Nacho Coronel, el Jefe Diego y el EPR

Jorge Alejandro Medellín / De orden superior

En el apremio causado por la “desaparición” de Diego Fernández de Cevallos, las especulaciones y la propaganda gris en torno al caso siguen su marcha en un panorama de descomposición política e incapacidad gubernamental para hacerle frente al fenómeno del narcotráfico y de la delincuencia organizada.

De esa veta han surgido las versiones que desde el viernes en la tarde aseguraban que el Ejército y la Marina habían detenido en Jalisco, a Ignacio “Nacho” Coronel, el segundo hombre en importancia en la estructura del cartel de Sinaloa.

La versión se difundió en cuestión de minutos y alcanzó niveles de certeza mediática en páginas de internet y en algunos diarios ante el silencio oficial de la Sedena, de Marina y de la PGR.

Las especulaciones llegaron a tal nivel que se habló de que la desaparición de Diego Fernández era la respuesta del cartel de Sinaloa a la captura de “Nacho” Coronel. El canje de ambos personajes habría sido el eje del plagio o desaparición del Jefe Diego.

El escenario era similar al de hace poco más de un mes, cuando la entrevista de Julio Scherer en la revista Proceso a Ismael Zambada, “EL Mayo” Zambada, traía como una de las consecuencias directas –un rumor vertido por cárteles contrarios– la versión de que el hombre fuerte del cartel de Sinaloa había sido capturado en un operativo efectuado en el Distrito Federal, en un lujoso restaurante, debido a su plática con el veterano periodista.

Falso. Tanto como la versión de que la guerrilla del Ejército Popular Revolucionario (EPR) era la responsable de la desaparición del Jefe Diego.

¿Las razones? El largo historial de claroscuros (más oscuros que claros) del panista, vinculado a causas antipopulares, a decisiones políticas contrarias a intereses de lucha social y sobre todo, al enorme capital amasado en los últimos años por el ex senador junto con el también abogado y ex procurador general Antonio Lozano Gracia.

Al lado del ex procurador, Diego Fernández ganó batallas épicas a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) por miles de millones de pesos para luego verse enfrascado en graves polémicas por su actuación como abogado en un caso en el cual aparecía en funciones legislativas.

Esa fue tan solo una de tantas. Pero el EPR, casi a punto de que se cumplieran las 72 horas de ley para que se declarara a Diego como desaparecido y se diera vista a la PGR como coadyuvante del caso, envió un comunicado a las redacciones de los medios de comunicación para deslindarse de la desaparición del polemista de Acción Nacional.

El texto señala que la desaparición (sic) es “lamentable” y que “cualquiera que sea el origen o motivo, es un hecho doloroso para la familia, dolor que conocemos y sabemos por lo que están pasando.”

El EPR niega ser al autor de lo ocurrido al ex senador y asegura no saber si “es por motivos políticos, por sus pugnas interpartidarias o por la descomposición social de este régimen neoliberal.”

No obstante, los eperristas añaden que “como se trata de un connotado político, este régimen lo busca y hace todos los espavientos por encontrarlo volcando todo el apoyo del Estado a la familia, hecho que contrasta cuando se trata de un ciudadano que no tiene fortuna económica o un apellido de renombre, o de un luchador social porque en estos casos se trata con desdén y se menosprecia el dolor de las familias.”

Falsa detención.

En este contexto, mandos militares han desmentido las versiones sobre la captura de “Nacho” Coronel y las intenciones del cartel de Sinaloa de hacer un canje hombre por hombre.

No hay tal, no ha habido ninguna captura reciente de líderes históricos del cartel de Sinaloa y mucho menos de alguien como Ignacio Coronel, comentaron a este espacio mandos militares cercanos al Estado Mayor de la Defensa Nacional (EMADEN).

Lo que sí dejaron entrever fue su percepción en torno a la desaparición de Diego Fernández de Cevallos, cuya situación ven más cercana a un asunto de tipo sentimental que a un hecho ligado directamente con bandas de secuestradores o con cárteles de la droga.

El asunto el Jefe Diego es percibido por lo mandos miliares como un hecho con tintes de venganza o represalia de gente cercana a él. Incluso habría datos para suponer que se trataría de un ajuste de cuentas en esa vía.

Los mandos comentaron puntos similares a los presentados en las primeras horas por la PGR, en el sentido de que Fernández de Cevallos detuvo la marcha de su vehículo sin aspavientos, de manera normal porque conocía al menos a una da las personas que poco después de la once de la noche le hizo señas para que se detuviera en el camino a La cabaña.

La ausencia de huellas de más autos y las evidencias de un presunto ataque con tijeras apuntalarían esta hipótesis. En tanto, Antonio Lozano Gracia ya habló en nombre de la familia de Diego y lo hizo para tratar de establecer contacto con los “captores” (sic) del ex senador.

La desaparición de Diego Fernández está siendo tomada con mucha precaución por las autoridades federales ya que el hecho, por sí solo, evidencia la vulnerabilidad de ciertos personajes clave en el aparato político nacional, lo que abre una nueva vertiente para los ataques del crimen organizado en contra de figuras políticas.

El presunto plagio del panista viene a mostrar la cantidad de flancos abiertos en el espectro estratégico del gobierno calderonista. Es una situación de emergencia que el gabinete de seguridad intenta resolver con bajo perfil. Las horas son apremiantes. Definitivas.

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