Rubén Martínez González (Especial para RMX)
Como todos saben, el pasado 19 de junio falleció Carlos Monsiváis, un singular personaje del siglo XX, autor de numerosos textos sobre los más diversos temas y un apasionado y voraz lector. Monsiváis tuvo en gran estima a la lectura y a los beneficios que de ella se desprenden. A manera de homenaje, presentó una serie de comentarios en torno al acto de leer, entresacados de diferentes entrevistas.
“Hay una relación muy directa (entre pobreza y falta de acceso a la lectura en América Latina), la pobreza engendra una cadena de desánimos y uno de los primeros es: ¡Para qué voy a leer!... Llego cansado, llego abatido por el trabajo o por la búsqueda del trabajo y la lectura no me va a recompensar porque exige un esfuerzo que en estos momentos yo no soy capaz de dar. El razonamiento es falso, pero nadie le va a decir a quien lo emprende, que eso es falso; no hay autoridad moral para hacerlo. Y un segundo condicionante es que en la pobreza no hay tradiciones de lectura. (…) En México vimos un esfuerzo, no me tome como chovinista, pero vimos un esfuerzo patético del señor (Vicente) Fox cuando era presidente; se llamaba algo así como México hacia un país de lectores... Eso nunca funcionó porque no es diciendo debes de leer como se va a promover la lectura... Se fomenta la lectura recomendado libros específicos, creando y fortaleciendo las bibliotecas de aula en las escuelas... Logrando que las familias se interesen por la lectura como un asunto de cohesión interna; si no, a lo que se llega es a eso, a demagogias, fotos con la gente diciendo debes leer. Éste es un momento en que estoy convencido que el lenguaje, la coherencia interna de la sociedad latinoamericana, depende en mucho de la lectura. (…) Nunca ha habido una gran cultura del libro en la vida hispanoamericana... En España sí se ha robustecido pese al paréntesis trágico y patético del Franquismo; pero durante el Virreinato simplemente no se leía, son tres siglos de aislamiento de la lectura... En el caso de las mujeres, de prohibición de la lectura, y luego tampoco los dos siglos siguientes han sido muy pródigos en alimentar la idea de la cultura como una relación familiar, individual, social; entonces, siempre ha habido grupos de lectores profesionales, por así decirlo, para los cuales la lectura es una parte indispensable de su vida, pero la mayoría no y ahora ante la competencia de los medios electrónicos, etcétera, el asunto se dificulta más. En todas las casas de mis amigos crece la videoteca y se estanca la biblioteca... Prácticamente no hay ya un joven que no intente una videoteca, inclusive con las dificultades, entre ellas la piratería, el noventa por ciento de los DVD son piratas, incluso la asistencia a los cines también ha disminuido por el DVD. Entonces, esto es un hecho, cada vez habrá más videotecas o dvdtecas y cada vez menos bibliotecas en las casas”. (Entrevista con Francisco Cuevas. Noticieros Televisa. 2008).
“Es la escuela (la responsable del hábito de la lectura) es la sociedad, es el Gobierno y es, básicamente, la creencia por todos compartida, de que la lectura es aquello a lo que uno puede dedicarse si tiene tiempo. Yo creo que no; la lectura es aquello para lo que siempre hay que encontrar tiempo, porque es la base del equilibrio personal y es la base del conocimiento del mundo. (…)El principal promotor de la lectura debería ser la familia, y sobre eso no tengo dudas. Se habla de valores familiares y nunca se incluye la lectura. Esto no puede ser. El Gobierno tiene una responsabilidad fundamental, pero el cuidado consciente y detallado de la lectura está en manos de la familia. Un gran porcentaje de la población va de la niñez a la rutina de la televisión. Leer es dejar de ver. Leer es renunciar al ejercicio de la vista. Es una consideración que encuentro, incluso, en muchos políticos.” (Luz Marcela Vera. am.com.mx)
“Siempre que me preguntan qué recomiendo (para leer), recomiendo que no pidan recomendaciones. Yo me recomendé a mí mismo —con éxito escaso pero con una cierta tenacidad— que el día que no supiera hacer nada me pusiera a leer y más o menos he seguido ese camino. (…) Si uno lee va creando otra persona durante la lectura. Uno es la acumulación de las personas distintas que han sucedido a lo largo de la lectura. No es la misma persona la que lee una novela policíaca que la que lee poesía o la que lee historia. Son personas distintas dentro de uno y la suma de todas esas individualidades poderosas o fugaces es lo que constituye una zona muy fuerte de la personalidad. (…) Cuando uno lee ya no está solo. Leer es dialogar y cuando se dialoga la soledad se declara abolida. En el siglo XIX la lectura compartida se practicaba porque había mucho analfabetismo y una persona llegaba y les leía el periódico en el quiosco del pueblo; o el padre de familia, a la hora de la cena, leía una novela o un libro de reflexiones que hacía que los niños odiaran la lectura. Pero la lectura es un acto de soledad. Si no, no se dialoga verdaderamente. (Palabras en respuesta a preguntas de jóvenes y niños. Sala de Lectura Carlos Monsiváis. Col. Nueva Vallejo, Ciudad de México. Diciembre de 2009.
