¡Explosivos!

Francisco Rodríguez / Índice Político

LA NOTICIA TUVO una “duración” de escasas 24 horas. Nadie le dio seguimiento. Quizá porque por ahí aparecieron cuerpos decapitados… tal vez porque se seguía recriminando al ocupante de Los Pinos la ligereza de sus dichos, al haber acusado de “pandilleros” a los jóvenes masacrados en Ciudad Juárez… o a lo mejor porque la mayoría estaba entretenida con los dimes y diretes que tenían al diputado Manuel J. Clouthier como eje, al haber dicho éste que Felipe Calderón “es un cabrón irresponsable” que ha soslayado a Sinaloa en su dizque guerra en contra del narco.

Pero la noticia daba para ocho columnas y –lamentablemente– para varios días de declaraciones, con los respectivos comentarios adjuntos: “Roban camión con 18 toneladas de explosivos en la autopista Monterrey-Saltillo”, encabezó, por ejemplo, la página electrónica SDPnoticias, del gran Víctor Hernández. Fue este, por cierto, uno de los pocos espacios que dio a conocer el suceso.

Y ya en “el cuerpo” de la información, ahí mismo, se leía lo siguiente:

“Un comando armado robó la caja de un tráiler cargado con 18 toneladas de explosivos que tenían como destino el estado de Tamaulipas, al someter a los dos operadores de la unidad, cuando se desplazaban por la autopista Monterrey-Saltillo, en los carriles que conectan con Monterrey.

“Según los primeros informes recabados por las autoridades, el tráiler cargaba 18 toneladas de explosivos, que son utilizados en minas de carbón y otros metales, los cuales salieron de la ciudad de Gómez Palacio, Durango y tenían como destino la ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas.

“Los hechos provocaron la movilización de elementos del Ejército mexicano y la Policía federal, las que hasta el momento, sólo lograron ubicar el tractor que fue abandonado en el kilómetro 50 de la autopista a Saltillo, siendo ya en territorio de Coahuila.

“Hasta el momento (14:51 horas del 19 de febrero de 2010), además de la carga, permanecen desaparecidos los ocupantes del tráiler, quienes fueron identificados como Lorenzo Martínez de la O y Juan de Dios Míreles, por lo cual se teme por su vida. Se trata de un tractor de la empresa ‘Transportes Hermanos Araujo”, siendo el número económico 17, con placas de circulación 978-DK-01 del Servicio Público Federal, el cual tiene su base en el estado de Durango.’

¿Qué pasó después? ¿Reivindicó ese grupo armado el robo de los explosivos? ¿Informaron Ejército o pefepos alguna conclusión de sus indagatorias? ¿Se sabe ya si aparecieron los explosivos? Nada de eso. Silencio total.

Mucha alharaca, en cambio, ha merecido en los medios el sorpresivo y madrugador “operativo” de la Marina Armada, en la céntrica colonia Roma de la capital nacional. Al filo de las 6 de la mañana del miércoles se informaba de la captura de cuatro personas que tenían en su poder 20 kilógramos de C4, un explosivo que –dice la Wikipedia—“puede moldearse fácilmente en cualquier forma deseada. El C-4 se puede introducir en rendijas, huecos de edificios, puentes, equipos o maquinaria. Igualmente puede ser introducido fácilmente en cartuchos de carga hueca del tipo usado por las fuerzas especiales. El C-4 se caracteriza por su duración, confianza y seguridad. No estalla incluso si es golpeado por una bala, perforado, cortado o lanzado al fuego. El único método fiable para la detonación es mediante un detonador o un casquillo propulsor. Sin embargo, la aplicación de presión junto con calor puede causar a menudo la detonación.”

Pero, ¡otra sorpresa! Los explosivos no fueron explosivos. Apenas glicerina, ácido nítrico y parafina.

¿Cómo se enteraron los marinos de la ubicación exacta de esos 20 kilos de “explosivos”? ¿Llegarían en sus minisubmarinos a través de las cloacas de la megalópolis? ¿Les informaron los gringos o un delator? ¿Quién les jugó la bromita? ¿Acaso desde el Ejército que se siente desplazado? ¿O desde la SS?

Paradoja que es parajoda: la información seria, la del robo de las 20 toneladas de explosivos fue acallada. A la broma macabra, en cambio, se le dio toda la publicidad posible.

Índice Flamígero: La mediocridad, tibieza y medrosidad que caracterizan a la fallida Administración de Felipe Calderón se ha dejado sentir en la reacción de Los Pinos y de la Cancillería ante el asesinato del niño Sergio Adán Hernández a manos de un agente de “la Migra” estadounidense. De la condena al hecho no han pasado, cuando deberían exigir que el asesino sea extraditado a nuestro país para que aquí sea juzgado y aquí purgue su condena. Pero...

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