En México: Pleitos de cantina

Francisco Garfias

La discusión había subido de tono en la casa de Virgilio Andrade. Algunos consejeros del IFE se quejaban ante Leonardo Valdés, presidente del consejo general del Instituto, del comportamiento del secretario ejecutivo, Edmundo Jacobo. Le reclamaban que sólo lo atiende a él. “Lo hace, porque yo se lo ordeno…”, reviró, sobrado, el sucesor de Luis Carlos Ugalde.

Fue demasiado para la mecha corta del consejero Marco Gómez. “¡Ah si…! Pues eres un ojete…” le dijo. Valdés se enganchó inmediatamente. “El ojete eres tú”, reviró y envalentonado lanzó el reto: “No soy Arturo Sánchez. Yo si crecí en el barrio y somos del mismo peso…”, le dijo a Marco.

La alusión al consejero Arturo Sánchez no le gustó a Gómez. Sus diferentas con ese último son de larga data. Difieren en todo. “Varias veces se han enseñado los puños”, nos aseguran. Pero lo que más lo calentó fue que le cantara la bronca. Se le fue encima a Valdés. Se escucharon mentadas, vinieron los jaloneos. Dos del mismo peso estaban a punto de chocar.

La intervención oportuna de otros consejeros evitó que la casa de Virgilio se transformara en la sucursal de la Arena Coliseo. El pleito fue hace tiempo. No pasó a mayores, pero refleja no solo falta de armonía que ha habido entre los consejeros, divididos en dos bloques, sino el nivel de cantina al que sus diferencias los pueden llevar. Lamentable.

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Vaya lío en el que se metió Eduardo Javier Solís Sánchez, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz. El respaldo que públicamente le dio al decreto del presidente Calderón, por el cual se elimina la tenencia a los autos nuevos que no cuesten mas de 250 mil pesos, provocó un auténtico tsunami entre los distribuidores de Ford, Volkswagen, y General Motors, según el diputado del PVEM, Pablo Escudero, presidente de la Comisión de la Función Pública.

De acuerdo a la versión recogida por el legislador entre sus amigos de la industria, los distribuidores se reunieron ayer con Solís Sánchez para manifestarle su desacuerdo con las declaraciones que hizo, en el sentido de que la medida los va a beneficiar y que no es electorera.

Los más duros fueron los de Ford, General Motors y Volkswagen. Están furiosos. Dicen no estar en condiciones de absorber, en una primera instancia, los costos de la tenencia, aunque luego los acrediten contra el ISR. “No es una medida que ayude”, se quejaron.

Los quejosos solicitan una reunión con el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, para plantear modificaciones mayores al decreto: que en lugar de la tenencia, se elimine el Impuesto Sobre Automóviles Nuevos (ISAN) Pero no solo eso. Amenazan con abandonar la AMIA y publicar desplegados para explicar su posición, si Solís Sánchez no corrige sus declaraciones.

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José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Salud, viajó de pisa y corre a Little Rock, Arkansas, a mediados de la semana que termina. Allí firmó una carta de intención entre el Hospital para Niños de ese estado de la Unión Americana y la dependencias a su cargo, con el fin de explorar las posibilidades de establecer un programa de entrenamiento de doctores mexicanos especialistas en quemaduras. ¿Tendrá algo que ver con la atención a los sobrevivientes de la tragedia del ABC? Es pregunta.

El objetivo inicial del viaje era difundir la estrategia de salud integral que tiene la Secretaría de Salud para la población mexicana en los Estados Unidos. Córdova Villalobos aprovechó la ocasión para inaugurar la Ventanilla de Salud en el Consulado de México en Little Rock.

El Secretario dictó también la conferencia “Estrategia Integral de Atención a la Salud del Migrante” en el Colegio de Salud Pública de la Universidad de Arkansas para las Ciencias Medicas, ante un nutrido público de profesionales de la salud. El secretario estuvo acompañado por el Cónsul Andrés Chao; el Director Ejecutivo del IME, Embajador Carlos García de Alba; el Alcalde de la Ciudad de Little Rock, y Mark Stodola; el rector de la Universidad de Arkansas para las Ciencias Medicas, entre otros.

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Moraleja de la semana: Antes de aceptar un pagaré político averigüe si el firmante es solvente y si su pasado inspira confianza.

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