Como todos saben, el pasado 19 de junio falleció Carlos Monsiváis, un singular personaje del siglo XX, autor de numerosos textos sobre los más diversos temas y un apasionado y voraz lector. Monsiváis tuvo en gran estima a la lectura y a los beneficios que de ella se desprenden. A manera de homenaje, presentó una serie de comentarios en torno al acto de leer, entresacados de diferentes entrevistas.
“Hay una relación muy directa (entre pobreza y falta de acceso a la lectura en América Latina), la pobreza engendra una cadena de desánimos y uno de los primeros es: ¡Para qué voy a leer!... Llego cansado, llego abatido por el trabajo o por la búsqueda del trabajo y la lectura no me va a recompensar porque exige un esfuerzo que en estos momentos yo no soy capaz de dar. El razonamiento es falso, pero nadie le va a decir a quien lo emprende, que eso es falso; no hay autoridad moral para hacerlo. Y un segundo condicionante es que en la pobreza no hay tradiciones de lectura. (…) En México vimos un esfuerzo, no me tome como chovinista, pero vimos un esfuerzo patético del señor (Vicente) Fox cuando era presidente; se llamaba algo así como México hacia un país de lectores... Eso nunca funcionó porque no es diciendo debes de leer como se va a promover la lectura... Se fomenta la lectura recomendado libros específicos, creando y fortaleciendo las bibliotecas de aula en las escuelas... Logrando que las familias se interesen por la lectura como un asunto de cohesión interna; si no, a lo que se llega es a eso, a demagogias, fotos con la gente diciendo debes leer. Éste es un momento en que estoy convencido que el lenguaje, la coherencia interna de la sociedad latinoamericana, depende en mucho de la lectura. (…) Nunca ha habido una gran cultura del libro en la vida hispanoamericana... En España sí se ha robustecido pese al paréntesis trágico y patético del Franquismo; pero durante el Virreinato simplemente no se leía, son tres siglos de aislamiento de la lectura... En el caso de las mujeres, de prohibición de la lectura, y luego tampoco los dos siglos siguientes han sido muy pródigos en alimentar la idea de la cultura como una relación familiar, individual, social; entonces, siempre ha habido grupos de lectores profesionales, por así decirlo, para los cuales la lectura es una parte indispensable de su vida, pero la mayoría no y ahora ante la competencia de los medios electrónicos, etcétera, el asunto se dificulta más. En todas las casas de mis amigos crece la videoteca y se estanca la biblioteca... Prácticamente no hay ya un joven que no intente una videoteca, inclusive con las dificultades, entre ellas la piratería, el noventa por ciento de los DVD son piratas, incluso la asistencia a los cines también ha disminuido por el DVD. Entonces, esto es un hecho, cada vez habrá más videotecas o dvdtecas y cada vez menos bibliotecas en las casas”. (Entrevista con Francisco Cuevas. Noticieros Televisa. 2008).
“Es la escuela (la responsable del hábito de la lectura) es la sociedad, es el Gobierno y es, básicamente, la creencia por todos compartida, de que la lectura es aquello a lo que uno puede dedicarse si tiene tiempo. Yo creo que no; la lectura es aquello para lo que siempre hay que encontrar tiempo, porque es la base del equilibrio personal y es la base del conocimiento del mundo. (…)El principal promotor de la lectura debería ser la familia, y sobre eso no tengo dudas. Se habla de valores familiares y nunca se incluye la lectura. Esto no puede ser. El Gobierno tiene una responsabilidad fundamental, pero el cuidado consciente y detallado de la lectura está en manos de la familia. Un gran porcentaje de la población va de la niñez a la rutina de la televisión. Leer es dejar de ver. Leer es renunciar al ejercicio de la vista. Es una consideración que encuentro, incluso, en muchos políticos.” (Luz Marcela Vera. am.com.mx)
“Siempre que me preguntan qué recomiendo (para leer), recomiendo que no pidan recomendaciones. Yo me recomendé a mí mismo —con éxito escaso pero con una cierta tenacidad— que el día que no supiera hacer nada me pusiera a leer y más o menos he seguido ese camino. (…) Si uno lee va creando otra persona durante la lectura. Uno es la acumulación de las personas distintas que han sucedido a lo largo de la lectura. No es la misma persona la que lee una novela policíaca que la que lee poesía o la que lee historia. Son personas distintas dentro de uno y la suma de todas esas individualidades poderosas o fugaces es lo que constituye una zona muy fuerte de la personalidad. (…) Cuando uno lee ya no está solo. Leer es dialogar y cuando se dialoga la soledad se declara abolida. En el siglo XIX la lectura compartida se practicaba porque había mucho analfabetismo y una persona llegaba y les leía el periódico en el quiosco del pueblo; o el padre de familia, a la hora de la cena, leía una novela o un libro de reflexiones que hacía que los niños odiaran la lectura. Pero la lectura es un acto de soledad. Si no, no se dialoga verdaderamente. (Palabras en respuesta a preguntas de jóvenes y niños. Sala de Lectura Carlos Monsiváis. Col. Nueva Vallejo, Ciudad de México. Diciembre de 2009.
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