Alerta máxima

Teodoro Rentería Arróyave

Desde el magnicidio del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional, Luis Donaldo Colosio Murrieta, el pueblo mexicano no vivía tal consternación como ahora lo sufre por el también magnicidio del candidato del PRI a gobernador del estado de Tamaulipas, médico Rodolfo Torre Cantú, con un elemento singular más que hace más caótico el momento que afrontamos.

¿A qué nos referimos? a que el asesinato de Lomas Taurinas del 23 de marzo de 1994 fue un hecho aislado, y que a pesar de que se asegura que fue un crimen de Estado, no está como en este caso inscrito en la vorágine de una “guerra” absurda contra el crimen organizado que cobra ya más de 27 mil vidas y que el 95 por ciento de esos asesinatos no se investigan y por tanto fueron mandados al cesto ignominiosa de la vergonzante impunidad.

En consecuencia, el pueblo intuye, a pesar de los discursos oficiales u oficialistas, que nadie está a salvo en este país nuestro donde se ha perdido todo: no sólo la paz y la seguridad pública que debería de ser, como lo ordenan nuestras leyes, prioridad de gobierno, sino la fe, la confianza y la credibilidad en las autoridades federales.

Pensamos, al momento de enterarnos de la fatal e ignominiosa noticia, que si en ese momento hubiéramos estado al aire como el 23 de marzo de 1994 o como ahora lo hacemos, hubiéramos dicho: si quieren creernos respetados radioescuchas y lectores, les informamos que hace unos segundos fue ejecutado el candidato a gobernador en Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú de la coalición de los partidos Revolucionario Institucional, Verde Ecologista y Panal, quien por cierto tenía asegurado el triunfo en los comicios del próximo 4 de julio.

Hace unos días, exacto, estuve en el lugar donde se produjo la agresión, a unos cuantos metros del Aeropuerto especial, a la vuelta está la terminal pública, sobre la carretera Ciudad Victoria-Soto La Marina; el candidato priísta y con el triunfo en el bolsillo, iba a abordar la nave para su cierre de campaña en Valle Hermoso y Matamoros.

Con él fueron muertas seis personas más: el diputado priísta, Enrique Blackmore; el jefe de escolta, Aureliano Balleza, los guardaespaldas David Castelo, Dante Quirós y Gerardo Subiate y en el Hospital General perdió la vida su secretario particular, Alejandro Martínez.

Declaraciones: ya se hicieron de todo tipo y de todos los tonos, el presidente Felpe Calderón Hinojosa se limitó a reafirmar su guerra sin cuartel contra el crimen organizado; la dirigente del PRI, Beatriz Paredes Rangel exhorto a los priístas a no dejarse "intimidar" o “atemorizar”, al asegurar que estos hechos de violencia "no minan nuestra convicción democrática”.

Por lo pronto, el gobierno tamaulipeco que encabeza el gobernador Eugenio Hernández Flores declaró la alerta estatal, mientras el gobierno federal se negó atraer las investigaciones del magnicidio del candidato priísta a la gubernatura de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, hechos todos que nos ensombrecen y ponen en alerta máxima a todo el país.

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