Por Al Giordano / Cortesía de The Narco News Bulletin
Dos tipos de migrantes y la “Brecha generacional cultural”
Los adultos de la tercera edad y los “baby boomers” en los Estados-Unidos necesitan la Reforma Migratoria para salvar sus Fondos de Jubilacion.
Un nuevo Informe de la Institución Brookings plantea una teoría para ser analizada y que puede explicar recientes fenómenos, como la ley de tintes anti inmigrantes de Arizona y los fánaticos de ultra derecha o “tea baggers”: una acentuación en la “brecha generacional cultural” en algunas regiones de los Estados Unidos.
La aritmética es simple: compare el porcentaje de ciudadanos adultos de la tercera edad (65 años o mayores) en cualquier estado o área metropolitana que no sean blancos no hispanos con el porcentaje de sus vecinos que tienen 18 años o menos y que no sean blancos no hispanos, y sorpresa, veamos que parte de la nación tiene la “brecha generacional cultural” más acentuada.
Arizona encabeza la lista, con 83 por ciento de sus adultos de la tercera edad caucásicos, pero solo un 43 por ciento del resto de la población en la misma composición demográfica racial: una brecha de 40 puntos.
La Institucion Brookings sostiene lo siguiente:
Demográficamente, no hay duda que los latinos y otras minorías inmigrantes son el futuro de los Estados Unidos, con esto, Arizona se encuentra al frente. En las últimas dos décadas el estado ha visto crecer su población latina en un 180 por ciento, bajando su composición racial blanca de 72 a 58 por ciento.
Sin embargo, hay un matiz importante en este crecimiento—proporcionando un contexto para la reacción blanca en Arizona, de manera que no la ha habido en otra parte. Es el hecho de que el crecimiento de la población hispana ha estado concentrada en jóvenes adultos y niños, creando una “brecha generacional cultural” con la población de los “baby boomers” y otras segmentos de la Tercera Edad, las mismas características demográficas que predominan en las recientes protestas de derecha.
Y lo que tenemos aquí es una especie de coctel de tensiones raciales mezcladas con diferencias generacionales (lo que, aunque el Informe de Brookings no lo menciona, diría que la falta de integración social es debido a que los adultos de la tercera edad no suelen pasar el rato con los jóvenes; ambos grupos tienden a evitarse, ya sea dentro de la misma raza o de distinta característica demográfica).
Y aquí hay algo más para tener en cuenta: En los climas más calidos de los Estados-Unidos, los mexicanos, latinoamericanos y otros recién llegados a los EU no son la única ola inmigratoria. El éxodo de jubilados de los estados del Norte que comenzó hace décadas a Florida o el sur de California se ha acentuado a una ola de adultos de la tercera edad a áreas metropolitanas clave de todo el Suroeste. Por ejemplo, una de ellas es el área metropolitana de Phoenix, Arizona, la cual tiene la brecha generacional cultural más alta de todo el país, con 41 puntos. Eso no es solamente porque los mexicano-americanos se están mudando ahí, sino también como resultado de la llegada de las olas de jubilados del Norte.
Por supuesto que los jubilados llegan con cheques del Seguro Social del gobierno, Medicare y otros beneficios sociales. Se mudan a comunidades enrejadas con acceso al trabajo “ilegal” barato para que les riegue el césped y los cuide de cualquier otra manera posible. De hecho, muchos de ellos llegan a las tierras fronterizas precisamente para cruzar rápidamente a México y comprar sus productos farmacéuticos a precios muy bajos. Pero a pesar de todos los beneficios que reciben porque se mudan a las tierras de los inmigrantes, estas poblaciones mayoriatariamente blancas son focos de hostilidad en contra de los inmigrantes, que es como llegamos a que la ley anti-inmigante de Arizona ha exacerbado tensiones raciales y de otro tipo.
Las áreas metropolitans con las más grandes brechas generacionales culturales coinciden con los grupos de patrones de voto Republicano y actividad de derecha: El área metropolitana de Tucson, Arizona está junto con Phoenix entre las tres zonas con mayor brecha generacional cultural. Algunas áreas metropolitanas californianas aparecen muy arriba en la lista: Riverside-San Bernardino, Fresno, Bakersfield, Modesto, Stockton y San Diego están en los primeros diez. Cape Coral-Fort Myers, Florida y Dallas-Fort Worth, Texas se les unen.
