Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal
Desde Vancouver, protegido por la complejidad jurídica para su extradición, el ex líder del sindicato minero, Napoleón Gómez Urrutia, recordó tras el desalojo en la mina de Cananea que una huelga en esa mina en 1906 detonó la Revolución. Las palabras retiemblan en los corazones de muchos que piensan que la huelga que estallaron los leales de Gómez Urrutia en 2007 tenía como objetivo erradicar la explotación obrera, como fue un siglo antes. Pero el trasfondo de la paralización de la segunda mina de cobre con mayores reservas del mundo es un chantaje del ex dirigente que buscaba dos cosas: 70 millones de dólares para él, y que se cancelaran las dos órdenes de aprehensión en su contra.
Es decir, Gómez Urrutia, acusado por desvío de 55 millones de dólares de un fideicomiso minero y por lavado de dinero, quería no sólo el perdón judicial sino que además se le compensara por daño moral. La recuperación de la mina el domingo pasado neutralizó el chantaje y evitó que se concretara la amenaza de dinamitar la mina. Pero como la batalla mediática seguirá, no hay que confundirse. Las buenas causas obreras no están representadas en Cananea, pero sí el abuso de un líder que trató de engañar a todos.
Después de una larga lucha en los tribunales que acabó en la Suprema Corte de Justicia en abril pasado, la resolución fue que ese paro debía suspenderse. Con ese dictamen, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje ratificó la terminación de la relación laboral con la sección 65 del sindicato minero por “daños y perjuicios”, y la policía federal, en cumplimiento de ese fallo, entró a la mina.
Gómez Urrutia, a quien el gobierno de Felipe Calderón le negó la toma de nota como líder sindical, había logrado mediante amenazas y presiones en 2004, que el Grupo México, propietario de la mina, aceptara la disolución de un fideicomiso de 1988 que establecía la repartición del 5% de las acciones de Cananea entre los trabajadores y que le fueran transferidos directamente al sindicato, lo que sucedió en enero de 2005. El equivalente, 55 millones de dólares, fueron a parar en las cuentas de Gómez Urrutia y su familia, y en un sólo mes los intereses ascendieron a un millón de dólares, que se utilizaron para pagar las tarjetas de crédito de sus hijos.
A esos movimientos siguió un error que lo crucificó, la firma de la disolución del fideicomiso como representante de los trabajadores del Grupo México. Como dirigente sindical tenía representación legal en materia de derechos colectivos, pero no privados y mercantiles. O sea, no tenía representación legal para suscribir ese convenio. En paralelo, la PGR documentó un fraude contra 10 mil mineros, y mediante el proceso 154/06/4 radicado en San Luis Potosí el 16 de octubre de 2006 en contra de Gregorio Pérez Romo, uno de sus principales mensajeros en las transferencias financieras ilegales, se descubrió la ruta del dinero de Gómez Urrutia.
El proceso contra Pérez Romo, con información de la Unidad de Inteligencia Financiera y de la Comisión Nacional de Valores y Cambios, revela que de la cuenta 10964526 de Scotiabank Inverlat a nombre del sindicato minero, se realizaron nueve retiros por 44 millones 767 mil 765 dólares (en ese momento equivalentes a 485 millones 821 mil 727 pesos) a destinatarios que nunca debían de haberlos recibido:
1.- El 28 de marzo de 2005 se traspasó un millón de dólares a la cuenta 453375811 de Bancomer a nombre del sindicato, y en cuya tarjeta universal de firmas aparecen autorizados para librar contra la cuenta únicamente Gómez Urrutia y Héctor Félix Estrella, en ese momento tesorero del sindicato, de forma mancomunada.
2.- El 4 de abril, se retiraron 5 millones de dólares para comprar divisas.
3.- El 5 de abril se transfirieron 10 millones de dólares a la cuenta 614-40022 de Citibank en Nueva York, a nombre del sindicato.
4.- El 4 de mayo, se hizo un depósito por 460 mil dólares a la misma cuenta de Bancomer.
5.- El 20 de mayo se abonaron 4 millones de dólares a la cuenta de Citibank del sindicato a través de Bearn Sterns Securities de Nueva York.
6.- El 30 de junio se depositaron 500 mil dólares a nombre de Félix Estrella.
