Álvaro Cepeda Neri
Para Alejandro Capdevielle
De entre los caricaturistas de la prensa escrita que se publica en la capital del país (a la que este reseñador tiene más acceso), donde todos brillan por su certera crítica a los acontecimientos políticos, Rafael Barajas Durán, El Fisgón, como firma sus caricaturas, ha estado trabajando muy intensamente. Su libro: Posada, mito y mitote, es prueba de ello. Está entreverado con las caricaturas políticas del gran grabador (y luchador por las libertades): José Guadalupe Posada y de las caricaturas del menos conocido Manuel Alfonso Manilla. Donde se actualiza la maestría y heroísmo del también periodista Posada quien, con el camuflaje de su porfirismo, para su admiración a las incipientes luchas obreras, se asume a contracorriente del parto, casi aborto, de la revolución de 1910.
Posada (el del capítulo IV del libro: Posada y la prensa obrera de principios del Siglo XX), según nos cuenta en prosa El fisgón, arrastrando su porfirismo, en el que nace y se forma, aunque los critica y ridiculiza, da a conocer en sus caricaturas a Madero con una concepción antimaderista; y ratifica su porfirismo, anclado en el viejo régimen: “En este cotidiano, Posada regresa a la lógica de la caricatura de combate y exhibe abiertamente sus filias y fobias políticas: ataca sin tregua a sus enemigos y defiende sin tapujos a los suyos. Son patentes su simpatía hacia Díaz y Bernardo Reyes, su desprecio hacia quienes –como Limantour– han traicionado al viejo caudillo, su falta de respeto a Madero y su temor hacia líderes rebeldes como Emiliano Zapata”.
Es una investigación singular de casi 600 páginas de caricaturas supeditadas al texto y los pies de grabados. Y una bibliografía con recopilación de los grabados de Posada casi al final del trabajo donde aparecen las fichas técnicas de las imágenes de un libro por donde Posada es “el pasado que no termina (Antonio Gramsci) y lo nuevo que todavía no nace” y cuya crisis de conciencia, política, económica y social, se presenta en la lucha porfirista y antimaderista de sus creaciones maravillosas, y por donde se abre paso el estallido revolucionario. Barajas nos presenta al eminente grabador debatiéndose entre lo antiguo y lo moderno asido al clavo ardiendo que se derrumba; no obstante ver pasar frente a su taller de grabado el cadáver del porfirismo y darse cuenta de que el antiporfirismo, de Madero a Zapata, pasa en sentido contrario. Y en sus fulminantes caricaturas los retrata en el contexto de una presa pro-porfirista que, simultáneamente, se opone a la naciente rebelión nacional, de un Posada (1852-1913) que apenas presenció el final de una época y el despuntar de otra.
Ya se han publicado libros con algunos de los 15 mil grabados de quien fue un periodista de la caricatura. Autor de la célebre La catrina y sus calaveras producto de burla-admiración por ellas; fundador de hojas casi periódicos y colaborador en otros: El diablito rojo, La guacamaya, El pinche, El diablito bromista, etc. Y no obstante su porfirismo, en varias caricaturas puso al oaxaqueño entre la espada de la crítica y la pared del cuestionamiento a su autoritarismo (imagen 224). Posada se ha educado, políticamente, en la Restauración de la República, la Constitución de 1857, la Reforma y el Estado laico. En el grabado número 70, defiende a los obreros, que es su lucha como periodista combatiente por la libertad.
Las fichas técnicas de las imágenes, la bibliografía, los créditos iconográficos y el índice onomástico, completan la información para los lectores. Leer y admirar sus páginas es darse al encuentro de esta actualización de Posada con su icono: La Catrina, también inmortalizada por Diego Rivera y miles de artesanos que año con año la reviven de entre los vivos grabados de un Posada salvado del porfirismo por el magistral grabado de Leopoldo Méndez, donde Posada mira por la ventana de su taller una represión popular.
También nos obsequia la fotografía a las afueras del taller, donde aparece Posada (con su hijo y un amigo) y el anuncio de: “Ilustración de periódicos, libros y anuncios”, captada en 1900. Las imágenes y prosa que nos cuenta la biografía de Posada y su maestría para el dibujo periodístico, “humorísticamente satírico, alegre y reflexivo” son un deleite. Para Posada, la conclusión de Ernest H. Gombrich: “... el caricaturista puede mitologizar el mundo de la política al fisiognomizarlo; vinculando lo mítico con lo real, crea esa fusión, esa amalgama, que parece tan convincente al ánimo emotivo” (del ensayo: El arsenal del caricaturista, del libro de Gombrich: Meditaciones sobre un caballo de juguete). Según Rafael Barajas Durán El Fisgón, Posada recreó la realidad porfirista y los albores de su caída, con perspectiva periodística.