Creo que Brookings tiene ha dtectado algo de gran importancia con este Informe. El “apartheid” generacional está exacerbando la segregación racial y la discriminación. Y esto subraya, entre otras cosas, que para que los movimientos políticos tengan éxito tienen que ser multigeneracionales y multiraciales, e intencionalmente cruzan otro tipo de barda fronteriza denominada demografía.
La situación creada por esta brecha generacional presenta también un desafío para los llamados “baby boomers” (oficialmente, los estadunidenses nacidos entre 1946 y 1964) que fueron, según la idea que se tenía de ellos cuando eran jóvenes, la generación pionera del amor y paz, “La era de Acuario”, y todo eso. A partir del próximo año, los mayores de ellos cumplirán 65 y se unirán a las filas de los jubilados. Es ahí cuando iniciará otro proceso que determinará el lugar de esa generación en la historia: si en verdad fueron una generación que transformó, o fueron una replica de los pecados de los padres a los que se rebelaron cuando eran jóvenes.
Muchos de los fanáticos de ultraderecha, son, de hecho, de esa generación. Son un pequeño porcentaje de ellos, pero no deja de ser motivo para olvidar que existen, ya que representan el peor escenario posible de donde puede terminar políticamente esa generación: De jóvenes suburbanos apoyados por sus padres a adultos mayores suburbanos apoyados por el gobierno, el peligro es que en sus años de crepúsculo, se conviertan en sus padres.
Y es precisamente porque una responsabilidad descansa sobre los hombros de esa generación con conciencia para romper el ciclo, tanto en la vida cotidiana como en su participación política; para adoptar el mejor legado de su generación en la organización comunitaria, la tolerancia racial, la integración y otras cualidades que apoyaban en su juventud.
Creo que el próximo debate nacional por la reforma migratoria es cuando veamos si la “generación sesentera” hace lo que dijo, con la cabeza en alto, en sus años de retiro. Si no es así, se habrá convertido en una de las más grandes burlas de la historia, porque fue la generación más comentada (y privilegiada) en la historia. Pero si como sugieren las encuestas, entienden que hay un terreno de moral alto, para ser reclamado por los jubilados que migran para vivir sus años de retiro, e inmigrantes que migran al mismo lugar para vivir sus años de trabajo, entonces una reforma migratoria integral puede dar al menos dos pasos gigantes para los Estados Unidos.
Primero, el camino a la ciudadanía de doce millones de estadunidenses indocumentados los llevaría a las listas de votantes, creando un contrapeso vital a los adultos de la brecha generacional cultural en los mismos estados y distritos del Congreso donde este último grupo tiene la ventaja. Es el cambio el que sentará el cambio generacional político iniciado en 2008. Los últimos datos cambian el juego: “68% de los latinos aprueban el trabajo de Obama (comparado con el 48% de todos los encuestados y el 38% de los blancos), y ven al Partido Demócrata favorablemente por un resultado de 54%-21% (en contra de un 41%-40% de entre todos los adultos y de un 34%-48% de entre los blancos)... Y los latinos continúan como un gigante político dormido—pero que está creciendo: el 23% de ellos no son electores registrados (comparado con el 12% de los blancos y 16% de los blancos).”
Y segundo—escuchen bien, baby boomers—a menos que esos 12 millones de estadunidenses indocumentados salgan de las sombras de la persecución hacia la economía de la superficie, no habrán suficientes recursos de Seguridad Social para su sistema de salud o sus medicinas o lo que le quede cuando se llega a la edad de la jubilación. Contrario a la leyenda urbana, los inmigrantes no son una carga al sistema de servicios sociales, ¡los adultos mayores si lo son! Cuando los inmigrantes ingresan al sistema, también empiezan a pagar: un plus muy necesitado en el presupuesto nacional.
Sin ellos, sus comunidades enrejadas rápidamente se convertirán en los nuevos ghettos, llenos de ancianos pobres súbitamente sin los mismos beneficios que sus padres y abuelos tenían. Y los tugurios de los ancianos no serán una bonita vista o un bonito lugar para vivir. Solo con la equidad de los inmigrantes los jubilados vivirán el sueño americano. Es curioso ver como funciona, pero siempre ha sido así. Sin los inmigrantes, no puede haber Estados Unidos.
