamientos… la irresponsabilidad y el cortoplacismo, el querer ganar a cualquier costo, es lo que ha enturbiado el debate y envilecido a la política.
¿Diálogo? Pero de sordos.
Y con esto… se acabó el sexenio.
Por supuesto que el sexenio cumplirá su tiempo constitucional hasta 2012. Sin embargo, este gobierno ya se acabó en cuanto a acuerdos políticos para conseguir las reformas estructurales que necesita el país y para culminar su programa estrella de recuperar la seguridad pública.
Ayer, finalmente, el presidente Felipe Calderón no pudo conseguir una anuencia tácita del principal partido de oposición para superar con “unidad y diálogo” el momento más difícil de la vida republicana desde el crimen de Luis Donaldo Colosio en 1994.
Y sin el PRI será imposible sacar adelante toda idea que dependa de acuerdos políticos, pues tiene la bancada mayoritaria en la Cámara y el Senado, gobierna en 19 de los 32 estados y lleva 40 puntos de ventaja en las encuestas para ganar las presidenciales de 2012.
De hecho, fue gracias al PRI que Felipe Calderón encontró vigencia como Presidente, cuando su triunfo electoral no fue reconocido (y sigue sin ser reconocido) por el PRD, pero los legisladores priistas hicieron el quórum necesario para que rindiera protesta.
Pero ayer el PRI le advirtió que, si sabe contar, no cuente más con ese partido: la gota que derramó el vaso fue lo que entendió como una estrategia oficial de lucro con el asesinato de su candidato a gobernador en Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú.
El PRI se cansó de Calderón. Eso fue, hablando en plata, lo que le dijo ayer Beatriz Paredes, en los que han sido los discursos más claros y directos de la líder tricolor, una política hecha a la vieja usanza priista de cuidar formas y fondos.
Primero, Calderón pidió en cadena nacional:
–Los invito a dialogar para definir entre todos cuál debe ser esa respuesta, porque es momento de que se expresen las inquietudes de todos los actores, especialmente los políticos, a fin de fortalecer la estrategia del Estado por la seguridad pública.
Después, Paredes respondió:
–Nosotros no usamos los duelos para hacer cadenas nacionales, para ver si esto tiene algún sentido de reivindicación política, de políticas públicas que evidentemente son inexplicables.
Luego, Calderón insistió:
–No les pido actos de martirio o de heroísmo, sino simplemente pido apoyo decidido y comprensión. A las autoridades, gobernantes, políticos, les pido corresponsabilidad, y propongo diálogo y apertura para encontrar siempre los mejores caminos para cumplir con nuestro deber.
Y Paredes terminó:
–Siempre hemos estado dispuestos a dialogar, pero con liderazgos legítimos y no fruto del oportunismo, que bregan en la borrasca de aguas tormentosas para ver si recomponen sus posicionamientos… la irresponsabilidad y el cortoplacismo, el querer ganar a cualquier costo, es lo que ha enturbiado el debate y envilecido a la política.
¿Diálogo? Pero de sordos.
Y con esto… se acabó el sexenio.
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