El statu quo de la “ridícula minoría”

A Puerta Cerrada / Marcela Gómez Zalce

• Una guerra convertida en lucha
• Nuevas narcolistas

Indescriptible el contexto de inusitada violencia que Vive México bajo el talento de este (des)gobierno donde el primer responsable —ahora que tan de moda está evitar señalarlos— es Felipe Calderón Hinojosa. El mismo que muy bien aconsejado por esa runfla de disfuncionales que (no entienden que no entienden) lo rodean decidió como ilustre estrategia política dar un golpe de timón y legitimar su controvertido triunfo del 0.56% lanzando a nuestra fuerzas armadas a las calles en una guerra contra la organizada delincuencia que ya venía haciendo lo suyo durante el último año de Vicente Fox.

En diciembre del 2006, Felipe se vistió de soldadito, my friend, y con las instituciones manejadas cual juguetitos de estimulación temprana, instruyó a su gabinete de seguridad un plan para entrarle con todo a su guerra que ha sido un absoluto fracaso. El motivo, las razones y los argumentos de su gymboree (con minúsculas) en Los Pinos desencadenaron que, para Vivir Mejor, nuestro Ejército, la desacreditada SSPF (con todo y su polémico titular) la PGR y la Marina-Armada de México (el nuevo copy-cat de García Luna Productions) comenzarían una cruzada, acompañada de una abrumadora espotiza, por supuesto, para que las drogas no lleguen a tus hijos.

La valentía presidencial fue aplaudida por spin doctors, tirios y troyanos cuando se fajó sus pantalones e irreflexivamente y sin mucho pensarle (something pretty usual) extraditó a varios capos del narcotráfico, y qué tanto es tantito. Sin ton ni son, sin brújula y con un gabinete de seguridad en el cual dos de sus civiles traían sugestivo equipaje (Medina Mora y García Luna) y capítulos de delicados choques, Felipe comenzó las páginas escritas con sangre que pasarán a la historia como… daños colaterales de su temeraria aventura.

Con el tiempo, el sonsonete discursivo sobre la recuperación del territorio —lo que es una gran falacia porque el territorio sigue siendo México— y de los espacios públicos… y de toda la fuerza del Estado… pasaron a ser lugares comunes en una palabrería presidencial agotada y desgastada… mientras las cifras, la violencia, el caos y el temor crecía con los meses hasta llegar al simpático clímax barnizado por altos funcionarios de Estados Unidos sobre el colapso rápido de un Estado fallido (rumbo al estallido), que desencadenó la ira de the usual suspects que defendieron a capa y pluma al (des)gobierno que giraba sobre su propio eje perdiendo la noción de la realidad.

Luego entonces, el dispendio de recursos para la espotiza federal convenciendo a los mexicanos del camino correcto, de la guerra contra el organizado crimen, del ni un paso atrás, del no claudicaremos, del no nos amedrentan y de tanta idiotez mercadotécnica es hace unos días… un bochornoso capítulo que debe quedar en el pasado.

Lo de hoy es el nuevo Felipe (acusando recibo estadunidense… cuando en varios espacios, incluyendo éste, se le puntualizó lo inadecuado del término guerra) y su lucha por la Seguridad Pública. Asunto que, honrando el equívoco sello de la casa, explicó en un grotesco desplegado digno de la casa de la risa histérica. Felipe justificando lo injustificable y explicando lo inexplicable, quizá todavía víctima del llamativo jet-lag mundialista.

25,000 muertos o más, su cacareada, presumida, alabada y vanagloriada guerra… con el poder de una pluma es hoy una lucha y al parecer la “ridícula minoría” ya tiene su status quo de nuevo.

Nayarit suspende clases, Tamaulipas es totalmente Golfo y Zeta, en Michoacán se desarrolla una holding de La Familia, El Mayo y El Chapo, los dos alegres compadres, son los rostros más buscados… para portadas de revista y listas de millonarios; Sinaloa, Sonora, Zacatecas, Morelos, Guerrero, Quintana Roo y Aguascalientes enseñan el poder de la plata y el plomo; Nuevo León y su célebre joya nice, Monterrey, es el prietito en el arroz; el DF es basurero donde arrojan cuerpos; el emporio de los Beltrán Leyva se derrumba, los Zambada se reagrupan y todos hacen nuevas alianzas, pactos, nuevas narcolistas —en la última aparecen simpáticos elementos de los engreídos cuerpos policiacos del DF, Edomex, Morelos y Guerrero— pintando México de rojo, de impunidad, de miedo, impotencia y rabia.

Aunque no sea catastrofista, my friend, afortunadamente Felipe ya encontró la raíz de la percepción, perdón, del problema, y está buscando relanzar la imagen de México…

Chingón.

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