Dos tipos de migrantes y la “Brecha generacional cultural”
Los adultos de la tercera edad y los “baby boomers” en los Estados-Unidos necesitan la Reforma Migratoria para salvar sus Fondos de Jubilacion.
Un nuevo Informe de la Institución Brookings plantea una teoría para ser analizada y que puede explicar recientes fenómenos, como la ley de tintes anti inmigrantes de Arizona y los fánaticos de ultra derecha o “tea baggers”: una acentuación en la “brecha generacional cultural” en algunas regiones de los Estados Unidos.
La aritmética es simple: compare el porcentaje de ciudadanos adultos de la tercera edad (65 años o mayores) en cualquier estado o área metropolitana que no sean blancos no hispanos con el porcentaje de sus vecinos que tienen 18 años o menos y que no sean blancos no hispanos, y sorpresa, veamos que parte de la nación tiene la “brecha generacional cultural” más acentuada.
Arizona encabeza la lista, con 83 por ciento de sus adultos de la tercera edad caucásicos, pero solo un 43 por ciento del resto de la población en la misma composición demográfica racial: una brecha de 40 puntos.
La Institucion Brookings sostiene lo siguiente:
Demográficamente, no hay duda que los latinos y otras minorías inmigrantes son el futuro de los Estados Unidos, con esto, Arizona se encuentra al frente. En las últimas dos décadas el estado ha visto crecer su población latina en un 180 por ciento, bajando su composición racial blanca de 72 a 58 por ciento.
Sin embargo, hay un matiz importante en este crecimiento—proporcionando un contexto para la reacción blanca en Arizona, de manera que no la ha habido en otra parte. Es el hecho de que el crecimiento de la población hispana ha estado concentrada en jóvenes adultos y niños, creando una “brecha generacional cultural” con la población de los “baby boomers” y otras segmentos de la Tercera Edad, las mismas características demográficas que predominan en las recientes protestas de derecha.
Y lo que tenemos aquí es una especie de coctel de tensiones raciales mezcladas con diferencias generacionales (lo que, aunque el Informe de Brookings no lo menciona, diría que la falta de integración social es debido a que los adultos de la tercera edad no suelen pasar el rato con los jóvenes; ambos grupos tienden a evitarse, ya sea dentro de la misma raza o de distinta característica demográfica).
Y aquí hay algo más para tener en cuenta: En los climas más calidos de los Estados-Unidos, los mexicanos, latinoamericanos y otros recién llegados a los EU no son la única ola inmigratoria. El éxodo de jubilados de los estados del Norte que comenzó hace décadas a Florida o el sur de California se ha acentuado a una ola de adultos de la tercera edad a áreas metropolitanas clave de todo el Suroeste. Por ejemplo, una de ellas es el área metropolitana de Phoenix, Arizona, la cual tiene la brecha generacional cultural más alta de todo el país, con 41 puntos. Eso no es solamente porque los mexicano-americanos se están mudando ahí, sino también como resultado de la llegada de las olas de jubilados del Norte.
Por supuesto que los jubilados llegan con cheques del Seguro Social del gobierno, Medicare y otros beneficios sociales. Se mudan a comunidades enrejadas con acceso al trabajo “ilegal” barato para que les riegue el césped y los cuide de cualquier otra manera posible. De hecho, muchos de ellos llegan a las tierras fronterizas precisamente para cruzar rápidamente a México y comprar sus productos farmacéuticos a precios muy bajos. Pero a pesar de todos los beneficios que reciben porque se mudan a las tierras de los inmigrantes, estas poblaciones mayoriatariamente blancas son focos de hostilidad en contra de los inmigrantes, que es como llegamos a que la ley anti-inmigante de Arizona ha exacerbado tensiones raciales y de otro tipo.
Las áreas metropolitans con las más grandes brechas generacionales culturales coinciden con los grupos de patrones de voto Republicano y actividad de derecha: El área metropolitana de Tucson, Arizona está junto con Phoenix entre las tres zonas con mayor brecha generacional cultural. Algunas áreas metropolitanas californianas aparecen muy arriba en la lista: Riverside-San Bernardino, Fresno, Bakersfield, Modesto, Stockton y San Diego están en los primeros diez. Cape Coral-Fort Myers, Florida y Dallas-Fort Worth, Texas se les unen.
