Los mensajes del PRI

Martha Anaya / Crónica de Política

Los priistas respondieron ayer al Presidente Felipe Calderón en dos tiempos:

El primero, en pleno Tamaulipas, a unos cuantos pasos del féretro con los restos de su candidato a la gubernatura, Rodolfo Torre Cantú. Ahí, bajo la sombra del duelo, la dirigente del tricolor asestó, a manera de banderillas, un par de frases y calificativos que se repetirían a lo largo del día.

-Nosotros no usamos los duelos para cadenas nacionales.

-Políticos improvisados que pretenden lucrar con el asesinato…

Esas dos expresiones, más el anuncio de que por la noche el PRI daría un mensaje desde su sede nacional, levantaron expectativas y crearon inquietud entre los propios priistas y los medios. “Algo duro se viene…”, avizoraban.

En la Presidencia de la República contuvieron el aliento. Los panistas callaron.

A las siete de la noche, el edificio A del Revolucionario Institucional mostraba en su fachada –por tercera ocasión en su historia reciente—un moño negro (las otras dos ocasiones fueron en 1994, cuando los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y de José Francisco Ruiz Massieu).

Al interior, se congregaban jerarcas y gobernadores: Manlio Fabio Beltrones, Francisco Rojas, Jesús Murillo Karam, Emilio Gamboa, Fidel Herrera, Ivonne Ortega, Andrés Grenier, José Calzada, Humberto Moreira, Ney González, Carlos Flores Rico, Miguel Angel Osorio, Joel Ayala, Cruz López, José Aguilar Padilla..; y a los pocos minutos se uniría Enrique peña Nieto.

Sobre una tarima negra rodeada de flores blancas y con el logotipo del PRI cruzado por un moño negro en la pared de fondo, los poderosos del PRI tomaron asiento en semicírculo y se dispusieron a escuchar a su presidenta nacional, envuelta ella también en un huipil negro.

Pocas sonrisas, nada del bullicio clásico frente a las decenas de cámaras y micrófonos. Sin mayores preámbulos, Beatriz Paredes dio inicio a su segundo mensaje. Las primeras frases parecían ser la respuesta directa a la convocatoria del Presidente de la República al diálogo:

-Siempre hemos estado dispuestos a dialogar, pero con liderazgos legítimos y no fruto del oportunismo, que bregan en la borrasca de aguas tormentosas para ver si recomponen sus posicionamientos, cuando ha sido precisamente la irresponsabilidad y el cortoplacismo, el querer ganar a cualquier costo, lo que ha enturbiado el debate y envilecido a la política.

Luego, un recordatorio sobre la elección presidencial:

-Nuevamente se le pide al PRI civilidad, cuando fue la responsabilidad democrática del PRI la que le dio vigencia a este régimen, cuando los legisladores de nuestro Partido hicieron el quórum para que se rindiera protesta.

Tras varios reproches sobre el manejo partidista de los programas sociales en las campañas, el uso de las instituciones de seguridad en el espionaje electoral y el uso de la guerra sucia como método, volvió a la convocatoria presidencial:

-Más que declaraciones, discursos, debates, los mexicanos necesitan que la estrategia de seguridad sea eficaz, las familias quieren recuperar la tranquilidad.

Y de nuevo restregó lo dicho por la mañana:

-Rechazamos y nos llena de indignación lo que observamos como el fermento de una estrategia de lucro político de una tragedia que nos agravia.

Para finalmente exigir:

-Demandamos justicia, el esclarecimiento de los hechos que cegaron la vida de Rodolfo Torre Cantú.

Con ello cerró el mensaje nacional.

Un cierto desconcierto cruzó entre los asistentes: ¿Vamos al diálogo o no vamos?, se preguntaban unos. ¿Qué quiso decir?

La respuesta la tenían otros: “está muy claro en lo que dijo Beatriz por la mañana: nada con improvisados políticos…”

Más que las palabras, lo que quedaba tras el segundo mensaje del PRI era la imagen, el simbolismo de lo que había acontecido en esos quince minutos: la demostración de unidad de los priistas en ese momento; la imagen del bloque de poder que ellos representaban ante sus adversarios y, sobre todo, ante el propio Presidente de la República.

La fotografía era el mensaje.

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