Cinismo generalizado

Martha Anaya / Crónica de Política

¿Juego sucio del gobierno ante las próximas elecciones? ¿El Cisen utilizado para espiar a los priistas?

-¡Qué va!, responde con cara dura el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont: Son imputaciones fáciles que intentan poner en entredicho al presidente Felipe Calderón.

El gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, no se queda atrás. De las grabaciones en las que aparece, suelta:

-Lo que pasa es que ahora traen la guerra contra los gobernadores del PRI y yo les he gustado; como dicen: péguenle al negro, a ver hasta cuándo aguanta.

Pero no sólo eso, añade con la mano en la cintura:

-Además no es mi voz, ni soy yo… Son mentiras, calumnias y falsedades.

El presidente del PAN, César Nava, acude a la burla y sale con que son los propios priistas los que están “canibalizándose”:

-¡Pregúntenle a ellos! –dice–, a los priistas. Si alguien sabe de utilización de inteligencia y de espionaje con fines políticos son ellos…porque de que la perra es brava hasta a los de casa muerde.

Es más, se avienta a declarar – y lo niega “categóricamente”– que ellos, los panistas, “no tenemos acceso a ningún medio oficial de inteligencia para estos propósitos”.

Como perrito faldero, el dirigente del PRD, Jesús Ortega, apoya a su colega panista y aduce que los audios que aparecieron donde se escucha hablar al gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, alguien los grabó a medio metro de distancia: “Se trata de una gente cercana o pegada a él”, alegó.

El senador panista Gustavo Madero se sumó a la fila con su clásica ingenuidad:

-¡No es guerra sucia!, son evidencias sucísimas de lo que se está haciendo en los gobiernos priistas. ¿Cuál guerra sucia? Sólo se trata de revelaciones, de evidencias…

Pero el cinismo no sólo transitó ayer en torno al tema de las grabaciones telefónicas. En pleno Campo Marte, ante el Presidente de la República, el sumo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Guillermo Ortiz Mayagoitia –olvidando el fallo sobre el siniestro de la guardería ABC–, refrendaba su compromiso “con el orden constitucional” del que –aseveraría sin sonrojo alguno–, “somos parte y garantía”.

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