7.- El 15 y el 18 de julio, en dos operaciones, se transfirieron 22 millones 500 mil dólares a la cuenta 446505007 de Bancomer a nombre de Consultoría Internacional Casa de Cambio, que es una empresa debidamente establecida, a la que le pidieron que transfiriera los recursos a tres cuentas del sindicato, la 147326521 de Bancomer, por el equivalente en ese momento de 54 millones 396 mil 583 pesos; a la 402959055 de Scotiabank Inverlat, por un monto de 94 millones 928 mil 583 pesos; y a una de HSBC, cuyo número de cuenta no figura en el cuadro de retiros, por 89 millones 208 mil 583 pesos.
8.- El 13 de septiembre se realizó un depósito de 603 mil 840 dólares a la cuenta 446605007 de Bancomer a nombre de Consultoría Internacional Casa de Cambio, que los transfirió a la cuenta 82616270 del Laredo Nacional Bank, en Laredo, Texas, a nombre de María del Carmen Páez Martínez de la Garza Evia, una empresaria de Monterrey presuntamente prestanombres de Gómez Urrutia.
9.- Y el 14 de diciembre se realizó una operación idéntica a la anterior, con la misma beneficiaria, por 703 mil 925 dólares.
De los 9 millones de los 10 mil mineros que aún no aparecen, 2 millones 960 mil dólares que salieron indirectamente de la cuenta de Scotiabank Inverlat, aparecen en el proceso 154/06/4 como operaciones ordenadas por Félix Estrella a Consultoría Internacional Casa de Cambio para que depositara en cuentas de personas físicas y morales ajenas a los depositarios legales. Además se encontraron otras dos transferencias de la cuenta de Bancomer 0146591035 por un millón 900 mil dólares para la cuenta de Páez Martínez en Laredo. Poco más de 7 millones de dólares transferidos, a través de la misma casa de cambio, a nueve personas, incluidas Félix Estrella, Gómez Urrutia, su familia y prestanombres, y a tiendas de muebles, cocina, arte y blindados.
Un juez no dudó en girar las órdenes de aprehensión contra Gómez Urrutia, que no ha ganado los amparos. La huelga en Cananea, que produjo pérdidas estimadas en 252 millones de dólares, era su instrumento de presión y garantía de financiamiento vitalicio. Gómez Urrutia se pensaba todopoderoso, pero al final del día, en su desafío al Estado Mexicano, salió derrotado.
Desde Vancouver, protegido por la complejidad jurídica para su extradición, el ex líder del sindicato minero, Napoleón Gómez Urrutia, recordó tras el desalojo en la mina de Cananea que una huelga en esa mina en 1906 detonó la Revolución. Las palabras retiemblan en los corazones de muchos que piensan que la huelga que estallaron los leales de Gómez Urrutia en 2007 tenía como objetivo erradicar la explotación obrera, como fue un siglo antes. Pero el trasfondo de la paralización de la segunda mina de cobre con mayores reservas del mundo es un chantaje del ex dirigente que buscaba dos cosas: 70 millones de dólares para él, y que se cancelaran las dos órdenes de aprehensión en su contra.
Es decir, Gómez Urrutia, acusado por desvío de 55 millones de dólares de un fideicomiso minero y por lavado de dinero, quería no sólo el perdón judicial sino que además se le compensara por daño moral. La recuperación de la mina el domingo pasado neutralizó el chantaje y evitó que se concretara la amenaza de dinamitar la mina. Pero como la batalla mediática seguirá, no hay que confundirse. Las buenas causas obreras no están representadas en Cananea, pero sí el abuso de un líder que trató de engañar a todos.
Después de una larga lucha en los tribunales que acabó en la Suprema Corte de Justicia en abril pasado, la resolución fue que ese paro debía suspenderse. Con ese dictamen, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje ratificó la terminación de la relación laboral con la sección 65 del sindicato minero por “daños y perjuicios”, y la policía federal, en cumplimiento de ese fallo, entró a la mina.
Gómez Urrutia, a quien el gobierno de Felipe Calderón le negó la toma de nota como líder sindical, había logrado mediante amenazas y presiones en 2004, que el Grupo México, propietario de la mina, aceptara la disolución de un fideicomiso de 1988 que establecía la repartición del 5% de las acciones de Cananea entre los trabajadores y que le fueran transferidos directamente al sindicato, lo que sucedió en enero de 2005. El equivalente, 55 millones de dólares, fueron a parar en las cuentas de Gómez Urrutia y su familia, y en un sólo mes los intereses ascendieron a un millón de dólares, que se utilizaron para pagar las tarjetas de crédito de sus hijos.
