Gómez Mont, el intolerante útil

David Aponte / Contraflujo

Siempre chancleteando sus mocasines, el diputado federal recorría a principios de los años 90, en la 55 Legislatura, los pasillos del salón del Centro Médico Nacional, convertido en recinto alterno de San Lázaro. Siempre a la sombra de Diego Fernández de Cevallos, el coordinador del grupo parlamentario del PAN, quien apoyó las reformas constitucionales del gobierno de Carlos Salinas de Gortari (las modificaciones a los artículos 27 para permitir la venta del ejido y el 130 para la nueva relación Estado-iglesias). El mismo recorrido había hecho en 1988 por los pasillos del Palacio de Covián, cuando El Jefe Diego representaba al panismo ante la Comisión Federal Electoral, órgano de la Secretaría de Gobernación encargado del desarrollo de los comicios. Fernando Gómez Mont se ha presentado siempre como un demócrata, pero en realidad tiene una fuerte vena autoritaria.

Hoy se ha convertido en el intolerante útil del gobierno del presidente Felipe Calderón. Hoy, desde su posición en la Secretaría de Gobernación, manotea en los escritorios de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para defender a los funcionarios del gabinete presidencial por el caso de la Guardería ABC; critica la actuación de los medios de comunicación frente al manejo editorial de la violencia y la guerra contra el crimen organizado en el territorio nacional, e intenta hacer pedazos la credibilidad de las comisiones de derechos humanos, a las que pide no hacer de “tontos útiles” de la delincuencia organizada.

Antes de ser secretario de Gobernación, participaba de marchas ciudadanas, acompañado de su familia. La noche del 30 de agosto de 2008, caminó vestido de blanco para protestar contra la inseguridad. De espaldas a la Catedral Metropolitana, Gómez Mont se acomodó en el zócalo de la ciudad de México para gritar el “¡Ya basta!” contra la inseguridad, en esa tercera manifestación contra la delincuencia. En la oscuridad de la plaza, bajo la tenue iluminación de miles de velas y veladoras, participó de los coros de “¡Sí no pueden, renuncien!”, “¡No más secuestros, no más violencia!” y “¡Por un México seguro!”.

Hoy, seguramente no recuerda esas demandas ciudadanas. Hoy, reta a los criminales para que ataquen de frente al Estado. Hoy, desde su posición, busca desmontar cualquier crítica de los medios de comunicación hacia la lucha contra las organizaciones criminales que han tomado partes del territorio nacional (el caso de Tamaulipas y las instalaciones de Petróleos Mexicanos es particularmente grave) o desacreditar el trabajo de las comisiones de derechos humanos (la recomendación de la CNDH a la Secretaría de la Defensa Nacional por la muerte de los niños Bryan y Martín Almanza en Tamaulipas).

A principios de junio, el secretario de Gobernación utilizó en Ciudad Juárez una batería de frases para corresponsabilizar a los medios de comunicación de la violencia en la urbe de la franja fronteriza:

“La prensa, al tener poder, tiene responsabilidad; yo no excluyó la mía, pero, ¡por Dios Santo, no excluyan la de ustedes!”. “Se tiene que reconstruir la confianza entre comunidad y gobierno, necesitamos ayuda de los medios para cambiar la perspectiva de la ciudadanía; la información se tiene que cambiar, no todo es violencia en Ciudad Juárez”. “Si siguen fomentando esa división entre ciudadanía y gobierno ustedes causan la violencia”. “No nos facturen los 10 mil muertos (sic). ¿No hay espacio para aquellos policías que están jugándose la vida por ustedes?”.

El viernes pasado, Gómez Mont se lanzó contra las comisiones de derechos humanos, en el contexto de la recomendación de la CNDH a la Sedena por el caso de los niños Almanza Salazar (el ombudsman nacional sostiene que los militares dispararon contra la familia y mataron a los menores): “Esta es la difícil tarea que hoy nos congrega: ni ser cómplices ni encubridores de las anomalías que puedan existir dentro de las instituciones de seguridad ni ser tontos útiles de una delincuencia a la que le sirve deslegitimar, perseguir, contener, condicionar, debilitar, la acción de esa autoridad”.

Sin embargo, Gómez Mont se presenta como demócrata, interesado en la división de los Poderes de la Unión. “Como abogado y como servidor público, soy un hombre que siempre ha respetado, venerado e, inclusive, ayudado a construir y defender la jerarquía del Poder Judicial Federal en su mayor y mejor expresión, como garante de nuestro sistema constitucional…”, repite en cuanto foro se presenta.

Su actuación privada dista mucho de sus discursos públicos. Hace poco se presentó a las oficinas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para defender a los funcionarios, Juan Molinar Horcasitas y Daniel Karam, de los señalamientos en el proyecto del caso Guardería ABC. El abogado dio algunos manotazos en su calidad de intolerante útil de la administración calderonista. Ese es el verdadero Gómez Mont.

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