Creo que Brookings tiene ha dtectado algo de gran importancia con este Informe. El “apartheid” generacional está exacerbando la segregación racial y la discriminación. Y esto subraya, entre otras cosas, que para que los movimientos políticos tengan éxito tienen que ser multigeneracionales y multiraciales, e intencionalmente cruzan otro tipo de barda fronteriza denominada demografía.
La situación creada por esta brecha generacional presenta también un desafío para los llamados “baby boomers” (oficialmente, los estadunidenses nacidos entre 1946 y 1964) que fueron, según la idea que se tenía de ellos cuando eran jóvenes, la generación pionera del amor y paz, “La era de Acuario”, y todo eso. A partir del próximo año, los mayores de ellos cumplirán 65 y se unirán a las filas de los jubilados. Es ahí cuando iniciará otro proceso que determinará el lugar de esa generación en la historia: si en verdad fueron una generación que transformó, o fueron una replica de los pecados de los padres a los que se rebelaron cuando eran jóvenes.
Muchos de los fanáticos de ultraderecha, son, de hecho, de esa generación. Son un pequeño porcentaje de ellos, pero no deja de ser motivo para olvidar que existen, ya que representan el peor escenario posible de donde puede terminar políticamente esa generación: De jóvenes suburbanos apoyados por sus padres a adultos mayores suburbanos apoyados por el gobierno, el peligro es que en sus años de crepúsculo, se conviertan en sus padres.
Y es precisamente porque una responsabilidad descansa sobre los hombros de esa generación con conciencia para romper el ciclo, tanto en la vida cotidiana como en su participación política; para adoptar el mejor legado de su generación en la organización comunitaria, la tolerancia racial, la integración y otras cualidades que apoyaban en su juventud.
Creo que el próximo debate nacional por la reforma migratoria es cuando veamos si la “generación sesentera” hace lo que dijo, con la cabeza en alto, en sus años de retiro. Si no es así, se habrá convertido en una de las más grandes burlas de la historia, porque fue la generación más comentada (y privilegiada) en la historia. Pero si como sugieren las encuestas, entienden que hay un terreno de moral alto, para ser reclamado por los jubilados que migran para vivir sus años de retiro, e inmigrantes que migran al mismo lugar para vivir sus años de trabajo, entonces una reforma migratoria integral puede dar al menos dos pasos gigantes para los Estados Unidos.
Primero, el camino a la ciudadanía de doce millones de estadunidenses indocumentados los llevaría a las listas de votantes, creando un contrapeso vital a los adultos de la brecha generacional cultural en los mismos estados y distritos del Congreso donde este último grupo tiene la ventaja. Es el cambio el que sentará el cambio generacional político iniciado en 2008. Los últimos datos cambian el juego: “68% de los latinos aprueban el trabajo de Obama (comparado con el 48% de todos los encuestados y el 38% de los blancos), y ven al Partido Demócrata favorablemente por un resultado de 54%-21% (en contra de un 41%-40% de entre todos los adultos y de un 34%-48% de entre los blancos)... Y los latinos continúan como un gigante político dormido—pero que está creciendo: el 23% de ellos no son electores registrados (comparado con el 12% de los blancos y 16% de los blancos).”
Y segundo—escuchen bien, baby boomers—a menos que esos 12 millones de estadunidenses indocumentados salgan de las sombras de la persecución hacia la economía de la superficie, no habrán suficientes recursos de Seguridad Social para su sistema de salud o sus medicinas o lo que le quede cuando se llega a la edad de la jubilación. Contrario a la leyenda urbana, los inmigrantes no son una carga al sistema de servicios sociales, ¡los adultos mayores si lo son! Cuando los inmigrantes ingresan al sistema, también empiezan a pagar: un plus muy necesitado en el presupuesto nacional.
Sin ellos, sus comunidades enrejadas rápidamente se convertirán en los nuevos ghettos, llenos de ancianos pobres súbitamente sin los mismos beneficios que sus padres y abuelos tenían. Y los tugurios de los ancianos no serán una bonita vista o un bonito lugar para vivir. Solo con la equidad de los inmigrantes los jubilados vivirán el sueño americano. Es curioso ver como funciona, pero siempre ha sido así. Sin los inmigrantes, no puede haber Estados Unidos.
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