Álvaro Cepeda Neri
Que tenga noticia, el más reciente nuevo periodista es el ultraderechista (presidente de una organización dizque latinoamericana, de católicos en busca del poder con la divisa al revés: “Quitad al César lo que es del César”) Manuel Espino, de nombre completo: Manuel de Jesús Espino Barrientos. Ya publica, comprando el espacio como publicidad, su “columna” en un diario de la capital del país. Y es autor (no sabía escribir de corrido una frase) de dos o tres panfletos; uno de ellos con el título: Volver a empezar para irse a mordidas contra los panistas que no lo quieren o, como Calderón, que no lo toman en cuenta. Supuestamente el PAN debe volver a empezar, ya que ha sido pervertido, no tanto por Fox y Mart(h)a, a los que Espino sirvió servilmente, porque lo hicieron presidente del partido, sino por los calderonistas a los que odia.
Otro periodista de esos es Manuel Camacho Solís, con su nota semanal (y en la que publicó la última semana de abril, de plano se lanza a un ajuste de cuentas contra López Obrador, para completar la traición con tal de apoyar, junto con Los Chuchos, a Ebrard para la postulación presidencial por alguna facción perredista, pues andan tras el cargo Amalia García, la desgobernadora de Zacatecas; Juan Ramón de la Fuente, el ex rector de la UNAM, ex zedillista, y quien cruzó el pantano priista y se manchó las alas).
En casi todos los periódicos defeños (ya no de circulación “nacional”, aunque realmente nunca lo fueron) aparecen esos “nuevos periodistas”: Diódoro Carrasco, nombre completo: Diódoro Humberto Carrasco Altamirano; Liébano Sáenz Ortiz (asesor de Peña Nieto, mientras Carrasco lo es de la maestra Gordillo). El connotado salinista José Ángel Gurría, presidente de uno de tantos organismos internacionales, da “lecciones fiscales” que, cuando fue secretario de Hacienda, ni por equivocación intentó.
Hay nuevos periodistas en la radio, como analistas dando sesudas opiniones. Y no se diga los que se han “colado” en televisión. Obviamente los derechos a la libertad de expresión en todas sus manifestaciones, son para todos los mexicanos, incluyendo a los Espino, Camacho, Gurría, Carrasco y Liébano, que de la noche a la mañana (antes eran enemigos de las libertades de prensa) descubren que saben, al menos, suscribir los textos que a la mayoría de ellos les escriben sus asesores y escribas (como a Calderón su equipo que coordina un tal Ledó, y cuando se sale del guión inevitablemente la “riega”). A Manuel Espino lo “apadrinó” para escribir en un periódico un conocido columnista. Antes fue director de antros en Ciudad Juárez, precisamente cuando se iniciaron los feminicidios después fue jefe de policía en Hermosillo, luego los Foxes lo nombraron presidente del PAN, para saltar a la “celebridad” como golpeador de Calderón y patear el pesebre. No le pagan por publicar. Paga para que le vendan un espacio. Bienvenido al periodismo, aunque manche de amarillismo la página donde publica su nota con el título: Volver a empezar, que sólo tiene dos lectores: Calderón... y Calderón.
Que tenga noticia, el más reciente nuevo periodista es el ultraderechista (presidente de una organización dizque latinoamericana, de católicos en busca del poder con la divisa al revés: “Quitad al César lo que es del César”) Manuel Espino, de nombre completo: Manuel de Jesús Espino Barrientos. Ya publica, comprando el espacio como publicidad, su “columna” en un diario de la capital del país. Y es autor (no sabía escribir de corrido una frase) de dos o tres panfletos; uno de ellos con el título: Volver a empezar para irse a mordidas contra los panistas que no lo quieren o, como Calderón, que no lo toman en cuenta. Supuestamente el PAN debe volver a empezar, ya que ha sido pervertido, no tanto por Fox y Mart(h)a, a los que Espino sirvió servilmente, porque lo hicieron presidente del partido, sino por los calderonistas a los que odia.
Otro periodista de esos es Manuel Camacho Solís, con su nota semanal (y en la que publicó la última semana de abril, de plano se lanza a un ajuste de cuentas contra López Obrador, para completar la traición con tal de apoyar, junto con Los Chuchos, a Ebrard para la postulación presidencial por alguna facción perredista, pues andan tras el cargo Amalia García, la desgobernadora de Zacatecas; Juan Ramón de la Fuente, el ex rector de la UNAM, ex zedillista, y quien cruzó el pantano priista y se manchó las alas).
En casi todos los periódicos defeños (ya no de circulación “nacional”, aunque realmente nunca lo fueron) aparecen esos “nuevos periodistas”: Diódoro Carrasco, nombre completo: Diódoro Humberto Carrasco Altamirano; Liébano Sáenz Ortiz (asesor de Peña Nieto, mientras Carrasco lo es de la maestra Gordillo). El connotado salinista José Ángel Gurría, presidente de uno de tantos organismos internacionales, da “lecciones fiscales” que, cuando fue secretario de Hacienda, ni por equivocación intentó.
Hay nuevos periodistas en la radio, como analistas dando sesudas opiniones. Y no se diga los que se han “colado” en televisión. Obviamente los derechos a la libertad de expresión en todas sus manifestaciones, son para todos los mexicanos, incluyendo a los Espino, Camacho, Gurría, Carrasco y Liébano, que de la noche a la mañana (antes eran enemigos de las libertades de prensa) descubren que saben, al menos, suscribir los textos que a la mayoría de ellos les escriben sus asesores y escribas (como a Calderón su equipo que coordina un tal Ledó, y cuando se sale del guión inevitablemente la “riega”). A Manuel Espino lo “apadrinó” para escribir en un periódico un conocido columnista. Antes fue director de antros en Ciudad Juárez, precisamente cuando se iniciaron los feminicidios después fue jefe de policía en Hermosillo, luego los Foxes lo nombraron presidente del PAN, para saltar a la “celebridad” como golpeador de Calderón y patear el pesebre. No le pagan por publicar. Paga para que le vendan un espacio. Bienvenido al periodismo, aunque manche de amarillismo la página donde publica su nota con el título: Volver a empezar, que sólo tiene dos lectores: Calderón... y Calderón.
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