SESGADAS, AMAÑADAS, INTERESADAS. Entre otros, tales han sido los calificativos que diversos ejercicios demoscópicos han recibido en cuanto anuncian que el Partido Revolucionario Institucional regresará a Los Pinos en el 2012. En la encuesta más recientemente conocida, y que fue publicada este último domingo por el diario Reforma, “el PRI aventaja al PAN por 12 puntos porcentuales, al obtener 34 por ciento de las intenciones de voto, comparado con el 22 por ciento que obtiene el blanquiazul. Por su parte, el PRD capta el 8 por ciento de las preferencias, el Verde y el PT 4 por ciento cada uno, Nueva Alianza 3 por ciento y Convergencia 2 por ciento. El voto nulo constituye un 3 por ciento, los indecisos y entrevistados que no revelan preferencia un 15 por ciento, y los abstencionistas declarados el 5 por ciento restante.”
Pero no hay sesgo, ni maña, ni interés en la mayoría de esos ejercicios. Reflejan el sentir popular.
¿A qué obedece esta restauración del tricolor? ¿Por qué es que, a partir de 2007, en prácticamente todos los comicios estatales y en el federal de 2009, se ha alzado con el triunfo?
Sin duda, porque el PRI tiene un gran activo. Y no, por supuesto, no es el archipublicitado Emilio Gamboa Patrón, cuya asunción a la dirigencia formal –la real es ejercida por Manlio Fabio Beltrones– de uno de los sectores del tricolor, sólo revela que la corrupción, la ignorancia, la altivez con “los jodidos” y la sumisión ante los poderes económicos aún son premiados por un partido que, antes del 2000, diluyó su capital político ensalzando a este tipo de nocivos personajes.
No. No es Gamboa Patrón, pues. El mayor activo del PRI está enfrente, en las filas de Acción Nacional. Usted, por supuesto conoce el nombre: Felipe (del Sagrado Corazón) de Jesús Calderón Hinojosa.
Nadie que no sea Calderón ha hecho más por el PRI en los últimos tres años. Ni siquiera el botarate Vicente Fox logró los niveles de excelsitud que el ocupante de Los Pinos ha alcanzado para favorecer las causas tricolores. Involuntariamente, claro. Porque si hubiese tenido conciencia de ello, por supuesto que no le habría resultado tan bien.
“Que se vayan los pendejos y regresen los corruptos”, un slogan que aparece intermitentemente en calcomanías adheridas a automóviles de todo el país prácticamente desde 2001, ha tenido un envidiable y sólido sustento en la errática y fallida conducción (sic) política, social y, sobre todo, en materias económica y de seguridad pública del señor Calderón.
Y a partir de ello, el tricolor prácticamente se ha sentado en el quicio de su edificio de Insurgentes Norte, en la capital nacional, a capitalizar el paso del cadáver de este sexenio que, por muchas razones, nació muerto. No exageran, en efecto, quienes señalan que este es el sexenio más corto de la historia reciente.
Enumerar los errores y las muchas fallas de la malograda Administración fallida nos llevaría páginas y páginas. Describirlas, ¡uf! más tomos que aquellos que guarda la Biblioteca Nacional en la Ciudad Universitaria de la UNAM.
Todo bien hasta ahí. Pero… igual que el alacrán que pide ayuda a la ranita para cruzar el río, a los priístas les gana su naturaleza traicionera. Antes que apoyar a Calderón para que continúe metiendo la pata, dejando al garete al país por ocuparse en quién sabe qué cosas una tarde sí y otra también, ahora les ha dado por hacer leña del árbol caído –¿de la bicicleta?–, y antes que ensalzarlo se dedican dizque a sacar rajitas, cuando podrían esperarse y obtener para ellos todo el aserradero.
Beatriz Paredes, por ejemplo, a quien no pocos consideran “una calderonista químicamente pura”, recién ha adoptado un discurso contestatario, gritón más que estentóreo, en contra de las políticas del ocupante de Los Pinos, ya sobre la fallida intentona de modificar la Ley Federal del Trabajo en beneficio de patrones nacionales y potencialmente extranjeros… ya porque augura enormes fracasos a los candidatos que, echando mano hasta de priístas, ha presentado Calderón para los comicios del ya inminente 4 de julio.
Así, Paredes no ayuda al PRI. Advierte a Calderón cuáles son los temas y los puntos que puede y debe corregir.
Tampoco ayuda a la causa tricolor, la resurrección política de Emilio Gamboa quien, ya lo verá usted, no abandonará el discurso –copiado a don Francisco Galindo Ochoa– de que “hay que ayudar al Presidente… whoever”, pues lo repite y repite desde 1982.
Ladies and gentlemen del PRI: Cuiden a Calderón. Déjenlo cometer más pifias. Es su mayor activo. Sin él no ganarían ni las elecciones más fáciles que son las de Aguascalientes, donde tienen otro gran activo que es el gobernador surgido de las filas del PAN.
Índice Flamígero: Provoca vasca “El Vasco”. Su discursito rifa entre aquellos de los merolicos, los pastores religiosos o los que sahúman con incienso a Calderón, dizque “para vivir mejor”. Lo peor es que todo el amor a México que destila el almibarado video, se diluirá apenas concluya el campeonato mundial de la FIFA, pues él volará directo a Miami o a Madrid, donde radican sus familiares. Lejos, muy lejos sí, del “México jodido”, cual él mismo dice es nuestro país.
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