Ficha bibliográfica:
Autor: Rafael Barajas Durán
Título: Posada, mito y mitote
Editorial: Fondo de Cultura Económica.-2009
Para Alejandro Capdevielle
De entre los caricaturistas de la prensa escrita que se publica en la capital del país (a la que este reseñador tiene más acceso), donde todos brillan por su certera crítica a los acontecimientos políticos, Rafael Barajas Durán, El Fisgón, como firma sus caricaturas, ha estado trabajando muy intensamente. Su libro: Posada, mito y mitote, es prueba de ello. Está entreverado con las caricaturas políticas del gran grabador (y luchador por las libertades): José Guadalupe Posada y de las caricaturas del menos conocido Manuel Alfonso Manilla. Donde se actualiza la maestría y heroísmo del también periodista Posada quien, con el camuflaje de su porfirismo, para su admiración a las incipientes luchas obreras, se asume a contracorriente del parto, casi aborto, de la revolución de 1910.
Posada (el del capítulo IV del libro: Posada y la prensa obrera de principios del Siglo XX), según nos cuenta en prosa El fisgón, arrastrando su porfirismo, en el que nace y se forma, aunque los critica y ridiculiza, da a conocer en sus caricaturas a Madero con una concepción antimaderista; y ratifica su porfirismo, anclado en el viejo régimen: “En este cotidiano, Posada regresa a la lógica de la caricatura de combate y exhibe abiertamente sus filias y fobias políticas: ataca sin tregua a sus enemigos y defiende sin tapujos a los suyos. Son patentes su simpatía hacia Díaz y Bernardo Reyes, su desprecio hacia quienes –como Limantour– han traicionado al viejo caudillo, su falta de respeto a Madero y su temor hacia líderes rebeldes como Emiliano Zapata”.
Es una investigación singular de casi 600 páginas de caricaturas supeditadas al texto y los pies de grabados. Y una bibliografía con recopilación de los grabados de Posada casi al final del trabajo donde aparecen las fichas técnicas de las imágenes de un libro por donde Posada es “el pasado que no termina (Antonio Gramsci) y lo nuevo que todavía no nace” y cuya crisis de conciencia, política, económica y social, se presenta en la lucha porfirista y antimaderista de sus creaciones maravillosas, y por donde se abre paso el estallido revolucionario. Barajas nos presenta al eminente grabador debatiéndose entre lo antiguo y lo moderno asido al clavo ardiendo que se derrumba; no obstante ver pasar frente a su taller de grabado el cadáver del porfirismo y darse cuenta de que el antiporfirismo, de Madero a Zapata, pasa en sentido contrario. Y en sus fulminantes caricaturas los retrata en el contexto de una presa pro-porfirista que, simultáneamente, se opone a la naciente rebelión nacional, de un Posada (1852-1913) que apenas presenció el final de una época y el despuntar de otra.
Ya se han publicado libros con algunos de los 15 mil grabados de quien fue un periodista de la caricatura. Autor de la célebre La catrina y sus calaveras producto de burla-admiración por ellas; fundador de hojas casi periódicos y colaborador en otros: El diablito rojo, La guacamaya, El pinche, El diablito bromista, etc. Y no obstante su porfirismo, en varias caricaturas puso al oaxaqueño entre la espada de la crítica y la pared del cuestionamiento a su autoritarismo (imagen 224). Posada se ha educado, políticamente, en la Restauración de la República, la Constitución de 1857, la Reforma y el Estado laico. En el grabado número 70, defiende a los obreros, que es su lucha como periodista combatiente por la libertad.
Las fichas técnicas de las imágenes, la bibliografía, los créditos iconográficos y el índice onomástico, completan la información para los lectores. Leer y admirar sus páginas es darse al encuentro de esta actualización de Posada con su icono: La Catrina, también inmortalizada por Diego Rivera y miles de artesanos que año con año la reviven de entre los vivos grabados de un Posada salvado del porfirismo por el magistral grabado de Leopoldo Méndez, donde Posada mira por la ventana de su taller una represión popular.
También nos obsequia la fotografía a las afueras del taller, donde aparece Posada (con su hijo y un amigo) y el anuncio de: “Ilustración de periódicos, libros y anuncios”, captada en 1900. Las imágenes y prosa que nos cuenta la biografía de Posada y su maestría para el dibujo periodístico, “humorísticamente satírico, alegre y reflexivo” son un deleite. Para Posada, la conclusión de Ernest H. Gombrich: “... el caricaturista puede mitologizar el mundo de la política al fisiognomizarlo; vinculando lo mítico con lo real, crea esa fusión, esa amalgama, que parece tan convincente al ánimo emotivo” (del ensayo: El arsenal del caricaturista, del libro de Gombrich: Meditaciones sobre un caballo de juguete). Según Rafael Barajas Durán El Fisgón, Posada recreó la realidad porfirista y los albores de su caída, con perspectiva periodística.
Ficha bibliográfica:
Autor: Rafael Barajas Durán
Título: Posada, mito y mitote
Editorial: Fondo de Cultura Económica.-2009
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