De por qué los gringos nos ganan al futbol

Demian Duarte

Está dicho y demostrado, a México lo traiciona su falta de espíritu y entrega, a Estados Unidos lo salva siempre su actitud y empuje.

Esta figura se ha comprobado en prácticamente todos los escenarios de la historia y la economía, pero que ahora vengan a echárnoslo en cara en el futbol de la Copa del Mundo es el colmo.

Sin embargo esa es la realidad, en días consecutivos los representantes de Concacaf que pasan a la ronda de octavos de final se mostraron tal como son:

México especulador y egoísta, sin método ni sistema, sin carácter, en el deporte más popular de nuestro país y en el que se supone que somos de los mejores, sacando un resultado que apenas le alcanzó para ir a segunda ronda perdiendo uno a cero con Uruguay, y rogándole a dios que Francia le hiciera (como si sucedió) el favor de meterle un gol a Sudáfrica.

Estados Unidos ganador, entregado, incluso en un deporte que ni siquiera es popular, que es considerado un juego para niñas y que apenas le disputa espacios al Basket Ball de la NBA (que es el deporte número cuatro en ese país) con las transmisiones del Mundial. Pero eso sí, Estados Unidos pasa invicto a segunda ronda, sacando dramáticos empates frente a Inglaterra y Eslovenia y un agónico y dramático triunfo frente a Argelia.

El resultado es de esperarse, México como premio jugará el domingo contra Argentina, el favorito de casi todo mundo para ser campeón del mundo, que de nuevo podrá regodearse de su superioridad futbolística frente a un México que no tiene corazón, y que se juega el todo por el todo frente a los sudamericanos, lo que nos plantea en el imaginario nacional otra decepción, o un milagro, nada más.

En cambio nuestros vecinos del norte irán contra Ghana, el único africano que queda en la competencia, equipo que pasó por cierto de panzazo igual que México. La perspectiva para el equipo estadounidense es la de ganar en octavos e ir contra el ganador de Corea del Sur y Uruguay en cuartos de final, lo que desde ya lo perfila como el caballo negro para presentarse en semifinales.

Es evidente que las diferencias entre México y Estados Unidos a nivel de país son abisales, los estadounidenses nos han ganado prácticamente en todas las instancias en las que hemos competido, nos han convertido en su proveedor de mano de obra barata, en su corredor para el abasto de droga, en su patio trasero, los gringos nos castigan con leyes racistas y en muchos casos nos desprecian, sin embargo el hecho de que ahora nos ganen hasta en el futbol es algo que notoriamente es el reflejo de nuestra realidad.

En Estados Unidos el deporte se toma en serio, si bien es un enorme negocio, si se le permite tener un desarrollo competitivo, se estudia la técnica, se crean ligas amateur, universitarias y profesionales.

Se regula, hay un comisionado del gobierno que verifica que todo lo que se hace alrededor de cada una de las grandes ligas deportivas sea ético y legal, regula los esquemas de patrocinios, comercializa los derechos y espacios de televisión, los esquemas de contratación de jugadores y las relaciones laborales entre los dueños de los equipos y los deportistas, es decir, en el deporte estadounidense hay orden, se valora el talento y como resultado se tiene un desarrollo que raya en la excelencia y en la espectacularidad.

En México por el contrario lo que impera es el desorden, la atención a intereses económicos, las televisoras manipulan lo que quieren respecto a los deportes, no hay orden en lo referente a los patrocinios y prácticamente cada quien jala por su lado.

Evidentemente ni las ligas amateur o universitarias son tomadas en cuenta para nada en su integración al deporte profesional, las relaciones laborales entre dueños de equipos y deportistas son poco profesionales y como resultado tenemos un deporte mediocre, poco atractivo para el público, que encima no permite el desarrollo.

Encima de ello los equipos están plagados de deportistas extranjeros, ya que los grandes equipos profesionales (con excepción de Las Chivas, el Pachuca y quizá Los Pumas), no quieren perder su tiempo desarrollando el talento nacional, por lo que prefieren contratar a jugadores ya hechos.

Como resultado de todo esto no debería extrañarnos que los americanos nos ganen al futbol, o a cualquier otra cosa que se les plante.

Por supuesto luego viene el espíritu nacionalista, lastimado por un jugador de excelencia como Landon Donovan, que encima de todo viene y nos dice que los mexicanos somos inferiores, porque nuestra mente es chiquita.

Y vaya que tiene razón.

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