Con las críticas hasta el cuello por la militarización

Álvaro Cepeda Neri

Felipe Calderón, en cuanto a duras penas asumió la posesión del cargo presidencial (y sin previo examen ni consultas) dio la orden de que los militares, de los que es Jefe Nato, hasta que no se nombre a un secretario de la Defensa que cuando mucho haya hecho el servicio militar como único vínculo con ese sector, salieran de sus cuarteles y se dedicaran a combatir a los narcotraficantes. El fin es más que aprobable. Pero, sin una estrategia y no estrictamente militar, ya que con todo y que sea una guerra de baja intensidad, lo requerido eran medios de inteligencia para localizar las finanzas de los 8 cárteles, para pegarles en el corazón, fijar sus centro de operación desde donde dirigen sus ilegales maniobras y determinar a ciencia cierta contra quienes, como cabezas, se estaba implantando ese combate.

Pero Calderón ordenó a tontas y locas el fin, subestimando los medios, incluso los del armamento militar y pasó por alto las condiciones económicas de los soldados y sus altos mandos que, como ha sido, fueron tentados por las millonarias ofertas de los narcos, al grado de que ya el Ejército está, como gran parte de los funcionarios civiles de las administraciones, sobre todo la federal, penetrados por... ¡los servicios de inteligencia del narcotráfico! Esta paradoja que es una realidad ha dañado la labor militar. Son demasiadas las fallas de los uniformados tanto como las de los policías, como el de disparar a plena luz del día contra ciudadanos inocentes que nada tienen que ver en ese fuego cruzado, donde la mayor cantidad de víctimas de esos homicidios calificados han sido niños y jóvenes.

Y por eso es que desde hace más de tres años, las opiniones individuales desde todos los sectores, hasta las denuncias ante las procuradurías y las Comisiones de derechos humanos (éstas hasta internacionales), son en tal cantidad que, censurando los medios y los resultados de esa guerra, tienen a Calderón hasta el cuello y dando patadas de ahogado; pero aún así insiste en no cambiar esos medios, para que su lucha tenga efectos positivos. Hasta los empresarios que lo apoyaron en su “haiga sido, como haiga sido” y que muchos mexicanos suponíamos que era tal su ambición por ser presidente que tomaría el cargo para ser eficiente y hacer un buen gobierno republicano, resultando todo lo contrario.

Una de las últimas críticas enfiladas hacia su desempeño ha sido la del empresario Eugenio Clariond, quien sin pelos en la lengua acaba de decirle a Calderón que esa guerra “está ya perdida”. Y le agregó a su opinión que por eso es que la crisis económica persiste, al faltar inversiones internas de los empresarios y se carece de empleos. La inseguridad y los homicidios tienen al país al borde de un desastre mayor. Militares y narcos tienen a los mexicanos en medio de un terror que no dejará más opción a la población que resistir pacíficamente o responder con violencia para autodefenderse.

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