Álvaro Cepeda Neri
Durante los más de 30 años que se mantuvo en el poder presidencial, Porfirio Díaz viró de liberal a conservador; y en las últimas tres o cuatro reelecciones con farsa de elecciones, quien se postulaba como candidato de la oposición en las vísperas de la reelección automática porfirista, armaba su mitin en lo que hasta la fecha es la Alameda Central de la ciudad de México, y de su ronco pecho criticaba al oaxaqueño. Se dice que la expresión: “¡Pueblo globero!”, es de la autoría de alguno de estos candidatos resentidos.
Los domingos (como en el hermoso mural de Rivera: Un domingo en la Alameda, donde Diego puso también al liberal Ignacio Ramírez y de éste su frase: “Dios no existe, los seres de la naturaleza se sostienen por sí solos”, para después borrarla ante las embestidas clericales) cuando, desde que existe el calendario gregoriano, se inicia la semana y no los lunes, el opositor, a puro pulmón, exponía sus discursos y de plano convocaba a quitar del poder a don Porfirio. A éste le reportaban sus espías lo que decía de él. Dicen que se sonreía burlonamente y dejaba que las peroratas de su adversario no fueran interrumpidas por la policía.
Pero el día que se escenificaba el mitin, mandaba comprar a los vendedores todos los globos que llevaban y se les ordenaba acercarse al lugar y a una señal del enviado por don Porfirio, los globeros soltaban la mercancía, previamente pagada, y los allí reunidos, que por ser domingo, llevaban a sus hijos y nietos, ante el espectáculo, corrían hacia los globos abandonando al autocandidato con su encendido discurso y éste, encolerizado, decepcionado, les gritaba: “¡Pueblo globero!”. Hay quienes aseguran que la frase completa era: “¡Pinche pueblo globlero!”. Sea éste o el otro, lo cierto es que con ese espectáculo terminaba el mitin... y Díaz resultaba nuevamente electo.
Ahora, con motivo de que Alonso Lujambio, Secretario de Educación Pública autorizó que en las escuelas se pusieran televisiones (y hasta pantallas gigantes) para que los alumnos de primaria y secundaria, incluso, parece que hasta los de kinder y maternal, sean telespectadores del campeonato de futbol. Se trata del circo moderno, mucho muy superior al antiguo de los romanos, aunque estos regalaban pan a los espectadores, para que comieran mientras veían cómo las fieras, los leones, se comían a los cristianos. O cómo los gladiadores mataban al contrincante, si el pulgar del emperador, vuelto hacia abajo, así lo ordenaba.
Lujambio, en cambio, nada de pan, pero sí PAN y circo futbolero. No quiso que los escolares mexicanos se perdieran los encuentros y menos los del equipo mexicano. Somos un país donde la escolaridad carece de horas para enseñanza y cada vez, con sus certificados se primaria y secundaria, no tiene los conocimientos e información necesarios. Ni siquiera los que salen de las preparatorias. Y hasta de las licenciaturas tienen muy serias deficiencias. Pero no importa. De futbol hasta doctorados están. Vasconcelos repartía libros. Lujambio televisiones. Vamos bien.
Durante los más de 30 años que se mantuvo en el poder presidencial, Porfirio Díaz viró de liberal a conservador; y en las últimas tres o cuatro reelecciones con farsa de elecciones, quien se postulaba como candidato de la oposición en las vísperas de la reelección automática porfirista, armaba su mitin en lo que hasta la fecha es la Alameda Central de la ciudad de México, y de su ronco pecho criticaba al oaxaqueño. Se dice que la expresión: “¡Pueblo globero!”, es de la autoría de alguno de estos candidatos resentidos.
Los domingos (como en el hermoso mural de Rivera: Un domingo en la Alameda, donde Diego puso también al liberal Ignacio Ramírez y de éste su frase: “Dios no existe, los seres de la naturaleza se sostienen por sí solos”, para después borrarla ante las embestidas clericales) cuando, desde que existe el calendario gregoriano, se inicia la semana y no los lunes, el opositor, a puro pulmón, exponía sus discursos y de plano convocaba a quitar del poder a don Porfirio. A éste le reportaban sus espías lo que decía de él. Dicen que se sonreía burlonamente y dejaba que las peroratas de su adversario no fueran interrumpidas por la policía.
Pero el día que se escenificaba el mitin, mandaba comprar a los vendedores todos los globos que llevaban y se les ordenaba acercarse al lugar y a una señal del enviado por don Porfirio, los globeros soltaban la mercancía, previamente pagada, y los allí reunidos, que por ser domingo, llevaban a sus hijos y nietos, ante el espectáculo, corrían hacia los globos abandonando al autocandidato con su encendido discurso y éste, encolerizado, decepcionado, les gritaba: “¡Pueblo globero!”. Hay quienes aseguran que la frase completa era: “¡Pinche pueblo globlero!”. Sea éste o el otro, lo cierto es que con ese espectáculo terminaba el mitin... y Díaz resultaba nuevamente electo.
Ahora, con motivo de que Alonso Lujambio, Secretario de Educación Pública autorizó que en las escuelas se pusieran televisiones (y hasta pantallas gigantes) para que los alumnos de primaria y secundaria, incluso, parece que hasta los de kinder y maternal, sean telespectadores del campeonato de futbol. Se trata del circo moderno, mucho muy superior al antiguo de los romanos, aunque estos regalaban pan a los espectadores, para que comieran mientras veían cómo las fieras, los leones, se comían a los cristianos. O cómo los gladiadores mataban al contrincante, si el pulgar del emperador, vuelto hacia abajo, así lo ordenaba.
Lujambio, en cambio, nada de pan, pero sí PAN y circo futbolero. No quiso que los escolares mexicanos se perdieran los encuentros y menos los del equipo mexicano. Somos un país donde la escolaridad carece de horas para enseñanza y cada vez, con sus certificados se primaria y secundaria, no tiene los conocimientos e información necesarios. Ni siquiera los que salen de las preparatorias. Y hasta de las licenciaturas tienen muy serias deficiencias. Pero no importa. De futbol hasta doctorados están. Vasconcelos repartía libros. Lujambio televisiones. Vamos bien.
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