Las tijeras ensangrentadas

Martha Anaya / Crónica de Política

Las primeras versiones sobre la desaparición de Diego Fernández de Cevallos mencionaban “rastros de violencia”.

¿A qué se referían?

Uno: la puerta de la camioneta del panista tenía la puerta abierta.

Dos: que habían encontrado algunos de los efectos personales del panista en el piso.

Tres: el hallazgo de unas tijeras ensangrentadas.

Cuatro: el velador escuchó llegar la camioneta pero no notó nada extraño.

Cinco: que el hecho ocurrió entre las 11 de la noche y la siete de la mañana.

Seis: que viajaba solo.

(Inicialmente se mencionó también que la camioneta tenía dos impactos de bala pero eso fue desmentido posteriormente.)

Esa fue la escena que se nos dio a conocer por las autoridades. Imagen que da pie a imaginar infinidad de posibilidades.

¿Qué más sabemos hasta el momento de la llamada “escena del crimen”?

Si nos atenemos a la versión que está ofreciendo el vocero de la Procuraduría general de la República, Ricardo Nájera, prácticamente nada. Ayer, nuestro propio compañero Raymundo Riva Palacio le preguntó a Nájera –durante el noticiero de Carlos Urdiales en Radio 13–, cómo eran las tijeras que se encontraron, si eran grandes, pequeñas, si eran las que usaba Diego para recortarse la barba y el bigote, o eran de otro tipo; si éstas tenían simplemente una mancha de sangre o si estaban sobre un charco de sangre…

La respuesta del vocero de la PGR fue increíble: ¡No sabía! No tenía conocimiento de cómo eran las tijeras, ni si estaban o no sobre un charco de sangre o se trataba simplemente de una mancha.

Impensable respuesta para quien se supone debería estar al tanto de las investigaciones. Lo menos que podría haber hecho es ir personalmente al lugar de los hechos y acompañar las investigaciones que se llevan a cabo para poder después transmitir a los medios una versión cuidadosa.

Increíble también que desconozca tales detalles pues no es lo mismo imaginar lo que pudo haber pasado si se encuentran unas tijeras pequeñas para recortar la barba con alguna mancha de sangre, que si se hallan unas enorme tijeras de jardinero, por decir algo, con las puntas ensangrentadas y éstas sobre un charco de sangre.

Si una de las primeras misiones de un vocero de la Procuraduría – sobre todo en un caso de impacto político tan fuerte como el del “Jefe” Diego– es procurar evitar la especulación y el pánico, mal ha hecho su tarea, o mal le han permitido hacerla.

Pero entonces qué sabemos de la famosa escena. Pues rascando aquí y allá, mirando videos del lugar y leyendo testimonios de distintas fuentes, pareciera ser así:

-La camioneta de Fernández de Cevallos se ve perfectamente estacionada bajo el tejabán de la entrada de la casa de Diego en su rancho “La Cabaña”. Es decir, por lo que se ve, no habría sido interceptado antes de estacionarse él mismo.

-El vehículo, según las autoridades, tenía una puerta abierta. (Eso ahora no se aprecia en los videos)

-De los efectos personales que se hallaron, según versiones periodísticas de reporteros en el lugar, fueron: unos anteojos rotos sobre el asiento y una pluma fuente. Según la versión de la PGR, los efectos personales que se hallaron –sin precisar cuáles—estaban en el piso.

-Respecto de las tijeras ensangrentadas, el procurador de Querétaro, Arsenio Durán, dijo que junto a la camioneta del panista se encontraron unas tijeras con manchas de sangre. La PGR, como ya mencionamos, no tiene idea de cómo son ni si la “mancha hemática” era chica, grande, o de qué se trata.

-Del velador, valga anotar que su casita se encuentra a poco más de trescientos metros de la casa de Diego y lleva más de 20 años trabajando con él. Su esposa e hija viven con él –ahí se encuentran ellas hasta el momento, y a él lo tienen declarando las autoridades.

-En cuanto a la hora que ocurrió el suceso no hay mayores datos que los aportados hasta hora por la PGR, aunque bien podrían decirnos si durmió Diego en su casa o no, si la cama estaba hecha o deshecha, si había tomado un café o un vaso de agua al llegar; o si simplemente no hay nada de eso. De ser esto último, cabría pensar entonces que el “Jefe” Diego no entró a su casa y entonces el momento en que ocurrieron los hechos se recortaría muchísimo más.

-Y por último, respecto de que viajaba sólo, habría que añadir ahora que no hay ningún testigo de lo que ocurrió.

En fin, falta información “dura”, precisa, sobre lo que se tiene, sobre la escena misma. Y eso que estamos pidiendo no sólo no afecta las investigaciones, sino que ayudaría a evitar especulaciones y temores que desbordan ya el ámbito nacional.

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