Cananea, ¿una lucha global?

Isabel Dorado Auz / auz3@correom.uson.mx

Una vez más, los mineros de Cananea nos muestran el camino a seguir en cuanto a la defensa de las conquistas laborales. Un sindicato que ha resistido una de las peores embestidas del poder político, sólo similar a la embestida de Salinas en contra del sindicato petrolero encabezado por Joaquín Hernández Galicia, La Quina. y que le sirvió, a la postre, para afianzarse en el poder después del fraude de 1988.

En aquella ocasión, el poder político logró doblegar al poderoso líder sindical y con ello, controlar al resto de los viejos liderazgos priistas, mismos que sufrieron una mutación que les permitió adaptarse a las nuevas exigencias empresariales. Desde entonces, la defensa de las conquistas laborales empezó a perder fuerza y, poco a poco, el sector empresarial terminó por imponer condiciones. A 22 años del fraude de 1988, el saldo es totalmente negativo en cuanto a los derechos laborales. Se reformaron los sistemas de pensiones y jubilaciones a tal grado que no se garantiza una vejez digna ni, mucho menos, mejores condiciones de trabajo.

Hoy, como nunca, se percibe una drástica regresión a los tiempos del Porfiriato y la historia se repite con una sorprendente similitud a los acontecimientos de 1906. Tenemos, por ejemplo, a un empresario que se siente dueño de Cananea y que tiene a su servicio al presidente espurio; unas fuerzas federales que cumplen el papel de empleados de Germán Larrea, en lugar de proteger a la nación de los embates del narcotráfico y del crimen organizado; alrededor de 2,000 efectivos pagados con nuestros impuestos al servicio de los intereses de un empresario que anuncia una gran inversión en infraestructura carretera, pero se niega a invertir en la seguridad de los mineros.

El mensaje es bastante claro, la vida de sus empleados no es tan importante en tiempos que sobra mano de obra barata y, en consecuencia, el contrato colectivo de trabajo es una ofensa para quien ha logrado enriquecerse con nuestros recursos naturales, esos sí, propiedad de la nación.

Ante todo esto, el sindicato minero decide agruparse y formar una nueva organización que tendrá influencia en todo el territorio del llamado Tratado de Libre Comercio. Se unen pues, con los Steelworkers de Estados Unidos y Canadá, para enfrentar juntos, en instancias internacionales, toda la embestida del espurio y demás mafia que le acompaña. Previamente, ya se habían integrado a la Federación Internacional de Trabajadores de la Industria de la Metalurgia y denunciado al gobierno mexicano ante la Organización Internacional del Trabajo y la Corte Interamericana de los Derechos Humanos. De esta manera, el sindicato minero nos muestra que la lucha dejó de ser local y que para enfrentar a las grandes transnacionales es necesario agruparse con las distintas fuerzas sindicales que se manifiestan a nivel mundial. Por eso, no fue sorpresa que los mineros de Sudáfrica aprovecharan los partidos de futbol donde juega México, para denunciar las arbitrariedades del gobierno mexicano en contra de los mineros de Cananea.

Como en 1906, los mineros de hoy en día, están estableciendo nuevos paradigmas en el ámbito laboral y el triunfo en su lucha puede representar el mantener vigentes las conquistas que con tanta sangre derramada ha logrado obtener el sindicalismo mexicano. Una derrota pudiera desencadenar una nueva revolución, sobre todo cuando en nuestro país las instituciones que se crearon para darle estabilidad política han perdido su razón de ser y se han convertido en alcahuetes de clase empresarial.

Cananea me enseñó que la paciencia y la prudencia pueden conservar la unidad, a pesar de casi tres años de huelga. Cananea me enseñó que el odio social puede contenerse para evitar derramamientos de sangre. Cananea me mostró la inutilidad de nuestro sistema político y me enseñó que hay luchas que bien vale la pena apoyar, porque con un triunfo de ellos, lograremos un triunfo para el resto de la fuerza laboral de nuestro país. Me enseñó además, que son tiempos de pensar en una defensa global de nuestros derechos. ¿Será que Cananea inicia esta nueva etapa del sindicalismo mexicano?

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