Llegó borracho el borracho en voz de Sabina-Calderón

Álvaro Cepeda Neri

Hubo juerga en Los Pinos. Y no es la primera vez. Salinas y sus “toficos” (éstos fueron unos dulces cuya publicidad era: “¡Hum, qué ricos!”), porque los salinistas fueron hijos... de padres acomodados, también organizaron tardes sabatinas con piano y los “cantantes” eran el propio CSG, el franchute José Córdova, Manuel Camacho, Colosio, etc. Antes, la esposa de López Portillo, doña Carmen Romano, que le daba por sentarse frente al piano (y, por cierto, ¿dónde quedó éste, ya desapareció?) y dizque hacerle al bel canto; piano que la “primera dama”, –¿no serán las esposas de las presidentes del montón las últimas damas?–, se llevaba a todas las giras de su cónyuge quien terminó siendo un remedo en la obra burlesca: “Agarren a López por pillo”.

La fiesta-cena y los vinos en la residencia que entre otros columnistas, quien esta suscribe, han bautizado como Los Vinos, fue con motivo de la invitación forzada a Joaquín Sabina que le hizo el “secre” de Gobernación Gómez-Mont, y quien mandó espiar al cantante para ver dónde se encontraba y hacerse el aparecido para saludarlo y concretar la invitación a cenar con Calderón. Asistieron, Sabina con su inseparable sombrero, Calderón, como anfitrión y Gómez-Mont. Y ya entrados en copas y comida se pusieron a cantar como un trío (bastante desafinado y descoordinado) canciones como Ella, Tómate esta copa conmigo (y en el la última se rompe la taza y cada quien para su casa).

Para hacer honor a la reunión donde Sabina se retractó de días antes haber tachado a Calderón de “ingenuo”, refiriéndose a la manera como ha ordenado combatir al narcotráfico y que fue una palabra para no decirle que lo “hace a tontas y locas”. De sus roncos pechos salió Llegó borracho el borracho, como si mencionando la cuerda en casa del ahorcado no tuviera más que una ingenua alusión a uno de los tres ya sea que Sabina supiera algo o cantara al tanteo. Hubo una caricatura al respecto titulada: El país de nunca jabaz, donde el periodista Jabaz puso a Sabina, Calderón y Gómez-Mont. El primero con letra de una canción calderonista: “Me cansé de contarlos, me cansé de decirles que yo sin guerra de pena muero”. Y Gómez-Mont haciendo tercera con: “Ojalá que te vaya bonito”.

Mientras el país colmado de inseguridad se tiñe de rojo, donde se roban las bases de datos (de cuentahabientes de bancos, del padrón electoral, de Telmex, etc.), hay mil protestas y más de 200 mil homicidios, de lo cuales más de 40 mil son de mexicanos inocentes a los que Calderón, con un dejo de desprecio, llamó “los menos”. Y cuando la pobreza y el hambre tienen como factor común la inflación con alzas de precios y aumento de impuestos, es cuando Calderón organiza cenas, corre el vino y se pone a cantar (como hizo, dicen, Nerón mientras contemplaba el incendio de los barrios pobres de Roma). Eso de “Llegó borracho el borracho” y “Tómate esta botella conmigo y en la última copa nos vamos”, está bien para una cantina o un burdel. No está la Nación para que sus gobernantes anden de parranda.

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