Martha Anaya / Crónica de Política
Ocurrió en Guadalajara, el martes pasado, cuando el Presidente Felipe Calderón clausuró la 28 asamblea general ordinaria del Consejo Coordinador Empresarial.
Resulta que cuando llegó Calderón al evento, como suele ocurrir en la mayor parte de los actos bajo techo a los que asiste el Jefe del Ejecutivo, los asistentes se pusieron de pie a su arribo y le brindaron un aplauso.
Nada de qué extrañarse hasta aquí. Que recuerde, desde los tiempos de José López Portillo, en que comencé a “cubrir” actos de la Presidencia de la República, el ritual se repite, es prácticamente el mismo por lo que toca a los participantes.
Lo que ha cambiado ahí en realidad es el acercamiento del mandatario en turno con los invitados. Unos solían recorrer mesa por mesa para saludar a los asistentes, otros desfilaban por un pasillo central directo al presídium o al espacio asignado para ellos. El hacer dependía en buena medida del estilo personal de cada uno de los Presidentes.
Y, por supuesto, ha cambiado el papel de quienes otorgan seguridad al Primer Mandatario.
Hasta la época de Ernesto Zedillo –y eso que no era un hombre dado al acercamiento y menos al apacho– podríamos decir que el papel que jugaba el Estado Mayor Presidencial en los eventos estaba en buena medida supeditado a las decisiones que se tomaban en al área de logística, bajo la directriz del equipo del presidente en Los Pinos –civiles–, ya fuera su secretario particular o el coordinador de giras, o el de eventos.
Con Vicente Fox fue que el Estado Mayor Presidencial comenzó a jugar un papel más activo en el entorno presidencial. Los reporteros que cubríamos la “fuente” comenzamos a notar entonces detalles como éste: el encargado de la logística debía ya subordinarse a lo que decidiera el EMP y no el equipo Pinos; el acceso al interior de la residencia presidencial fue cada vez más difícil; los reporteros dejaron de ser invitados a las cenas de Estado; en algunos actos se comenzó a impedir el acceso a la prensa y sólo se permitía seguir algunos de los discurso a través de circuito cerrado en algún salón ad later, o bien desde la sala de prensa de Los Pinos.
Con Felipe Calderón hubo un cambio mayor, que es digno de destacar. Normalmente, en las giras que realizaban los mandatarios dentro de la República Mexicana, difícilmente asistían a los eventos como invitados especiales los jefes de las zonas militares. Ahora, en cambio, ocupan un lugar importante en los presídium. Y no sólo eso, su nombre y cargo es citado por el Presidente al iniciar sus discursos, a la par del gobernador, el presidente municipal o secretarios de Estado.
Todo esto viene a cuento porque en el evento de la Copamex al que nos referíamos al iniciar esta columna, uno de los empresarios asistentes, al ver que los periodistas no se ponían de pie para recibir al Presidente, ni tampoco le aplaudían a su paso, se volvió hacia ellos irritado y les gritó: “¡Para qué vienen, gorrones!” (Milenio)
Hasta donde recuerdo, nunca los periodistas que cubríamos las actividades presidenciales formábamos parte de ese rito. Éramos meros observadores de lo que acontecía. Incluso, se veía mal que alguno de los periodistas se comportara como claque del Presidente en turno. Si ello acontecía, dábamos por hecho que tal reportero lo que en verdad buscaba era congraciarse con los equipos de prensa del Presidente para obtener alguna prebenda o un trato “especial”.
Y no, no es ningún exceso. En cuantos actos y conferencias he asistido a otros países, en ninguno de ellos he visto que los periodistas se levanten a ovacionar a su Presidente sin mayor motivo.
Esto no significa, evidentemente, que nunca se haga –hay ocasiones que lo ameritan, pero son muy especiales–, pero difícilmente ocurren y desde luego no es la regla general.
Realmente me pregunto: ¿por qué se enojó ese empresario? ¿por qué le pareció impropio que los periodistas no se levantaran a aplaudirle al Presidente a su paso? ¿por qué inquirió con un “para qué vienen”? ¿por qué les llamó “gorrones”?
¿Será acaso que entre los cambios que los empresarios y los nuevos gobiernos quieren que los periodistas pasemos a formar parte de la “corte” del Presidente de la República?
