GRACIAS, SEÑOR CALDERÓN. La guerra ya es particularmente cruel y sangrienta. Es una guerra civil, en la que también se enfrentan los partidos políticos y sus candidatos a puestos de elección popular. Ya es una confrontación que se caracteriza por las masacres, emboscadas, linchamientos y asesinatos selectivos.
Gracias, don Felipe. Ya casi no hay familias en la que no se hable de cómo alguno de sus miembros, vecinos o conocidos fuera asaltado, secuestrado, asesinado, descuartizado, mutilado o despellejado estando vivo.
Gracias, señor Calderón, pues como es de suponerse, el rencor y el odio engendrados con estos actos, no serán fácilmente borrados en mucho tiempo.
Gracias, don Felipe, porque muchos de quienes han asaltado, secuestrado, asesinado… están libres y, peor todavía, si han sido capturados no han sido sometidos a un proceso penal.
Gracias, señor Calderón, porque usted sabe que muchos de los líderes de estas operaciones de exterminio se han convertido en los pilares de una nueva sociedad, pues se han apropiado de los bienes de sus víctimas, creando una nueva oligarquía de guerra, principalmente en los pueblos y entidades donde se constituyen como los nuevos terratenientes, mientras otros ya asumen cargos como alcaldes, gobernadores, jueces, notarios, etc.
Gracias, don Felipe, pues México es un país donde el genocidio no sólo no se castiga, sino que incluso se premia.
Gracias, señor Calderón, porque las injusticias sociales y la falta de una verdadera democracia representativa, permite que surjan nuevos y diferentes movimientos políticos clandestinos y otros grupos guerrilleros.
Gracias, don Felipe, pues merced a su guerra, algunos miembros de las fuerzas públicas recurren a la tortura, la violación, el homicidio y la desaparición de algunos elementos capturados, sean o no delincuentes.
Gracias, señor Calderón. Desde que usted se hizo del poder público –“haiga sido como haiga sido–, los grupos delincuenciales han crecido a tal punto, que se han convertido en una nueva fuerza desestabilizadora del Estado, pues no solamente se dedican a combatir con las fuerzas públicas, ahora también matan a actores políticos, como el candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas, como un arma de disuasión política, utilizando a los medios de comunicación para difundirlo espectacularmente, cual parte de la “guerra psicológica”.
Gracias, don Felipe, pues su fallida guerra nos ha llevado al extremo de que muchos integrantes de las fuerzas públicas han llegado a cometer los mismos abusos que buscaban combatir, como son el narcotráfico, la extorsión y el secuestro, además de dedicarse a la realización de homicidios selectivos de periodistas, candidatos, activistas de los derechos humanos, políticos, religiosos, etc.
Gracias, señor Calderón, porque todas estas circunstancias han hecho que en México se pierda el derecho a la vida, el derecho a la seguridad. Prácticamente todos los derechos contemplados en la Carta de las Naciones Unidas han sido violados
Gracias, don Felipe, pues ante estas circunstancias, es muy preocupante el que los medios de comunicación se autocensuren y no cubran ya las áreas de confrontación, lo mismo que los secuestros de alto impacto como es el de Diego Fernández de Cevallos.
Gracias, señor Calderón, ya que por su fallida estrategia nuestras relaciones en el plano internacional se han envilecido, principalmente en nuestra relación con los Estados Unidos, que sólo nos ve a través de la óptica de la guerra contra el narcotráfico.
Gracias, de verdad.
¡Bravo!
Es usted, don Felipe Calderón, un verdadero peligro para México.
Índice Flamígero: Condenas y más condenas. De los contendientes. De los propios. De los mal llamados servidores públicos. Sólo eso. ¡Ah!… y reuniones de emergencia del gabinete de seguridad. ¿Para qué? ¿Por qué? La conmoción es generalizada. A algunos les recuerda lo sucedido hace años en Colombia, donde los asesinatos de dos candidatos provinciales antecedieron el asesinato de un candidato presidencial.
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