A esos movimientos siguió un error que lo crucificó, la firma de la disolución del fideicomiso como representante de los trabajadores del Grupo México. Como dirigente sindical tenía representación legal en materia de derechos colectivos, pero no privados y mercantiles. O sea, no tenía representación legal para suscribir ese convenio. En paralelo, la PGR documentó un fraude contra 10 mil mineros, y mediante el proceso 154/06/4 radicado en San Luis Potosí el 16 de octubre de 2006 en contra de Gregorio Pérez Romo, uno de sus principales mensajeros en las transferencias financieras ilegales, se descubrió la ruta del dinero de Gómez Urrutia.
El proceso contra Pérez Romo, con información de la Unidad de Inteligencia Financiera y de la Comisión Nacional de Valores y Cambios, revela que de la cuenta 10964526 de Scotiabank Inverlat a nombre del sindicato minero, se realizaron nueve retiros por 44 millones 767 mil 765 dólares (en ese momento equivalentes a 485 millones 821 mil 727 pesos) a destinatarios que nunca debían de haberlos recibido:
1.- El 28 de marzo de 2005 se traspasó un millón de dólares a la cuenta 453375811 de Bancomer a nombre del sindicato, y en cuya tarjeta universal de firmas aparecen autorizados para librar contra la cuenta únicamente Gómez Urrutia y Héctor Félix Estrella, en ese momento tesorero del sindicato, de forma mancomunada.
2.- El 4 de abril, se retiraron 5 millones de dólares para comprar divisas.
3.- El 5 de abril se transfirieron 10 millones de dólares a la cuenta 614-40022 de Citibank en Nueva York, a nombre del sindicato.
4.- El 4 de mayo, se hizo un depósito por 460 mil dólares a la misma cuenta de Bancomer.
5.- El 20 de mayo se abonaron 4 millones de dólares a la cuenta de Citibank del sindicato a través de Bearn Sterns Securities de Nueva York.
6.- El 30 de junio se depositaron 500 mil dólares a nombre de Félix Estrella.
7.- El 15 y el 18 de julio, en dos operaciones, se transfirieron 22 millones 500 mil dólares a la cuenta 446505007 de Bancomer a nombre de Consultoría Internacional Casa de Cambio, que es una empresa debidamente establecida, a la que le pidieron que transfiriera los recursos a tres cuentas del sindicato, la 147326521 de Bancomer, por el equivalente en ese momento de 54 millones 396 mil 583 pesos; a la 402959055 de Scotiabank Inverlat, por un monto de 94 millones 928 mil 583 pesos; y a una de HSBC, cuyo número de cuenta no figura en el cuadro de retiros, por 89 millones 208 mil 583 pesos.
8.- El 13 de septiembre se realizó un depósito de 603 mil 840 dólares a la cuenta 446605007 de Bancomer a nombre de Consultoría Internacional Casa de Cambio, que los transfirió a la cuenta 82616270 del Laredo Nacional Bank, en Laredo, Texas, a nombre de María del Carmen Páez Martínez de la Garza Evia, una empresaria de Monterrey presuntamente prestanombres de Gómez Urrutia.
9.- Y el 14 de diciembre se realizó una operación idéntica a la anterior, con la misma beneficiaria, por 703 mil 925 dólares.
De los 9 millones de los 10 mil mineros que aún no aparecen, 2 millones 960 mil dólares que salieron indirectamente de la cuenta de Scotiabank Inverlat, aparecen en el proceso 154/06/4 como operaciones ordenadas por Félix Estrella a Consultoría Internacional Casa de Cambio para que depositara en cuentas de personas físicas y morales ajenas a los depositarios legales. Además se encontraron otras dos transferencias de la cuenta de Bancomer 0146591035 por un millón 900 mil dólares para la cuenta de Páez Martínez en Laredo. Poco más de 7 millones de dólares transferidos, a través de la misma casa de cambio, a nueve personas, incluidas Félix Estrella, Gómez Urrutia, su familia y prestanombres, y a tiendas de muebles, cocina, arte y blindados.
Un juez no dudó en girar las órdenes de aprehensión contra Gómez Urrutia, que no ha ganado los amparos. La huelga en Cananea, que produjo pérdidas estimadas en 252 millones de dólares, era su instrumento de presión y garantía de financiamiento vitalicio. Gómez Urrutia se pensaba todopoderoso, pero al final del día, en su desafío al Estado Mexicano, salió derrotado.
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