Ocurrió en Guadalajara, el martes pasado, cuando el Presidente Felipe Calderón clausuró la 28 asamblea general ordinaria del Consejo Coordinador Empresarial.
Resulta que cuando llegó Calderón al evento, como suele ocurrir en la mayor parte de los actos bajo techo a los que asiste el Jefe del Ejecutivo, los asistentes se pusieron de pie a su arribo y le brindaron un aplauso.
Nada de qué extrañarse hasta aquí. Que recuerde, desde los tiempos de José López Portillo, en que comencé a “cubrir” actos de la Presidencia de la República, el ritual se repite, es prácticamente el mismo por lo que toca a los participantes.
Lo que ha cambiado ahí en realidad es el acercamiento del mandatario en turno con los invitados. Unos solían recorrer mesa por mesa para saludar a los asistentes, otros desfilaban por un pasillo central directo al presídium o al espacio asignado para ellos. El hacer dependía en buena medida del estilo personal de cada uno de los Presidentes.
Y, por supuesto, ha cambiado el papel de quienes otorgan seguridad al Primer Mandatario.
Hasta la época de Ernesto Zedillo –y eso que no era un hombre dado al acercamiento y menos al apacho– podríamos decir que el papel que jugaba el Estado Mayor Presidencial en los eventos estaba en buena medida supeditado a las decisiones que se tomaban en al área de logística, bajo la directriz del equipo del presidente en Los Pinos –civiles–, ya fuera su secretario particular o el coordinador de giras, o el de eventos.
Con Vicente Fox fue que el Estado Mayor Presidencial comenzó a jugar un papel más activo en el entorno presidencial. Los reporteros que cubríamos la “fuente” comenzamos a notar entonces detalles como éste: el encargado de la logística debía ya subordinarse a lo que decidiera el EMP y no el equipo Pinos; el acceso al interior de la residencia presidencial fue cada vez más difícil; los reporteros dejaron de ser invitados a las cenas de Estado; en algunos actos se comenzó a impedir el acceso a la prensa y sólo se permitía seguir algunos de los discurso a través de circuito cerrado en algún salón ad later, o bien desde la sala de prensa de Los Pinos.
Con Felipe Calderón hubo un cambio mayor, que es digno de destacar. Normalmente, en las giras que realizaban los mandatarios dentro de la República Mexicana, difícilmente asistían a los eventos como invitados especiales los jefes de las zonas militares. Ahora, en cambio, ocupan un lugar importante en los presídium. Y no sólo eso, su nombre y cargo es citado por el Presidente al iniciar sus discursos, a la par del gobernador, el presidente municipal o secretarios de Estado.
Todo esto viene a cuento porque en el evento de la Copamex al que nos referíamos al iniciar esta columna, uno de los empresarios asistentes, al ver que los periodistas no se ponían de pie para recibir al Presidente, ni tampoco le aplaudían a su paso, se volvió hacia ellos irritado y les gritó: “¡Para qué vienen, gorrones!” (Milenio)
Hasta donde recuerdo, nunca los periodistas que cubríamos las actividades presidenciales formábamos parte de ese rito. Éramos meros observadores de lo que acontecía. Incluso, se veía mal que alguno de los periodistas se comportara como claque del Presidente en turno. Si ello acontecía, dábamos por hecho que tal reportero lo que en verdad buscaba era congraciarse con los equipos de prensa del Presidente para obtener alguna prebenda o un trato “especial”.
Y no, no es ningún exceso. En cuantos actos y conferencias he asistido a otros países, en ninguno de ellos he visto que los periodistas se levanten a ovacionar a su Presidente sin mayor motivo.
Esto no significa, evidentemente, que nunca se haga –hay ocasiones que lo ameritan, pero son muy especiales–, pero difícilmente ocurren y desde luego no es la regla general.
Realmente me pregunto: ¿por qué se enojó ese empresario? ¿por qué le pareció impropio que los periodistas no se levantaran a aplaudirle al Presidente a su paso? ¿por qué inquirió con un “para qué vienen”? ¿por qué les llamó “gorrones”?
¿Será acaso que entre los cambios que los empresarios y los nuevos gobiernos quieren que los periodistas pasemos a formar parte de la “corte” del Presidente de la República?
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